Niegan permiso a una madre para radicarse en el exterior con su hijo

La Cámara de Familia destacó que tanto la maternidad como la paternidad traen aparejada una opción de vida y que necesariamente “deben compatibilizarse ambiciones y proyectos personales” en pos del bienestar de los niños. [privado] La Cámara de Familia de 1ª Nominación desestimó la apelación presentada por P.D. en contra del decisorio que no la autorizó a radicarse en el extranjero con su hijo menor de edad. Entre otras afirmaciones, la recurrente adujo que en el expediente figuaraba un contrato laboral con excelentes beneficios, que implicarían tranquilidad económica para su hijo; la reserva de banco en una institución escolar y constancias documentales de la casa donde residirían ambos. Así, las quejas de P.D. se centraron en que el a quo habría valorado insuficientemente las pruebas producidas y demás constancias de autos. También argumentó que la cuota alimentaria que abona el padre del niño no le permite afrontar sus necesidades. En primer lugar, la Alzada señaló que el vicio que se le reprochó al decisorio es materia de una vía impugnativa que no se intentó, ya que se le atribuye una infracción a las formas legales que autorizaría la interposición del autónomo recurso de anulación. Luego, plasmó que el juez inferior motivó correctamente su resolución y que fue suficiente y atinada su ponderación de las probanzas aportadas. Status quo Así, recordó que la lectura del planteo debía hacerse a partir de considerar el interés superior del pequeño involucrado, que se conecta con la idea de bienestar en la más amplia acepción del vocablo, y que que la ley 26061 destaca en su artículo 3 que debe respetarse el centro de vida del niño y que éste es el lugar donde pasó en condiciones legítimas la mayor parte de su existencia. A lo dicho sumó que en en la materia rige la pauta de la “conservación del status quo”, que si bien puede ser dejada de lado en determinadas circunstancias, aconseja no innovar en los casos dudosos, con el fin de evitar los trastornos de toda índole que una modificación en el régimen de vida pueda producir en el menor, como lo ha señalado la jurisprudencia. El tribunal opinó que en el caso la denegación de la autorización a la madre para radicarse con su hijo en un país extranjero fue razonable, en atención a que no probó, como era su carga, la indudable conveniencia del traslado pretendido, por motivos realmente justificados y con el máximo de garantías posibles. En esa línea, reseñó que la peticionante mencionó donde viviría en Chile, pero no acreditó tal posibilidad con título alguno y sólo se apoyó en la circunstancia de ser, al parecer, la residencia de su novio; que, no obstante sus dichos, tampoco probó que fuera el domicilio real de éste ni la actividad de la pareja ni su estado civil. “Todo ello no es indiferente, pues debe considerarse que la solicitante y su hijo dependerían, al menos por un tiempo, totalmente de esta situación de hecho, ya que ella no trabaja, aunque tenga un ofrecimiento para hacerlo”, subrayó. En cuanto a la educación del nene, consignó que tampoco dio garantías suficientes de su posibilidad en el país vecino, ya que sólo acompañó una planilla de solicitud de inscripción carente de datos y que no demostró que pudiera contar con un seguro de salud para atender los problemas de obesidad infantil que padece. Desde otro ángulo, la Cámara puntualizó que la recurrente no acreditó contar con recursos suficientes como para cumplir acabadamente con la cobertura de los traslados sistemáticos en avión que propuso para sostener la relación paterno-filial y resaltó que “la comunicación por ‘chats’ o ‘e-mails’ no puede sustituir el contacto personal”. Por otra parte, precisó que aunque el niño hubiese manifestado el deseo de “ir a Chile y ser feliz”, eso no significa que hubiera que acceder incondicionalmente a ese deseo si eso pudiera resultar perjudicial para su formación, ya que su palabra no es vinculante y debe valorarse con los restantes elementos del juicio. En esa inteligencia, el tribunal detalló que en la “lectura” de los dichos del menor, el juez suficientemente capacitado “deberá desentrañar cuál es la voluntad real, más allá de lo declarado sobre base de eventuales adoctrinamientos e interferencias". En cuanto a la aspiración del pequeño de “ser feliz”, opinó que eso será difícil de lograr “en ningún lugar del mundo” si los progenitores no abandonan sus actitudes de enfrentamiento, ya que “tanto la maternidad como la paternidad traen aparejada una opción de vida y necesariamente deben compatibilizarse ambiciones y proyectos personales en pos del bienestar del hijo”. Relación sentimental La alzada valoró que la insuficiencia probatoria destacada evidenciaba que no hay estabilidad suficiente en las circunstancias que rodearían al menor en el extranjero y que la radicación pretendida aparecía “más atada a la relación sentimental de la madre que a su autonomía y responsabilidad frente al niño y a su interés”. Por otra parte, ponderó la conveniencia de que el pequeño mantenga su residencia en el país, ya que de ese modo se respetarán sus raíces y se pordá sostener el vínculo regular que tiene con su papá y su familia. [/privado]

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