Lejos del proverbio popular que dice que el dinero hace (o al menos acerca) al bienestar, las investigaciones sobre economía y comportamiento indican la relevancia de otras variables.
La relación entre situación económica, emociones, comportamiento y bienestar es estudiada por Martín Tetáz, investigador del Instituto de Integración Latinoamericana (IIL) y del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (Cedlas), y de docente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
También autor del libro Casual Mente, Tetáz disertó en Córdoba en una jornada Juevex de TEDxCórdoba.
En diálogo con Comercio y Justicia, especificó algunos de los hallazgos de la ciencia sobre aquella temática.
-Su planteo parte de la idea de que las decisiones económicas que toman las personas tienen un importante componente emocional. ¿Cómo se explica esta relación?
-Durante mucho tiempo siempre se creyó que las decisiones que tomaban las personas eran de dos tipos: unas racionales y otras más emocionales. Ahora sabemos que, en realidad, las emociones colorean o permiten que cada una de las opciones que tenemos como alternativas en un proceso de decisión tengan algún peso dentro de ese mismo proceso. En última instancia, lo que hacemos es un cálculo costo-beneficio cada vez que tomamos cualquier tipo de decisión, no solamente las económicas sino de cualquier otro aspecto de la vida, y en esto las emociones juegan un rol fundamental para poder valorar las opciones disponibles. De alguna manera, a partir de nuestra experiencia autobiográfica, en nuestra memoria están cargadas emociones que son asignadas a cada una de las decisiones. Al respecto, es muy conocido el caso de Phineas Gage quien, a raíz de un accidente, no podía decidir por qué no podía asignarle valor emocional a las decisiones.
-¿Esta relación también puede explicar el impacto subjetivo (más allá del material) que tiene en las familias la situación económica por la que atraviesa el grupo?
-La cuestión familiar es afectada de dos maneras. En primer lugar, claro, lo que afecta es la carencia de recursos. Entonces, por ejemplo, la situación de desempleo o la situación de un familiar que está pasando por un problema económico importante afecta de manera negativa en los niveles de satisfacción con la vida y en los niveles de felicidad subjetiva que reportan las personas en las encuestas. Pero no así: contrariamente a lo que muchos creen, cuando las familias ya tienen cubiertas esas necesidades, tener más ingresos o tener menos ingresos no afecta en lo más mínimo lo familiar y no mueve positivamente la aguja emocional.
-¿Qué relación se puede hacer hoy, en épocas de imperio del mercado, entre felicidad y capacidad de consumo?
-En realidad, durante mucho tiempo se creía que la felicidad dependía del consumo instantáneo de los bienes. Ahora sabemos que esto se descompone al menos en tres partes. Sabemos que hay felicidad y satisfacción asociadas a la planificación del consumo futuro (es decir, la gente empieza a liberar dopamina por anticipación). Luego, obviamente, está la situación de disfrutar la circunstancia placentera en el momento que sucede. Y finalmente, está el recuerdo del placer, que tiene que ver con mirar hacia atrás y rememorar. Esto generalmente está asociado a experiencias y no tanto al consumo de cosas concretas.
-Entonces ¿se cae el mito de que el dinero hace la felicidad o al menos la acerca?
-Totalmente. El dinero ayuda cuando no tenemos nada y depende mucho de cómo lo gastemos. Cuando gastamos el dinero en la gente que nosotros queremos, en nuestros hijos, en familiares y en alguien que la está pasando mal, en ese caso, eso ayuda a mejorar nuestros niveles de felicidad. Pero cuando lo gastamos en nosotros y ciertamente cuando lo gastamos en cosas materiales, eso no nos mueve la aguja del bienestar. No obstante, la situación mejora cuando gastamos nuestro dinero en experiencias, porque no sólo tenemos la posibilidad de vivirlo sino también de recordarlo.
-¿Cómo se puede definir la felicidad y cuáles son los componentes que están involucrados, según las investigaciones actuales?
-Ésa es la más difícil de todas porque es una pregunta filosófica por excelencia. Nosotros, como investigadores, sabemos lo que responde la gente cuando le preguntamos por sus niveles de felicidad. Y ella responde. Por lo tanto, parece que la gente entiende lo que es la felicidad. Pero es un poco difícil definir qué es la felicidad para cada uno. En las investigaciones sobre economía y felicidad, simplemente la definimos como una percepción subjetiva que está asociada al bienestar definido invididualmente por parte de cada uno. Ahora, todas las investigaciones muestran que, lejos del dinero, la felicidad depende en gran parte del tiempo que pasamos con la gente que queremos. Entonces, si nosotros pasamos mucho tiempo con gente que queremos, con amigos, con la familia, en actividades sociales, ese tipo de cosas es el que más felices nos hace. Paradójicamente, en la vida actual dedicamos demasiado tiempo a trabajar para poder conseguir bienes de mercado y ese tiempo se lo quitamos a la familia. Después, en segundo lugar, las personas refieren la importancia de tener un proyecto de vida. Tener ideas, sueños y metas es lo que nos da sentido y también mueve positivamente la aguja de la felicidad.