La incertidumbre es un común denominador en época eleccionaria y esto, por defecto, repercute en el mercado inmobiliario.
En este contexto, los players del sector plantean dudas con respecto a la previsibilidad de éste, pero tienen amplias expectativas en cuanto a mantener un buen ritmo de ventas. “Los argentinos ya estamos acostumbrados a la incertidumbre”, dice Marcelo Roggio, de Sergio Roggio Resorts. Las preocupaciones giran, en cambio, en torno a la inflación.
“Por lo general hay parates en las inversiones un tiempo antes de las elecciones, pero creo que este año va a ser distinto ya que las expectativas tanto de los que vendemos como de los que compran son sumamente favorables, más allá del resultado político”, dice con optimismo Martín Rodríguez, de Sergio Villella Rosario. Esta posición está alimentada, básicamente, por una cosecha prometedora del agro, una de las principales fuentes de inversiones del mercado inmobiliario.
Leandro Duvo, gerente de la Inmobiliaria Bullrich, de Buenos Aires, se manifestó en similares términos. Para él, el punto fuerte del real estate es que resguarda valor y, en este contexto, el año eleccionario no podrá arruinarlo. Mientras tanto, otras empresas ponen el acento en la previsibilidad de las políticas cambiarias y monetarias. Analía Tuttolomondo, de Álamos del Plata, dice que ellos estiman “un ajuste monetario”, aunque “sin grandes incidencias en los valores en términos reales”.
No tan optimista se muestra Tomás Grondona, de la desarrollista Grondona y Asociados: “Las elecciones influirán en muchos aspectos. En primer lugar, porque sea quien fuere el que gane, tiene un manojo de problemas que deberá resolver: inflación, dólar atrasado, gasto descontrolado, tarifas subsidiadas, falta total de inversión, etcétera. En segundo lugar, porque es muy difícil que el negocio inmobiliario funcione en un esquema de alta inflación y dólar atrasado, pues una suba del dólar puede traer en corto plazo una baja de los inmuebles en esa moneda, por lo cual no hay apuro para comprar”, explica el empresario.
En este contexto, el tema inflación es, entonces, la mayor preocupación, y se observa en el real estate por los incrementos en materiales y mano de obra. “El desarrollador pudo trasladar parte de estos incrementos al precio, y la otra parte los absorbió en detrimento de su margen de utilidad”, plantea. A esto, Grondona agrega que “la inflación, con dólar controlado y atrasado, desincentiva al inversor”.