El 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud. Este año, la fecha se centra en los debates sobre medio ambiente y sostenibilidad
El próximo jueves 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud. Este año, bajo la consigna “nuestro planeta, nuestra salud”, la intención es poner en el centro del debate los riesgos del cambio climático y la necesidad de transformar los modelos productivos hacía un paradigma de “economías del bienestar”.
Sobre estas bases, la Organización Mundial de la Salud (OMS) precisó en un comunicado de prensa que, anualmente, se contabilizan más de 13 millones de muertes, en todo el planeta, vinculadas a causas ambientales que pueden evitarse. De hecho, actualmente, la crisis climática es “la mayor amenaza para la salud a la que se enfrente la humanidad”, advirtió el texto publicado por el organismo con motivo de esta efeméride.
“Más del 90% de las personas respiran un aire insalubre que es consecuencia de la quema de combustibles fósiles”, alertó la misiva, al mismo tiempo que explicó que, “debido al calentamiento del planeta, los mosquitos propagan las enfermedades más lejos y más rápido que antes* y que “los fenómenos meteorológicos extremos, la degradación del suelo y la escasez de agua están desplazando a las personas y afectando a su salud”.
Además, la OMS detalló: “La contaminación y los plásticos llegan hasta el fondo de nuestros océanos más profundos, de las montañas más altas, y se han abierto paso en nuestra cadena alimentaria” y agregó: “Los sistemas de fabricación de alimentos y bebidas muy transformados y poco saludables están impulsando una ola de obesidad, aumentando el cáncer y las enfermedades cardiacas, al tiempo que generan un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero”.
En este contexto, es clave pensar en el concepto de “economías del bienestar”, un cambio de paradigma de los modelos productivos que propone el cuidado de los recursos naturales, la disminución de las desigualdades y el lugar central de la salud humana.
“Las economías del bienestar deben velar por el bienestar de las personas, la equidad y la sostenibilidad medioambiental. Estos objetivos se han de plasmar en inversiones a largo plazo, presupuestos enfocados al bienestar, protección social y estrategias legales y fiscales”, dice la OMS
Mientras, en lo referente a la salud, no se trata solamente de considerar los efectos físicos sino también las dolencias subjetivas y los efectos psicosociales que tienen los fenómenos meteorológicos devastadores, cada vez más frecuentes dado el proceso de degradación del medio ambiente.
A este respecto, un informe que vuelve a tomar protagonismo para esta fecha es el titulado “Cambio climático para profesionales de la Salud”, el cual fue publicado hace un par de años junto a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y es parte de la batería de documentos de consulta para esta nueva conmemoración.
La publicación enfatiza no sólo en el impacto físico de las catástrofes naturales sino en sus consecuencias de mediano y largo plazo en términos psíquicos y psicosociales.
Afecciones
“De manera general, todos los fenómenos meteorológicos extremos vinculados al cambio climático, como las inundaciones, las sequías o los huracanes, pueden provocar afecciones mentales antes, durante y después de que ocurren”, precisa el informe.
El documento destaca la “fuerte carga emocional y psicosocial” que se encuentra asociada a la pérdida de personas queridas, a los desplazamientos forzados y al daño de los bienes materiales.
“Se trata de situaciones particularmente estresantes para las personas de edad, pero también para los adultos y los jóvenes, sobre todo aquellos que ya sufren de enfermedades mentales”, se advirtió
“En efecto, las personas con problemas de salud mental constituyen uno de los grupos que más riesgo tienen de sufrir las consecuencias negativas del cambio climático”, precisó el reporte.
Además, se explicó que este tipo de dolencias subjetivas puede continuar presente durante meses y años, dependiendo de múltiples factores a los que se ven expuestos individuos y comunidades.
Entre tales variables se encuentran la percepción del riesgo meteorológico, la existencia de problemas sociales y cuadros de salud mental complicados previos.
Por otro lado, la ansiedad y la depresión se encuentran entre las afecciones más prevalentes en poblaciones que han sufrido los efectos del cambio climático como sequías, huracanes e inundaciones.
Según específica la OPS, estás dolencias “constituyen una carga importante para la población en general y son también factores de riesgo asociados con otras enfermedades mentales”.
En tanto, el denominado estrés postraumático también se presenta con alta prevalencia en el grupo de damnificados de una catástrofe natural.
Finalmente, “los problemas psicosociales relativos a los fenómenos meteorológicos representan una carga social y financiera que puede afectar la salud mental de las personas o que favorece comportamientos nocivos para la salud, como el alcoholismo o las toxicomanías*, dice el reporte.”En algunos casos, los problemas psicosociales pueden incluso llevar al suicidio”, advierte la OPS, especificando que estos malestares se presentan en un contexto en el que se articulan la pérdida de empleo, la disminución del ingreso familiar, la reducción del acceso a los alimentos y los servicios de salud, y el desplazamiento forzado.