Prudencio Bustos Argañaraz, historiador y ex legislador provincial
“Diálogos para la comunidad”, la mesa redonda que, con motivo de la celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo, reunió la semana pasada en la Fundación Carlos Oulton a los historiadores Esteban Dómina y Prudencio Bustos Argañaraz, dejó plasmada una nueva visión sobre los acontecimientos ocurridos en la época que se conoce como la del “nacimiento de nuestra patria”.
En la oportunidad, Bustos Argañaraz, médico y escritor -además de historiador-, planteó un ejercicio mediante el cual instó al público a imaginar “que la Revolución de 1810 ocurrió hoy.
Supongamos que ahora nos enteramos, seguramente por la tele, de que la legislatura de Buenos Aires, es decir, un órgano estrictamente local, cuya jurisdicción no excede la propia ciudad, bajo una fuerte presión de las Fuerzas Armadas, decidió derrocar al Presidente y comunica al resto de las provincias argentinas que debemos subordinarnos a sus órdenes y que desde el seno de esa junta legislativa va a surgir un grupo de vecinos de esa ciudad que van a gobernar el país. ¿Qué diríamos nosotros? Seguramente que los porteños se volvieron locos; ¿quiénes son ellos para imponernos las autoridades y decidir quién va a mandar en el país y acá? Imaginemos que detrás de ello viene un ejército para que aquellos que se manifiesten en contra sean fusilados. Creo que nuestro asombro trocaría en indignación. Y ustedes me preguntarán ¿eso ocurrió en 1810? Y, algo parecido. En realidad, en 1810 el cabildo de Buenos Aires, que no tenía mayor ingerencia que sobre la actual provincia, bajo presión militar decidió la destitución del virrey y nombró de su seno una junta integrada por vecinos distinguidos de esa ciudad”.
Tras el relato de los acontecimientos, el historiador pasó a analizar las consecuencias del hecho, entre las que advirtió sobre la existencia de varios mitos (“falsedades que se incorporan al imaginario de un pueblo como si fueran verdades. Y lamentablemente, cuando el pueblo sufre de infantilismo e incorpora mitos, es muy sencillo manejarlo. Simplemente basta con invocar el mito para que el mandamás de turno lleve al pueblo por el camino que él quiere”). “Uno de ellos lo estamos escuchando por estos días”, relató. “Nos hablan de que se celebra el Bicentenario de la Patria, de la Nación. Sin embargo, “patria” no es un concepto jurídico sino afectivo. Viene de “padre”, en latín, es decir, está vinculado con la tierra a la que pertenecen nuestros mayores.
¿Puede imponérsele una fecha al nacimiento de la patria? ¿Puede decirse que en 1810 nació, cuando esta ciudad en la que vivimos fue fundada en 1573 y forma parte de nuestra patria? ¿No tenían patria los hombres y mujeres que vivieron en estas tierras antes de 1810?”, cuestionó. Seguidamente, dijo que con el concepto de Nación pasa algo similar: “Recién en 1816, todas las provincias reunidas en Tucumán declararon la independencia que sí da nacimiento a una nueva Nación, un nuevo Estado, no antes”.
Ante estas novedosas afirmaciones, Comercio y Justicia se contactó con Bustos Argañaraz y profundizó sobre algunos aspectos.
-¿Cómo ve la República Argentina 200 años después de la Revolución de Mayo?
-Con gran preocupación, porque desde aquella época de la que hoy celebramos el bicentenario hemos pasado por muchos hechos que fueron crueles, como guerras civiles, gobiernos de facto, episodios sangrientos, para lograr convertirnos en un país que logró tener su Constitución y ser uno de los más importantes del mundo. Pero luego, fue tomado por gobiernos populistas (no populares) que sacaron lo peor de nosotros. Eso me preocupa porque abandonamos los preceptos de la Constitución, los de la República y caímos en una cadencia de la que aún no podemos salir. Creo que es necesario que recuperemos esos ideales, los de 1853, que no son los de la Revolución de Mayo -porque esos reflejaban la ambición hegemónica de Buenos Aires-, para sólo así poder convertirnos en una república.
-¿Cómo cree que hubiera sido la historia si la Revolución se hubiera dado en 2010?
-Bueno, para esa respuesta tengo que salirme del papel de historiador y jugar un poco con la imaginación, cosa que no nos está muy permitida a nosotros, pero imaginando, creo que los cordobeses hubiéramos reaccionado con la misma indignación que en 1810. Córdoba se ha caracterizado por reaccionar siempre contra lo que se le imponía, no sólo en esa revolución sino también en la época del gobierno del general (Juan Carlos) Onganía, cuyas imposiciones dieron origen al Cordobazo, entre otras. Yo puedo entender que hubiera surgido en Buenos Aires la iniciativa de generar una junta para reemplazar al rey, como ocurrió con otras ciudades -como en el caso de España-, pero ninguna de ellas intentó sobrepasar y decidir por las otras jurisdicciones. Creo que si Buenos Aires hubiera convocado al resto podríamos habernos puesto de acuerdo, como lo logramos para declarar la independencia.
-¿Cuáles cree usted que son los desafíos que aún debe enfrentar la Argentina?
-Recuperar los valores constitucionales, recuperar el sistema financiero en su plenitud, en lo fiscal, lo económico, lograr un país integrado en el que no haya casos de extrema pobreza y hambre en algunas provincias mientras otras gozan de beneficios, como los subsidios.
Finalmente, creo que otro desafío pasa por lograr un poco de sensatez. Todos los países que atravesaron crisis fueron capaces de ponerse de acuerdo y decidir políticas de Estado más allá de quienes gobiernen. Pero nosotros, lo único que hacemos es tirar por la borda cada cuatro años todo lo que se hizo para atrás.
-¿Cree que podremos lograr eso algún día?
-Sí, soy un optimista nato. Además, si ya fuimos capaces de revisar nuestros errores una vez y lograr un país pujante (1880-1930), porqué no volver a hacerlo. Pasa que nosotros somos como los alcohólicos. Para curarnos necesitamos asumir que estamos enfermos.