Las principales problemática fueron referidas en una guía recientemente publicada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Las condiciones del trabajo han cambiado drásticamente con la llegada de la pandemia de coronavirus. En el marco de las disposiciones de aislamiento y distanciamiento social, muchas empresas decidieron que los empleados realizaran sus labores cotidianas desde el hogar, en la medida de lo posible.
Esto trajo aparejado un importante cambio de rutinas en el mundo laboral, que tiene sus consecuentes riesgos psicosociales, los cuales deben ser abordados por las organizaciones y las políticas públicas.
Al respecto, este mes, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó una nueva guía práctica denominada “El teletrabajo durante la pandemia de COVID-19 y después de ella”.
En este extenso documento, se enumeran, en principio siete riesgos psicosociales referidos a la salud y la seguridad en el ámbito laboral, a los que actualmente pueden estar expuestos trabajadores de todo el mundo.
En primer lugar, se destacan el tecnoestrés, la adicción a la tecnología y la sobrecarga, los cuales “aumentan la fatiga, la irritabilidad y la incapacidad de desconectar y descansar adecuadamente”.
En segundo lugar, se ubica una cuestión en ascenso relacionada con “el aumento del consumo de alcohol y otras drogas recreativas o de mejora del rendimiento”. Según se precisa en el documento, estas sustancias pueden aumentar las emociones negativas, disminuir el rendimiento y contribuir al aumento de la agresión y la violencia.
Mientras, también puede presentarse un “comportamiento sedentario prolongado”, que implica riesgos en los problemas de salud, incluidos los trastornos musculoesqueléticos, la fatiga visual, la obesidad y enfermedades cardíacas, por ejemplo.
Otro tema fundamental que es necesario advertir es la “ergonomía de los muebles del hogar” la cual “puede no ser óptima para el teletrabajo prolongado”.
En este sentido, el organismo internacional alerta que la responsabilidad de ajustar el equipamiento deben “ser compartidas”, entre empleadores y trabajadores.
En quinto lugar, las empresas deben considerar que debido al aislamiento prolongado, “existe el riesgo de agotamiento” y el aumento de la sensación de “exclusión”.
Mientras, también es fundamental considerar que “las herramientas tecnológicas y de Internet lentas o irregulares también pueden causar frustración o irritabilidad”.
Finalmente, la OIT indicó que es posible que se agraven los conflictos entre las tareas laboralesl y la vida privada”, particularmente “en el caso de las personas con responsabilidades de cuidado, como los padres con hijos en edad escolar en el hogar”.
Hacia el futuro
En este escenario en permanente cambio derivado de la crisis sanitaria, muchos países como Argentina han combinado fases de mayor aislamiento con otras de menores restricciones para permitir, sobre todo, el funcionamiento de la economía.
Esto también requiere una reflexión y acciones específicas para tomar en el mundo laboral, según destaca la OIT.
“A medida que algunos países comienzan a entrar en la próxima fase de gestión de la respuesta a la pandemia de Covid-19, los empleadores se preparan para el regreso de los trabajadores a las oficinas, fábricas y comercios” indica el documento y agrega que “sin embargo, la reapertura de los lugares de trabajo y la economía no será estática; puede estar sujeta a los retrocesos provocados por una segunda oleada del virus y, en todo caso, sin duda esto no ocurrirá en un solo día”.
Por otro lado, considerando un escenario futuro, la entidad asegura que “durante el próximo período sumamente incierto, los trabajadores, empleadores y Gobiernos tendrán que adaptarse a una nueva forma de vida y trabajo, que requerirá nuevos comportamientos y nuevas normas”, por lo cual “lo más probable es que implique una forma híbrida o mixta”.
En este sentido, y considerando los riesgos psicosociales que pudieron conocerse en este tiempo transcurrido de pandemia, se recomienda “actualizar o elaborar una política de teletrabajo y de retorno las oficinas basada en la experiencia del plan inicial” ante el Covid.19 y que “tenga en cuenta la información provista por parte de los trabajadores y la dirección de lo que funcionó bien, lo que se puede mejorar y la posible necesidad de inversión en las nuevas tecnologías digitales necesarias”.
Además, señalan los especialistas es primordial que trabajadores y representantes “examinen las enseñanzas que se pueden extraer de la fase actual de la pandemia con respecto a la forma en que la dirección y los trabajadores hicieron la transición al teletrabajo, y que luego utilicen esas experiencias para modificar las políticas existentes o iniciar nuevas políticas”.
También, se sugiere “incluir directrices para la adopción de decisiones relativas a la protección de los grupos vulnerables dentro de la fuerza laboral, como los trabajadores con problemas de salud subyacentes, los trabajadores de edad avanzada, que pueden correr un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud graves, los trabajadores que comparten el hogar con una persona que tiene problemas de salud subyacentes, y las mujeres, que probablemente asumen de manera desproporcionada la responsabilidad de la prestación de los cuidados en caso de cierre de las escuelas o las instalaciones de cuidado”.
Otras sugerencias son “evaluar las diversas funciones dentro de la organización a fin de determinar si se pueden realizar mediante el teletrabajo”, considerar la posibilidad de enmendar las políticas existentes, y evaluar de forma continua la experiencia de los trabajadores”.
“En el futuro, será imperativo garantizar que los interlocutores sociales desempeñen un papel central para aprovechar las enseñanzas extraídas durante las dos primeras fases de la respuesta inicial a la pandemia y de la transición del trabajo en la oficina al teletrabajo”, dice la OIT.