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Impugnaciones ordinarias y extraordinarias en el CPCC de Córdoba

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La jurisprudencia, entendida como práctica judicial o uso forense, tiende a crear un nuevo derecho dentro del marco de posibilidades del texto legal, tratando de colmar la laguna entre la ley y la auténtica vida jurídica. Así, impide que el proceso de cristalización del derecho ocasione el divorcio entre la ley y la vida del derecho, entre la norma y el derecho que en realidad rige. Por ello la jurisprudencia asume una función creadora dando contenido a las disposiciones generales de la ley o proveyendo con la interpretación evolutiva de la norma jurídica formas nuevas de aplicación que se adecua a la cambiante realidad. Sucede que las más de las veces esta función creadora es desdeñada cuando los fallos de los jueces son citados o transcriptos “a tontas y a locas”, o sea sin orden ni crítica, por su sola proximidad con el tema analizado. Al respecto, Cossio –con la pureza iusfilosófica de sus razonamientos– advertía que trabajar con jurisprudencia significa partir del análisis de los precedentes para determinar los principios formales y materiales en que realmente se apoyan, cuestión que se reduce a aclarar cuáles son los estándares de apreciación, cómo se juzga y por qué se deciden los conflictos de intereses a tenor de las vivencias del mundo humano donde se plantean (cfr. “El Derecho en el Derecho Judicial”).
Quienes tenemos la suerte de conocer a Raúl E. Fernández sabemos que asumió el compromiso de llevar adelante tremenda investigación con plena conciencia de lo expuesto. Por ello nos atrevemos a pronosticar que “Impugnaciones ordinarias y extraordinarias en el CPCC de Córdoba” será una obra de alto vuelo donde se desarrolla exhaustiva y profundamente el sistema impugnativo del Código de Rito provincial; pero que, a diferencia de otros trabajos sobre igual tópico, busca en el derecho vivo de los jueces la explicación de los vericuetos que presenta el sistema aludido, su teoría y su práctica.
El ingenio del autor se aprecia desde las primeras páginas, porque con un equilibrio digno del mejor trapecista logra armonizar –confrontación y ponderación mediante– sus propias orientaciones interpretativas sobre los temas explorados con la de otros juristas, para luego depurar al máximo las conclusiones extraídas, filtrándolas por el tamiz de la doctrina judicial. En la actualidad se ha incrementado el número de monografías jurídicas; lamentablemente, como contrapartida, ha progresado vertiginosamente la cantidad de obras insustanciales, intrascendentes, oportunistas e inútiles, y como sucede desde un punto de vista económico con la “ley de Gresham”, según la cual la moneda mala expulsa a la buena. Algo semejante podría suceder en el ámbito científico jurídico. Pues bien, ello no ocurre con “Impugnaciones ordinarias y extraordinarias en el CPCC de Córdoba” , porque surge prístina la recia voluntad del autor de abordar con el máximo rigor el tema elegido, lo que demuestra la solidez de su formación, que nos confirma –una vez más– su dominio respecto del derecho procesal. A poco andar se aprecia que el material que nos ocupa ha sido desde su misma concepción un libro muy especial para el autor, porque deja entrever un entusiasmo inusitado para desentrañar cada una de las complicaciones y vericuetos que el sistema de impugnaciones va poniendo a su paso. Y lo hace apropiadamente, porque cada reflexión, cada opinión personal, viene avalada por años de investigación, de pronunciar la voluntad concreta de la ley como miembro del Poder Judicial de esta provincia. Por ello, no se trata de un libro meramente informativo; es además constructivo, donde se entreteje un repertorio de ideas fuertemente sugestivas que servirán para encauzar preocupaciones; será material de auxilio para recorrer con mayor seguridad una ruta intrincada, donde los baches de los medios impugnativos suelen bloquear el propósito de arribar a conclusiones válidas. Que un libro es malo se ve enseguida; que es bueno, también. Pero que sea bueno no quiere decir que las conclusiones no puedan ser discutibles. Lo primero que necesita el lector de un libro científico es sentirse seguro. Y se siente seguro si la información es adecuada, si está ponderada, si no se le agobia intentando engañarle, suponiendo una erudición falseada acrítica, cuando la sistemática del libro simplemente expresa el aflorar del rigor o cohesión lógica que resultó de la investigación, y no es una norma artificiosa deformadora de los hechos; cuando los juicios del autor hacen aparecer la penetración y su buen fundamento; cuando esos fundamentos para resolver han sido buscados donde era necesario. Todas estas características típicas de un trabajo seriamente asumido se manifiestan en la obra. Seducido pero no tiranizado por la temática abordada, el autor ha sabido estructurar lógicamente su trabajo, donde cada uno de los aspectos debatidos guarda estrecha vinculación y coherencia, para utilidad tanto del profesional como del científico. Al primero se le ofrece un libro cerrado, comprometido y seriamente fundado; al segundo –en singular combinación– un libro abierto y sugerente.
Raúl E. Fernández se esmera por hacer de éste un libro legible; autolimitando sus impulsos por profundizar en cuestiones conceptuales, relega a apéndices todas aquellas discusiones que pudieran alejar a ciertos lectores menos acostumbrados a los modos de razonamiento más propios del ámbito académico. Entre las múltiples virtudes del libro destacaría dos en particular. Ante todo –y como ya se adelantó– esta obra está suficientemente bien razonada y fundada como para mantener vigencia a pesar del paso de los años. Por estas razones, “Impugnaciones ordinarias y extraordinarias en el CPCC de Córdoba” se alza como un material de lectura importante para los operadores jurídicos, quienes debemos lidiar cotidianamente con cuestiones como las aquí abordadas. Y si bien el libro ha sido diagramado y pensado por, para y desde nuestra Córdoba, puede resultar fructífero para cualquier lector de extraña jurisdicción que a él se aproxime (v.gr. La Alzada. Poderes y Deberes, Azpelicueta – Tessone). En definitiva: este material representa un excelente modelo acerca de cómo combinar de un modo inteligente estudios y herramientas propias del derecho, la lógica, las claves de la argumentación y la teoría del derecho. En segundo lugar, destacaría el modo en que se enfrentan y rebaten muchas de las respuestas para varias cuestiones de que la obra se ocupa. En efecto, en “Impugnaciones ordinarias y extraordinarias en el CPCC de Córdoba” se discuten, con rigor pero con llaneza, muchas alternativas que siguen apareciendo producto de la hermenéutica que muchas veces debe llevarse a cabo para que el sistema funcione de acuerdo con la finalidad para la cual ha sido instituido. Raúl E. Fernández es un hombre intelectualmente ambicioso. Si partimos de la premisa de que el modo de estructurar los medios de impugnaciones de las resoluciones judiciales constituye –a decir de Wach– uno de los problemas más difíciles de resolver en el ámbito de la legislación procesal, animarse a llevar adelante una investigación de esta envergadura, conociendo a priori las dificultades que debía sortear para poner a disposición de la literatura jurídica una obra práctica que, por tal, reclama claridad, es una muestra acabada de ello. Pero gracias a Quien escribe el libreto de nuestras vidas, quien dotó al autor de una capacidad notable, hoy se puede contar con una obra de las características enunciadas, donde claridad y soltura expositiva han sido la “piedra de toque” en la previa del autor. Desde lo metodológico, este libro ha sido estructurado atendiendo al (los) objetivo (s) buscado(s): brindar soluciones prácticas sobre el tema. En 18 capítulos, que suman algo más de 580 páginas, el autor nos lleva a recorrer el campo de los medios impugnativos, combinando y ponderando –como ya se expuso– opiniones personales de otros autores y, sobre todo, cada una lacrada con el sello de la doctrina judicial. Así pues, a los ojos incluso del lector más exigente, la estructura elegida debe aplaudirse, máxime si se considera al derecho como algo “fluyente, flexible…”, en que la jurisprudencia ocupa un lugar destacado por ser el medio por el cual se evita que se cave una profunda fosa entre el derecho y la ley (Spota). Por la inteligencia del autor, la claridad de su exposición y la agudeza de las reflexiones que incluye, “Impugnaciones ordinarias y extraordinarias en el CPCC de Córdoba” comienza a parecerse a un clásico, un libro en el que se han detectado problemas llamados a perdurar y en donde dichos problemas son mirados de un modo distinto, lejos de las inercias y perezas propias de otros estudios sobre el tópico. En suma: es un libro con la complejidad necesaria para reflejar adecuadamente el derecho positivo, pero lo suficientemente simple, con la claridad justa, como para ser útil en la práctica. A partir de allí, ni el teórico ni el práctico se verán defraudados por la lectura de este trabajo. Sólo es dable esperar que Raúl E. Fernández siga ofreciéndonos bocados tan apetitosos ■

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