jueves 19, diciembre 2024
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Coronavirus: señalan los peligros psicosociales relacionados con la incertidumbre laboral

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Según destacó la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la situación de crisis puede provocar ansiedad y agotamiento, entre otros malestares. Instan a aplicar medidas para reducir los riesgos.

Luz Saint Phat / [email protected]

En un extenso documento publicado esta semana, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indicó los principales problemas de salud mental a los que se encuentran expuestos los trabajadores de todo el mundo, frente al avance de la pandemia de Covid-19 y en relación a cómo los distintos Estados han implementado medidas necesarias pero que, a su vez, alteran la rutina laboral de la fuerza de trabajo.

En este sentido, el informe publicado con motivo del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo 2020 titulado “La seguridad y la salud en el trabajo pueden salvar vidas” precisó que “los confinamientos y las interrupciones de los negocios que estos provocan, las restricciones de viaje, los cierres de escuelas y otras medidas de contención han tenido repercusiones repentinas y drásticas en los trabajadores y las empresas”.

En este sentido, la entidad destacó que esta situación tiene incidencia subjetiva -además de sanitaria, económica y social- ya que “durante un brote como el de Covid-19, toda la población está sometida a niveles de estrés elevados que pueden tener efectos graves en la salud mental, especialmente en los casos en que se impone el aislamiento obligatorio en el hogar”.

Según se detalló, “los trabajadores pueden verse afectados por los peligros psicosociales derivados de la incertidumbre presente y futura de la situación laboral o de los cambios en los procesos y disposiciones laborales”.

En este punto, la organización indicó que prevalece en muchos casos el temor a perder el empleo o la fuente principal de ingresos, lo cual puede provocar “consecuencias negativas en el bienestar y la salud mental de los trabajadores, como la depresión, el agotamiento y la ansiedad”.

Además, los trabajadores también se encuentran expuestos a otros factores que provocan estrés, entre los cuales predominan el temor por el propio bienestar o el de los miembros de la familia y compañeros de trabajo, la falta de apoyo social o de tejido social que es común ante estas situaciones de emergencia y la tensión que puede general el aislamiento físico, entre otros elementos.

En el caso específico de los trabajadores que se encuentran en tareas que responden a las problemáticas de emergencia, estos riesgos psicosociales tienden a aumentar de manera drástica, sobre todo teniendo considerando la escasez de los recursos y la extensión que muchas veces registra la jornada horaria.

En tanto, la misma situación de los trabajadores sanitarios pueden afrontar los empleados de otros sectores que pertenecen a tareas esenciales. Al respecto, indicó la OIT que “el aumento de la carga de trabajo y la reducción de los períodos de descanso pueden afectar también a otros trabajadores, como los que participan en la producción de bienes esenciales, en el reparto y el transporte o los que velan por la seguridad y la protección de la población”.

En cualquiera de estos casos, se percibe un incremento en la fatiga y el nivel de agotamiento lo cual repercute negativamente en la vida privada de los trabajadores y, además, aumenta el riesgo de las lesiones profesionales y accidentes de trabajo.

Teletrabajo

Otro capítulo del mismo informe de la OIT señala la importancia de considerar la incidencia que tiene la cuarentena en la salud mental, sobre todo en el caso de quienes desarrollan sus tareas laborales habituales desde el hogar.

Sobre este punto, una investigación que realizó en conjunto la entidad junto a Eurofound en 15 países previo a la crisis del coronavirus puso de manifiesto que 41% de las personas que trabajaban desde su domicilio se consideraban “muy estresadas”, en comparación con  25% de las que manifestaron esa condición mientras efectuaban sus labores desde la oficina.

“Trabajar desde casa puede provocar una sensación de aislamiento, jornadas laborales más largas y el desdibujamiento entre las líneas entre el trabajo y la vida familiar” aseguró el informe y agregó que “si bien el aislamiento puede facilitar la concentración, también es cierto que la falta de interacción social puede convertirse en un factor de estrés importante”, además de la importancia de considerar que “las horas de trabajo flexibles pueden convertirse en horas de trabajo excesivas, sin descansos, que continúan durante la noche, lo que conlleva riesgos asociados de insomnio”.

Tomando en consideración además la cuestión de género, el documento precisó que “establecer límites entre el trabajo remunerado y la vida personal puede ser particularmente difícil cuando se trabaja desde el domicilio. Especialmente para las mujeres, que siguen asumiendo las principales responsabilidades del trabajo no remunerado en el hogar, incluida la prestación de cuidados a los miembros de la familia y las tareas domésticas”.

Acciones

En este contexto de extrema complejidad, es importante que tanto los Estados como las empresas puedan aplicar medidas de Seguridad y Salud en el Trabajo (SST), precisó la OIT y recomendó extender a trabajadores de distintos segmentos disposiciones que usualmente se implementan en los ámbitos sanitarios.

En primer lugar, se destaca la necesidad de fomentar una buena comunicación y transmisión de la información actualizada para que “los trabajadores se sientan informados” y “tengan una sensación de control”.

Además, se considera importante disponer de un espacio donde los empleados “puedan expresar sus preocupaciones y hacer preguntas sobre los riesgos para su salud”. En este sentido, una tercera recomendación insta a la realización de “sesiones multidisciplinarias” con el personal que posibiliten identificar malestares y trabajar en estrategias conjuntas para la solución de los problemas.

La revisión de la cultura organizacional y de la sensibilidad hacia los demás; la elaboración de listas donde se puedan evaluar los puntos fuertes, débiles y limitaciones del malestar; el establecimiento de una red de compañerismo para proporcionar apoyo psicológico, vigilando el estrés y el agotamiento, además del establecimiento de períodos de descanso regulados para hacer suficientes pausas durante la jornada laboral, también pueden ser puntos fundamentales. 

Promover la salud física, el ejercicio y la alimentación saludable; poner a disposición un acompañamiento psicológico, establecer modelos de conducta seguidos por los directivos, organizar campañas que aborden la exclusión provocada por el miedo potencialmente excesivo del público al contagio o la contaminación (en el caso de los trabajadores sanitarios) y utilizar el humor junto a técnicas participativas también posibilitan cambios positivos en relación al bienestar de los trabajadores.

La crisis del mercado de trabajo en números

Según la tercera edición de las estimaciones del Observatorio de la OIT sobre el impacto del Covid-19 en el mundo del trabajo, estos son los datos más sobresalientes a nivel mundial:

– El porcentaje de trabajadores que viven en países donde se ha ordenado o recomendado el cierre de los lugares de trabajo ha disminuido de 81% a 68%  a lo largo de las últimas dos semanas, debido principalmente al levantamiento de las medidas de cierre de los lugares de trabajo en China.

– Actualmente , 81% de los empleadores y 66% de los trabajadores por cuenta propia viven y trabajan en países afectados por el cierre de los lugares de trabajo.

– El número de horas de trabajo disminuyó alrededor de 4,5% (lo cual equivale a 130 millones de empleos a tiempo completo en el primer trimestre de 2020, suponiendo un trabajo de 48 horas semanales), comparando la situación actual con el cuarto trimestre de 2019.

– Las estimaciones indican que las Américas (12,4 %) y Europa y Asia Central (11,8%) experimentarán la mayor pérdida de horas de trabajo durante esta crisis.

– Los trabajadores independientes y las pequeñas empresas representan más de 70% del empleo mundial en el comercio al por menor y cerca de 60% de los servicios de hostelería y de restauración, constituyendo los sectores más vulnerables. 

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