Por Sergio Adrián Castelli * y María Florencia Rodriguez **
En el competitivo y dinámico mundo de la tecnología, las disputas legales son algo común, y Google, el gigante tecnológico por excelencia, no es ajeno a ellas.
Actualmente, se encuentra inmerso en una batalla legal de proporciones significativas, enfrentándose a acusaciones de infracción de patentes de chip de inteligencia artificial por parte del científico informático Joseph Bates.
La demanda, que data del 2019, busca una compensación monumental de 1.670 millones de dólares en daños y perjuicios, poniendo en juego no solo la reputación de Google, sino también su posición en la industria de la Inteligencia Artificial (IA).
El caso gira en torno a las Unidades de Procesamiento Tensorial, una tecnología fundamental para el funcionamiento de diversos productos y servicios emblemáticos de Google, como son la Búsqueda, Gmail y el Traductor.
Estas tecnologías, que actualmente son las elegidas por investigadores y desarrolladores de IA para entrenar modelos de aprendizaje automático a gran escala, son el corazón de la infraestructura tecnológica de Google en dicho campo.
La argumentación de Bates es contundente: Google habría copiado su tecnología después de que él presentara sus ideas para solucionar problemas críticos en el desarrollo de la IA para los productos y servicios de la empresa.
Según él, las patentes en cuestión cubren aspectos esenciales de las Unidades de Procesamiento Tensorial de Google, lo que implica un uso no autorizado de su propiedad intelectual. Esta acusación no solo amenaza con un golpe financiero significativo para la firma, sino que también podría erosionar su reputación en cuanto a prácticas éticas y legales.
Google negó las acusaciones argumentando que sus ingenieros desarrollaron las Unidades de Procesamiento Tensorial de forma independiente, sin acceso ni conocimiento de la tecnología de Bates.
La defensa de Google se centra en desacreditar la validez de las patentes de Bates, argumentando que son inválidas y que, por lo tanto, no se infringió ninguna ley.
El inicio del juicio el 13 de marzo marca el comienzo de un proceso que se espera que se prolongue durante varias semanas. Las implicaciones de este caso son enormes, no solo para Google y Bates, sino también para toda la industria de IA.
En caso de que se determine que Google infringió las patentes de Bates, la compañía podría enfrentarse a una sanción financiera masiva y verse obligada a realizar cambios significativos en sus productos para evitar futuras infracciones. Esto no solo afectaría su balance financiero, sino también su posición competitiva.
Este no es el primer enfrentamiento legal en el que se ve envuelto Google en relación con acusaciones de infracción de patentes. La compañía tuvo que desembolsar cantidades astronómicas en acuerdos para resolver este tipo de demandas en el pasado.
Dado el rápido crecimiento y la importancia estratégica del mercado de chips de IA, el resultado de este caso podría tener consecuencias duraderas y profundas para el futuro de la industria.
En un mundo donde la innovación y la propiedad intelectual son activos clave, las disputas legales como esta no solo son una prueba de fuego para las empresas involucradas, sino también un recordatorio de la importancia de la integridad, la transparencia y el respeto por los derechos de propiedad intelectual en la era digital.
A medida que el juicio avanza y las partes presentan sus argumentos, el mundo tecnológico observa con atención, consciente del impacto que esta batalla legal podría tener en el futuro de la IA y más allá.
(*) Agente de la Propiedad Industrial.
(**) Abogada. Agente de la propiedad Industrial.