Por Florencia G. Rusconi de Agopian (*)
El presidente de la República de Artsaj, Samvel Shahramanian, firmó un decreto que dispone: “Disolver todas las instituciones y organizaciones estatales bajo la autoridad departamental antes del 1 de enero de 2024 y la República de Nagorno Karabaj (Artsaj) dejará de existir”. Ello, en vista de “la difícil situación político-militar, basada en la prioridad de garantizar la seguridad física y los intereses vitales del pueblo de Artsaj, teniendo en cuenta el acuerdo alcanzado mediante la mediación del mando de las fuerzas de paz rusas, coincidiendo con los representantes de la República de Azerbaiyán en que los residentes de Nagorno-Karabaj, incluidos los militares que hayan depuesto las armas, serán liberados, se garantizará el paso voluntario y sin obstáculos de sus propiedades en vehículos a lo largo del corredor de Lachin (…)”.
Estamos asistiendo al último acto de un drama que culmina con la tragedia de un pueblo después de una guerra relámpago y con la limpieza étnica de armenios de Artsaj.
Así las cosas, Azerbaiyán se quedó con el control del Alto Karabaj. Después de décadas de conflicto intermitente, su superioridad militar, el bloqueo del territorio, la fuerza de sus aliados y la dependencia europea de su gas y petróleo dejaron sin opciones a Armenia.
La República de Artsaj era un estado independiente de facto con reconocimiento limitado dentro de la región de Nagorno Karabaj, en el Cáucaso.
Abjasia, Osetia del Sur y Transnistria fueron las naciones que manifestaron oficialmente su reconocimiento a Artsaj como Estado soberano. Sin embargo, en 2022 Francia procedió a nivel parlamentario con el desarrollo de reconocimiento del país, motivado posiblemente por los intereses opuestos de Rusia.
Entonces, ¿por qué se produjo esta escalada bélica en el Cáucaso Sur?
Porque el Estado azerí desconoció el derecho a la autodeterminación del pueblo de Karabaj, que proclamó su República independiente el 10 de diciembre de 1991. Bajo los fundamentos de la misma legislación por la cual su país se separó de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el gobierno de Aliyev no aceptó la manifestación soberana de Artsaj, esgrimiendo el principio de integridad territorial.
Además, porque el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su “hermano menor” -como él lo llama-, su par azerí, persiguen su premisa “neo-otomana” de reconstruir la “integralidad del Imperio Otomano” con todos los pueblos túrquicos unidos. No hay manera de cumplir este objetivo sin barrer con todas las diferentes nacionalidades de Medio Oriente, como los armenios, los kurdos, los alevíes y los yezidíes, entre otros.
En sólo 24 horas Azerbaiyán lanzó una nueva ofensiva en el Alto Karabaj y condicionó el alto el fuego y su desmilitarización. La búsqueda de una solución diplomática después de la guerra de 2020 resultó en vano. Tras meses bloqueando el corredor de Lachin -que conecta el Alto Karabaj con Armenia- Bakú lanzó una “operación antiterrorista” para acabar con la “presencia del Ejército armenio” en la zona.
Los azerbaiyanos tienen un ejército más poderoso, más control sobre el territorio disputado y un contexto internacional favorable. Los apoya Turquía, que acumula influencia en el Cáucaso, Europa y Oriente Próximo, mientras que el principal apoyo de Armenia, Rusia, está ocupado en Ucrania. Azerbaiyán también tiene la baza del gas y el petróleo: en plena crisis energética, la Unión Europea no arriesgará sus contratos energéticos salvavidas. Sin nadie que los confronte, el control azerbaiyano de todo el Alto Karabaj era inevitable.
La región de Nagorno Karabaj es un territorio de unos 4.400 kilómetros cuadrados en el Cáucaso Sur, reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán, si bien la mayoría de esta zona del país ha estado gobernada por la autoproclamada república de Artsaj -respaldada por Armenia-, desde la Primera Guerra de Nagorno Karabaj, entre 1988 y 1994.
Las tensiones entre armenios y azerbaiyanos se agravaron a fines de los años 80, en el marco de la desintegración de la URSS.
Nagorno Karabaj está poblado por decenas de miles de armenios. Para ellos, esta región forma parte de la Gran Armenia, una idea que aglutina a los territorios que históricamente han sido poblados por la etnia cristiano-ortodoxa armenia.
Es decir, en medio de una república mayoritariamente musulmana como Azerbaiyán quedó un territorio habitado por cristianos ortodoxos.
Nagorno Karabaj pertenece a una especie de categoría conocida como “Estados fantasma”.
Son entidades que han expresado su deseo de ser Estados independientes .poseen los elementos que hacen que un Estado exista: territorio, población y ordenamiento jurídico-, tienen algunas características típicas, pero no son reconocidos por los otros Estados ni por la comunidad internacional. La mayor parte de estos “Estados fantasmas” ha surgido en lugares donde ha habido conflictos de tipo etnonacionalista, lo que explicaría por qué muchos se encuentran en el antiguo bloque comunista de la Guerra Fría.
¿Cómo llegamos aquí?
Azerbaiyán obtuvo una victoria militar decisiva en la región la semana pasada, lo que obligó a las fuerzas armadas de Karabaj a rendirse en menos de 24 horas y -aparentemente- puso fin a un conflicto que había durado más de un siglo.
Después de que Azerbaiyán lanzó ataques con misiles y drones contra Nagorno-Karabaj el 19 de septiembre, muchos en la capital regional de Stepanakert pasaron la noche en refugios antiaéreos improvisados, en lo que marcó el inicio de una tercera guerra por el control de la región en otras tantas décadas.
Bajo la URSS, de la que Azerbaiyán y Armenia fueron miembros, Nagorno-Karabaj se convirtió en una región autónoma dentro de la república de Azerbaiyán en 1923.
Los funcionarios de Karabaj aprobaron en 1988 una resolución que declaraba su intención de unirse a la república de Armenia, lo que provocó que estallaran los combates cuando la URSS comenzó a desmoronarse, convirtiéndose en la Primera Guerra de Karabaj. Unas 30.000 personas murieron durante seis años de violencia, que terminaron en 1994, cuando la parte armenia obtuvo el control de la región.
Después de años de enfrentamientos esporádicos, la Segunda Guerra de Karabaj comenzó en 2020. Azerbaiyán, respaldado por su aliado histórico Turquía, recuperó un tercio del territorio de Karabaj en sólo 44 días, antes de que ambas partes acordaran deponer las armas en un acuerdo mediado por Rusia. Armado con drones turcos, Azerbaiyán obtuvo una aplastante victoria, atacando no sólo Nagorno-Karabaj sino también a la propia Armenia
En tanto, la tercera guerra iba a durar sólo un día. La presidencia de Karabaj dijo que su ejército había sido superado en número “varias veces” por las fuerzas azerbaiyanas y que no tenía más remedio que rendirse y aceptar “la disolución y el desarme completo de sus fuerzas armadas”. Un segundo alto el fuego –también mediado por Rusia– entró en vigor a las 13 del pasado día 20.
La rapidez de la rendición de Karabaj fue una medida de su inferioridad militar. A diferencia de 2020, las fuerzas armadas de Armenia no intentaron defender la región durante la ofensiva más reciente, en parte por temor a una nueva agresión azerbaiyana.
Casi la mitad de la población de Nagorno-Karabaj ha huido a Armenia, y muchos miles más aún luchan por evacuar, una semana después de que la región separatista se rindió tras una ofensiva relámpago de Azerbaiyán.
Más de 50.000 personas -incluidos 17.000 niños- habían huido el miércoles 27 por la mañana, después de que Azerbaiyán levantó un bloqueo de 10 meses en la única carretera que conecta el enclave con Armenia.
Consejo de Seguridad de la ONU
En la sesión de este organismo del pasado día 21, los oradores advirtieron de que el último enfrentamiento entre Armenia y Azerbaiyán socava las perspectivas de paz y pidieron un diálogo genuino para resolver esta cuestión
Ararat Mirzoyan, ministro de Asuntos Exteriores de Armenia, dijo que, durante la sesión de la Asamblea General, en la que los miembros de la comunidad internacional se reunieron para buscar formas de mantener la paz y la seguridad en todo el mundo: ”(…) Azerbaiyán desató otra ofensiva a gran escala contra el pueblo de Nagorno-Karabaj en flagrante violación. del derecho internacional y la declaración trilateral del 9 de noviembre de 2020. Stepanakert y otras ciudades y asentamientos fueron objeto de bombardeos intensos e indiscriminados con el uso de misiles, artillería pesada, vehículos aéreos no tripulados de combate y aviación, incluidas municiones de racimo prohibidas. La actual agresión fue la culminación de un bloqueo de 10 meses del Corredor de Lachin y la hambruna forzada impuesta al pueblo de Nagorno-Karabaj. Grave escasez de alimentos, medicinas, combustible, gas natural (…)”.
Subrayó el fracaso del Consejo y de la comunidad internacional para responder adecuadamente a las repetidas solicitudes de Armenia; dijo que el reconocimiento mutuo de la soberanía y la integridad territorial no puede usarse como una licencia para atrocidades masivas, incluidas las limpiezas étnicas en Nagorno-Karabaj. En este contexto, hizo un llamamiento al Consejo para que adopte medidas urgentes, incluido el despliegue inmediato de una misión interinstitucional de la ONU en Nagorno-Karabaj para supervisar y evaluar la situación de derechos humanos, humanitaria y de seguridad. El Consejo también debe garantizar la plena cooperación de las partes de buena fe con el Comité Internacional de la Cruz Roja.
¿Qué significa para la región en general?
En el tablero de la geopolítica, las potencias regionales de Rusia y Turquía en el conflicto han sido decisivas y han estado muy implicadas en él a lo largo de los años.
Turquía, miembro de la OTAN, fue la primera nación en reconocer la independencia de Azerbaiyán en 1991 y ha seguido siendo un firme defensor del país.
Armenia, por su parte, ha mantenido tradicionalmente buenas relaciones con Rusia. Hay una base militar rusa en Armenia, y ambos son miembros de la alianza militar Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) de seis antiguos Estados soviéticos.
Un éxodo masivo podría cambiar el delicado equilibrio de poder en la región del Cáucaso Meridional, un mosaico de etnias entrecruzadas por oleoductos y gasoductos, donde Rusia, Estados Unidos, Turquía e Irán se disputan la influencia.
Nikol Pashinyan, primer ministro de Armenia, ha dicho que la crisis demuestra que su país no puede depender de Rusia para defender sus intereses, aunque Moscú ha respondido que Armenia tiene pocos amigos además de Rusia.
Muchos armenios culpan a Pashinyan, que perdió una guerra de 2020 ante Azerbaiyán, por la pérdida de Karabaj. Las protestas de esta semana en la capital, Ereván, pidieron su dimisión. Además, expresó que fuerzas no identificadas buscaban avivar un golpe de Estado en su contra y acusó a los medios rusos de librar una guerra de información en su contra.
Este mes, Armenia organizó un ejercicio militar conjunto con Estados Unidos, que criticó la operación militar de Azerbaiyán. Turquía -como ya mencionamos, miembro de la OTAN- apoya a Azerbaiyán.
Los líderes de Armenia y Azerbaiyán se reunirán el 5 de octubre en Granada en el marco de la cumbre europea para abordar la negociación de un tratado de paz entre ambos países,
También estarán presentes el presidente de Francia, el canciller alemán, y la presidente de la Comisión Europea,
En definitiva, hubo estados agresores -Azerbaiyán, Turquía e Israel- y un pueblo agredido -el de Armenia y de Artsaj-, que durante seis semanas resistió por el derecho a su autodeterminación en la región de Nagorno Karabaj.
Como hace 100 años, las tierras armenias en la región del Cáucaso Sur quedaron reducidas por el avance genocida. Como hace 100 años, las fuerzas ultranacionalistas y fascistas avanzaron sobre los pueblos. También como hace 100 años, es necesario que los pueblos vuelvan a unirse para terminar con el sufrimiento que vienen atravesando hace décadas.
Por su parte, la diáspora armenia esparcida en el mundo, que es numerosísima, está en pie de alerta y activa en ayuda humanitaria ante esta situación.
Llámese panturquismo, sionismo, fundamentalismo, imperialismo o fascismo, el enemigo que enfrentan en la región es el mismo: el derecho a la libertad y al capitalismo. Armenios, kurdos, palestinos, árabes, turcos, azeríes, yezidíes, alevíes, griegos y asirios, entre otros, todos ellos deben superar los límites de las causas nacionales y entender que la causa de los pueblos es una sola. Porque son los mismos pueblos que resisten por el derecho de vivir en libertad y en paz en Rojava, en Siria, en Palestina o en Artsaj.
(*) Abogada. Docente jubilada de la cátedra de Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho (UNC)
Es de hacer notar también que , detrás de todo esto están las ambiciones de Putin de recrear la gran Rusia de la URSS. , según lo viene manifestando y en vez de ser una fuerza de paz , es una fuerza que dirige el tablero de ajedrez para conseguir lo que busca . Por su lado Europa necesita del gas azeri y nada dice .