El psicoanalista Jorge Assef, director de la revista Mediodicho, señala algunas condiciones de época que posibilitaron que el magnate se convirtiera en presidente de la potencia mundial
Por Luz Saint-Phat – [email protected]
Ayer, el mundo despertaba con la noticia de que Donald Trump se había convertido en presidente de los Estados Unidos, luego de una ajustada elección contra Hillary Clinton.
El magnate millonario, que se hizo su lugar en el partido republicano a fuerza de un discurso poco más que polémico, logró el apoyo de amplios sectores de su país y consiguió los electores necesarios para ocupar el lugar de primer mandatario de una de las potencias mundiales.
El muro en la frontera con México, la prohibición del ingreso a los musulmanes y otras restricciones migratorias, la libre posesión de armas, la reducción de impuestos y las medidas económicas de corte proteccionista son sólo algunos de los ejes de un discurso que sedujo a los votantes suficientes pero que puso en estado de alerta a gran parte del mundo.
Reflexionar y comprender el fenómeno por el cual se logró este ascenso de un hombre lejano a la tradición bipartidista norteamericana es en estos días parte de las discusiones cotidianas. Jorge Assef es psicoanalista miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). También es docente y director de la publicación Mediodicho de la EOL Córdoba (http://www.eolcba.com.ar/portfolio-items/mediodicho-42/).
No casualmente, el último número de esta revista se tituló con el interrogante ¿De qué tenemos miedo? Allí, entre otros temas, se aborda el surgimiento de Trump como figura política producto de esta época.
“El triunfo de Trump es el efecto de una política basada en el miedo”, dijo Assef en diálogo con Comercio y Justicia y aportó algunas líneas para reflexionar sobre los hechos recientes.
El desorden y los semejantes
“En 1968, con anticipación, Jaques Lacan hace referencia a la caída del gran otro y señala que ya no existe. Se trata de la caída del padre, como figura de la autoridad, que para el psicoanálisis es fundamental ya que resulta ordenador del psiquismo”, explicó Assef.
“En este sentido, Lacan dice que lo que va a quedar como cicatriz de esta caída es algo que va a hacer un efecto de segregación. Es decir, al no haber un ordenador, lo que se produce es que se vuelve homogénea la relación entre los sujetos y cualquiera puede representar un peligro para el otro”, agregó el psicoanalista en conversación con este medio.
“Una vez que las referencias han caído y que las jerarquías ya no ordenan, nadie garantiza nada y el desorden es un riesgo, lo cual tiene como efecto que las personas se aferren a lo que pueda surgir como garante”, dijo.
“Y la tentación más fuerte es el surgimiento de estas figuras mesiánicas que vienen del lado de la segregación. El discurso es ‘te voy a resguardar segregándote, separándote en una burbuja, del resto del mundo’. En esta lógica, el otro es un peligro inminente, pero ya no se trata de Stalin -por ejemplo- sino del congénere, del semejante”, explicó Assef.
Sobre este punto, en la última edición de la revista, se publica una entrevista al filósofo Jean Claude Milner, quien señala: “En un tiempo, la sociedad entera tendrá miedo de cada uno”.
Al respecto de este artículo de Mediodicho, Assef indicó que el entrevistado señala que “los más expuestos a sentir miedo en esta época son justamente los sectores más vulnerables porque son los más excluidos” y agregó: “Cuando una política apela al miedo al semejante, toca particularmente los temores de los más vulnerables que a su vez son los más numerosos”.
Cicatriz*
“Con Donald podemos encarnar plenamente lo que se presenta como una paradoja: es por una carrera de empresario y no de político que demanda el poder para gobernar su país y resolverle los problemas, es decir, como alguien partidario de la caída de todas las barreras para la expansión homogénea de los mercados, y sin embargo, agita sin tapujos para sus electores las banderas del retorno de un ‘nosotros’ a constituir por la radical segregación de los otros.
O sea ¿por qué Donald no se presenta de un modo ‘políticamente correcto’, de ese modo que es la anulación de la política clásica, encarnando para el reportaje (y luego de mostrarse en ejercicios corporales saludables) la promesa de la nueva humanidad que promete la biopolítica más avanzada, la existente en su país?
Porque hay síntoma, hay lo que no funciona para el discurso dominante, hay miedo, y Donald y poblaciones enteras se hacen síntoma de ese síntoma con el recurso a modos patentes o latentes de segregación para reinventar el lazo social perdido.”*Fragmento del artículo Sobre la política del miedo y el discurso de Donald Trump, del psicoanalista Juan Carlos Indart, en revista Mediodicho Nº 42