Por Diego Dequino (*)
Argentina inicia el próximo 10 de diciembre un nuevo camino de esperanza en materia económica, pero con la incertidumbre subsidiaria de los vaivenes a los que estuvo expuesta su economía en los últimos años.
El Presidente electo llevó adelante su campaña con propuestas radicalizadas en materia de reformas e instituciones económicas, que -no obstante- fue atenuando en su discurso en las distintas etapas del proceso electoral.
El próximo año será duro y complejo en materia económica: estaremos expuestos a errores no forzados que puedan conducirnos a riesgos mayores sobre la moneda y los precios relativos.
Inflación, déficit fiscal, presión impositiva, normalización cambiaria, recuperación del crédito para la gente, crecimiento del empleo privado, así como frenar la sangría de informalidad en las relaciones económicas serán, entre otros, los hitos más importantes del calendario que la economía argentina deberá afrontar en los próximos 48 meses.
La inflación de diciembre se acelerará porque aumentará la cobertura de los sectores debido a las inevitables medidas de corrección del tipo de cambio y de precios ancla de la economía.
Este año 2023 concluirá con una inflación anual próxima a 170%, valor que casi duplica el del año 2022, que a su vez casi duplicó el del año 2021.
Para frenar esa inercia de los precios deberán producirse cambios significativos entre los precios relativos del dólar, las tarifas y los ingresos fijos; poner un cierre a la monetización permanente para financiar el déficit fiscal y cuasifiscal; y comenzar cuanto antes la recuperación del crédito para familias y empresas.
El primer gran interrogante que se desvela con el resultado electoral es la moneda de referencia que utilizaremos en los meses venideros: el dólar.
Resta conocer cómo, con cuánto alcance y en qué tiempos se llevará adelante el programa de dolarización.
Si imaginamos la ejecución de ese programa, es probable que durante al menos los primeros ocho meses tengamos dos tipos de cambio.
Un tipo de cambio comercial para comercio exterior, que seguramente será un valor cercano a 550 pesos a valor de hoy.
Un tipo de cambio de libre acceso, con amplia condonación para ofertar dólares atesorados por la población, para todo tipo de operaciones (financieras, ahorro, giro de divisas, servicios personales incluyendo el turismo, etcétera), con un valor de partida que pondrá el mercado, difícil de predecir aunque por mera intuición podría ser el doble que el anterior.
En este programa la apuesta principal más probable será fortalecer la oferta interna de dólares billetes y dólares bancarios, hoy inexistente, por medio de facilitar la cancelación de contratos de la economía en dicha moneda.
Es previsible, entonces, que se intente la convergencia de ambos mercados durante esos meses a un valor intermedio.
En este esquema de una dolarización progresiva de la economía, será importante comprender si el Banco Central será sólo regulador del sistema bancario o también será organizador de la oferta de dinero de la economía.
El feriado de mañana (por hoy) nos otorga 24 horas para escuchar y reflexionar sobre los meses venideros, pero aprovechemos para sumar nuestros mejores deseos que nos permitan salir de la frustración permanente y vivir en una Argentina con moneda y con crédito para todos los ciudadanos.
(*) Economista