Indemnizan hipoacusia detectada en un colectivero

En la causa se constató el alto nivel sonoro en el ámbito laboral del trabajador, que es uno de los requisitos que exige la legislación, aun cuando ésta no contemple la actividad de chofer de ómnibus entre las que pueden ser resarcidas

La Sala Laboral del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (TSJ) admitió la casación presentada por un trabajador y condenó a la demandada Galeno ART SA, revocando así la sentencia que había rechazado la patología hipoacusia detectada por la pericia médica, relativa a la actividad de chofer de colectivos urbanos que realiza el demandante, ya que -si bien no está listada en el decreto reglamentario como capaz de producir esta patología- con la prueba se demostró que el accionante estuvo expuesto a un nivel sonoro superior a 85 decibeles (dB).

La jueza a quo había desestimado la hipoacusia, entendiendo que no se verificaron los presupuestos exigidos en el Sistema de Riesgos del Trabajo (SRT) para su procedencia, debido a que, entre las actividades con potencialidad para ocasionar la afección denunciada, la de chofer de colectivo no se encuentra entre ellas.

La sentenciante destacó que resultaba necesario que se acreditase que en el ambiente de trabajo el nivel sonoro superara 85 dB de modo continuo, entendiendo que si bien la pericia técnica era un medio idóneo, en el caso resultó insuficiente, ya que al “encontrarse las máquinas apagadas” no pudieron efectuarse las mediciones, recaudo que no puede subsanarse por prueba testimonial.

El trabajador se agravió alegando que la tarea que desarrollaba -conductor guarda-, en tanto implica el manejo de unidades de gran porte, resulta subsumible en la lista de actividades susceptibles de producir exposición al ruido.

En esa dirección, el accionante sostuvo que la exposición al agente de riesgo quedó demostrada, no sólo mediante testimoniales sino también a través del informe técnico, cuyas conclusiones fueron analizadas parcialmente, del que surge que sobre las unidades actuales se efectuaron mediciones por tramos y que se verificó que el nivel sonoro superaba 85 dB y, por momentos, alcanzaba 90 dB.

Ante ese panorama, el TSJ integrado por los vocales Luis Enrique Rubio, Mercedes Blanc de Arabel y Luis Eugenio Angulo indicó que la conclusión a la que se arribó en la instancia previa no se deriva de las constancias de la causa, ya que del informe técnico surgió que se efectuó un pormenorizado análisis respecto de las características del agente de riesgo en el ambiente de trabajo del actor.

Además, se informó que se trataba de un ruido variable en función de la topografía o del flujo del tránsito en el lugar y de las revoluciones o de la ubicación del motor.

Asimismo, el Alto Cuerpo indicó que, a diferencia de lo afirmado en el pronunciamiento, se efectuaron mediciones con el motor encendido en diferentes revoluciones estando el vehículo detenido y luego circulando.

En tal sentido, se remarcó que en la empresa una unidad con el motor a revoluciones máximas alcanzó un nivel sonoro que fue de 85 a 88 dB, mientras que en el casco céntrico -en cuatro zonas y en distintas oportunidades- los valores alcanzados oscilaron entre 82 y 90 dB, correspondiendo el primero al momento en que finaliza el tiempo del semáforo, cuando circula escasa cantidad o ningún vehículo, y el segundo, a cuando cambia el semáforo y los vehículos arrancan.

Asimismo, los vocales tuvieron en cuenta que el perito constató, además, picos superiores a los indicados -causados por bocinazos o frenadas-, e indicó que el nivel sonoro para cortos períodos de tiempo variaba entre 83 y 88 dB, resaltando que por el tipo de tarea no podía brindarse protección auditiva, explicitando finalmente la exigencia municipal de recambio de las unidades cada cierto período de tiempo (10 años) y dando cuenta de la diferencia del nivel sonoro en los modelos anteriores.

Circunstancia

El TSJ observó que la circunstancia de que la labor desarrollada por el reclamante no esté prevista como actividad que puede facilitar exposición al agente "ruido" (decreto Nº 658/96), no autoriza a que la afección constatada y calificada como profesional por el médico interviniente quede sin una respuesta por parte del sistema.

En ese aspecto, el fallo argumentó que el legislador, además de la fórmula sustentada en la verificación de una exposición a un nivel sonoro determinado -superior a 85 dB-, ha previsto la posibilidad de que sean igualmente consideradas como enfermedades profesionales las afecciones provocadas por causa directa e inmediata de la ejecución del trabajo (artículo 6, inciso 2 b, de la Ley de Riesgos del Trabajo (LRT).

En tales condiciones, se resolvió hacer lugar a la pretensión del trabajador al constatarse que presenta “hipoacusia neurosensorial bilateral”, la cual lo incapacita de modo parcial y permanente en un ocho por ciento de la total obrera y que se desempeñó como conductor guarda por más de dos décadas, estando expuesto a un nivel sonoro que oscilaba entre los 83 y 88 dB e, incluso, por momentos los superaba, por lo que corresponde tener por verificados los presupuestos legales exigidos.