¿Cuántas leyes más con tratamiento “express” pretende aprobar el kirchnerismo? ¿Cuántas más con concentración en el Estado de las facultades de aplicación, control y régimen sancionatorio?
El proyecto de ley Argentina Digital otorga a la autoridad de aplicación atribuciones prácticamente ilimitadas. Es otro ejemplo de arbitrariedad, improvisación, tendencia al marketing politiquero, utilización de la emocionalidad de las masas, acrecentamiento voraz del Estado, imprecisión legislativa y ambigüedad general que sirve para que aplaudan los de siempre.
Nuevamente, no se respeta la Constitución Nacional, pero además pone en una situación de favoritismo a las empresas estatales como Arsat y Correo Argentino, entre otras, como sugieren los artículos 80 y 87. De modo que al aprobarse esta ley, el Gobierno nacional se convierte en juez de sí mismo. Este Gobierno no es capaz de multarse a sí mismo. Todos sabemos que tiene la incapacidad absoluta de hacer mea culpa.
A lo largo de este año, mi primero en ejercicio de la función legislativa, he visto ignorar los límites constitucionales en muchas leyes. También he visto desestimar de plano las sugerencias de los colegas opositores, haciendo uso arbitrario de la mayoría. He sido testigo de un verdadero bullying parlamentario. No escuché un solo acto de humildad legislativa por parte del oficialismo. Sólo escuché, hacia sus caudillos y referentes, adoraciones verbales y zalamerías floreadas que causarían disgusto en cualquier otro parlamento. Entonces: ¿cómo sería posible que se sancionaran a sí mismos? Esta ley es una aberración jurídica y la pérdida de otro pedazo de república. Ya no queda mucho de ella.
Basta tomar un par de libros y entender que a lo largo de la historia moderna, la regulación excesiva de las industrias, los procesos y demás cuestiones que hacen al ámbito empresarial ocasiona desaliento de las inversiones, con el consiguiente abandono empresarial del país. Parece que el objetivo final del Gobierno nacional fuera causar la huida de las empresas para hacerse cargo del negocio él mismo.
Este gobierno vive la permanente ilusión de que el Estado puede suplantar cualquier empresa y hacerla exitosa. Miremos lo que sucede con Aerolíneas y sus pérdidas millonarias.
A este Gobierno no le duele que su estructura hiperdeficitaria sea financiada con los impuestos de los argentinos, que se rompen el alma para levantar un país que los desconoce, les pone palos en la rueda (mediante leyes como ésta) y los humilla desvalorizando su trabajo, su poder adquisitivo y su acceso a un mejor nivel de vida.
El problema con un gobierno nacional que insiste en expandir las atribuciones del Estado hasta avasallar las libertades civiles, es que tarde o temprano acaba inhibiendo el libre desarrollo de la ciudadanía. Se convierte en castrador. Por medio de leyes anacrónicas persigue y desalienta a los emprendedores. Adormece todo intento de progreso tecnológico, científico o económico porque el contexto normativo resulta adverso, draconiano.
Mediante la regulación de lo que ya ha sido regulado, el Gobierno propicia el desarrollo de una burocracia disfuncional, que pone al funcionario público desequilibradamente por encima del ciudadano, convirtiéndose en un ente ominoso, susceptible de imponer castigos y recibir sobornos.
En este caso en particular podría pensarse en una estrategia para poder ajusticiar y controlar a quienes lleven una posición crítica al Gobierno, en una profundización de la guerra contra el multimedios Clarín, por ejemplo.
Sobre las leyes aprobadas
Debemos reflexionar sobre el resultado de las leyes que han sido aprobadas bajo este Gobierno. Dilapidar recursos y concentrar poder en un Estado ineficiente nos ha hecho víctimas a los argentinos de un altísimo déficit fiscal, escándalos de corrupción, inflación, miles de muertes por inseguridad, jubilados que cobran menos que los presos, fiscales y jueces perseguidos, impuestos confiscatorios, pérdida de mercados mundiales, desempleo en aumento y malestar social. Y algunos tienen la falta de vergüenza de llamar “década ganada” un siglo despilfarrado.
Rechacé el proyecto Argentina Digital porque creo que tiene el espíritu demagógico y controlador de las leyes kirchneristas. Y antes de intentar solucionar de este modo deficiente el acceso a la tecnología digital, debemos solucionar el acceso de los argentinos a sus derechos constitucionales, que son permanentemente violados por un gobierno que quiere controlarlo todo.
Parece que estuviéramos hablando de una brecha digital. Pero lo que necesitamos cerrar es el abismo cívico que nos degrada como ciudadanos.
* Abogado y diputado nacional por Córdoba, por la UCR