Por primera vez desde que comenzó el juicio contra Luciano Benjamín Menéndez y otros siete represores, una testigo, ex sobreviviente de La Perla, pudo relatar cómo vivieron los últimos días de vida los cuatro militantes del PRT, por quienes hoy se sustancia este proceso.
En la décima audiencia del debate, Mirta Susana Iriondo, de 54 años, aseguró haber sido quien dio de comer y asistió a Humberto Brandalisis, Flora Palacios, Carlos Lajas y Raúl Cardozo, luego de las torturas que recibieron.
Iriondo explicó ante el Tribunal Oral Federal Nº 1 que ella personalmente era, junto con Tita Buitrago, la encargada de alimentar a los detenidos, pero también de cuidarlos cuando regresaban de la “margarita”, lugar donde eran sometidos a diferentes tormentos.
Consultada por la Fiscalía, la testigo, doctora en matemáticas y actualmente funcionaria del Ministerio de Defensa de la Nación, pudo corroborar que los cuatro militantes fueron sometidos tanto a golpes como a la aplicación de picana eléctrica y poco tiempo después fueron “trasladados” (eufemismo de las ejecuciones).
A lo largo de su relato, la mujer reconoció en fotografías que le fueron exhibidas a Hilda Flora Palacios, y recordó la preocupación que ésta tenía por tres niños que había dejado (sus dos hijas de 1 y 3 años y otro pequeño indocumentado, hijo de desaparecidos, que había cuidado junto con su pareja).
En otro tramo de su declaración, Iriondo recordó a Cardozo: “Era dibujante, entonces le conseguí papel y algunos lápices y con eso hizo tarjetas de Navidad para todos”. Algunas de esas tarjetas fueron recuperadas por la testigo, luego de que el detenido fuera “trasladado”. Tres de ellas fueron exhibidas al Tribunal en la audiencia de ayer.
Asesinos de profesión
El testimonio de Iriondo, además de aportar datos sobre las cuatro víctimas de la causa Brandalisis, contribuyó a esclarecer cuál fue la participación que le cupo a Jorge Acosta en los hechos. El acusado ha insistido a lo largo de la instrucción y en el marco de este juicio, que en la fecha señalada él no podía estar prestando servicio en La Perla porque había sido trasladado a otro destino. Dicha coartada quedó sin sustento luego de que la testigo explicara que fue Acosta quien, el 23 de noviembre de 1977, la autorizó a ella y a otras cuatro detenidas a dormir en la casa de un familiar. “A ese día lo recuerdo porque esa noche fue el terremoto de Caucete”, explicó.
“Eran de profesión asesinos, su profesión era buscar gente, torturarlos y entregarlos al camión”, advirtió la testigo cuando el tribunal le consultó respecto del rol que le cupo a cada uno de los acusados.
“Torturar, torturaban todos”, agregó Iriondo, aclarando que Luis Manzanelli era quien hacía el trabajo de inteligencia y Carlos Alberto Vega, además, “era el choro”. A Menéndez lo señaló como quien daba las órdenes. “Anadón y González estaban debajo y después el grupo operativo”.
Torturas y traslados
Iriondo fue detenida el 19 abril de 1977 en la ciudad de Buenos Aires, torturada en El Vesubio y luego trasladada a Córdoba en avión para ser encerrada en La Perla, donde permaneció hasta octubre de 1978. Allí quedó embarazada de Héctor Kusman -otro detenido- con quien