lunes 20, enero 2025
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Comercio y Justicia 85 años

El impacto de la IA en nuestra humanidad: ¿Avance o pérdida de esencia?

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Por Evangelina Belén Mollar *

(Exclusivo para Comercio y Justicia)

El sentido del ser humano es una de las preguntas filosóficas más profundas y complejas que podemos plantearnos. Va más allá de las definiciones biológicas y se adentra en los ámbitos de la conciencia, la emoción, la creatividad, las relaciones interpersonales, y nuestra capacidad para reflexionar sobre nuestra existencia.

Desde una perspectiva integral, ser humano implica:

-Consciencia y autonomía: La capacidad de pensar, reflexionar y tomar decisiones, actuando con libertad y responsabilidad. Ser humano significa tener la posibilidad de cuestionar el mundo que nos rodea y cuestionarnos a nosotros mismos.

-Relaciones humanas: La conexión con otros es central para nuestra humanidad. La empatía, la comunicación, la comprensión, el amor y la Fe son elementos esenciales que construyen nuestra identidad y nos ayudan a encontrar propósito.

-Creatividad y transformación: Los seres humanos poseen la habilidad única de imaginar y crear, de transformar ideas en realidades y de dar forma al mundo según sus aspiraciones.

-Vulnerabilidad y resiliencia: La imperfección y la capacidad de superar adversidades son inherentes a la experiencia humana, dándole profundidad y significado y mostrándonos los límites tanto propios como ajenos, nos demuestra nuestra más perfecta imperfección.

-Ética y moralidad: La capacidad de distinguir entre el bien y el mal, de actuar con base en principios éticos, y de ser responsables de nuestras acciones hacia nosotros mismos, los demás y el entorno.

-Búsqueda de sentido: Los humanos somos capaces de buscar y encontrar propósito en nuestra existencia, ya sea a través de la espiritualidad, las relaciones, el conocimiento, o el servicio a otros.

Con la llegada de la inteligencia artificial (IA), estas características humanas están siendo reinterpretadas. La IA plantea preguntas fundamentales sobre qué significa ser humano en un mundo donde las máquinas pueden emular muchas de nuestras habilidades. Sin embargo, lo que parece irreductible es nuestra capacidad para sentir, para conectar con otros de manera profunda y para otorgar significado a nuestras vidas.

La IA, a través de asistentes virtuales, robots sociales y dispositivos inteligentes, se está convirtiendo en una acompañante de vida para muchas personas. Sin embargo, su presencia plantea interrogantes fundamentales sobre cómo afecta nuestra realidad y las conexiones humanas; por lo tanto, nos coloca en el lugar de tener que analizar su impacto para poder mínimamente entender de qué viene esta nueva era tecnológica:

Redefinición de las relaciones: Los asistentes de IA y los robots sociales pueden simular interacciones humanas, pero carecen de reciprocidad auténtica. Aunque ofrecen compañía, no pueden reemplazar las emociones genuinas y la empatía humana, lo que puede generar un sentido de aislamiento. Por otro lado, muchos juegos on line parecen entrenar a la población a ser cada vez más solitaria e individualista, generando dificultades de interacción entre seres humanos reales, y allí dejan la puerta abierta a elegir reemplazar la compañía humana por tecnología de “avanzada”.

-Dependencia tecnológica: A medida que confiamos más en la IA para tareas emocionales y prácticas, corremos el riesgo de desarrollar una dependencia excesiva. Esto podría reducir nuestra capacidad para resolver problemas, tomar decisiones complejas y formar relaciones interpersonales profundas.

-Desafíos en la privacidad: Muchos dispositivos de IA recopilan datos personales sensibles, lo que plantea riesgos de violación de privacidad, manipulación y uso indebido de información. La protección de estos datos es esencial para garantizar la seguridad de los usuarios.

-Falsa conexión emocional: Los robots sociales pueden crear la ilusión de una relación emocional, pero esta es unidireccional y carece de la profundidad y la complejidad de las interacciones humanas reales, y debemos recordar que las emociones son simuladas y no reales.

Ventajas
Pese a los desafíos, la IA ofrece múltiples beneficios que pueden mejorar nuestra calidad de vida si se gestionan de manera ética y responsable:

-Accesibilidad y conveniencia: Los asistentes de IA simplifican tareas diarias, como organizar agendas, gestionar el hogar y acceder a información de manera inmediata.

 -Apoyo emocional: En algunos casos, los dispositivos de IA pueden proporcionar apoyo emocional básico, especialmente para personas que enfrentan aislamiento social o dificultades emocionales.

-Educación personalizada: La IA permite adaptar procesos educativos a las necesidades individuales, ayudando a superar barreras de aprendizaje.

-Optimización de la salud: Aplicaciones y dispositivos de IA ayudan a monitorear la salud personal, recordando medicamentos o promoviendo hábitos saludables.

Riesgos éticos y sociales
El impacto de la IA en las relaciones humanas y la vida cotidiana presenta riesgos significativos:

-Fragmentación social: El uso excesivo de tecnologías de IA puede disminuir las interacciones cara a cara, afectando nuestra habilidad para establecer conexiones significativas.

-Desigualdad de acceso: La concentración de estas tecnologías en grandes centros urbanos o entre quienes tienen recursos para adquirirlas puede exacerbar las brechas sociales y económicas.

-Sesgos y discriminación: Los algoritmos de IA pueden perpetuar prejuicios existentes si no se diseñan y entrenan adecuadamente, afectando negativamente a ciertos grupos sociales.

-Pérdida de autonomía: La delegación de decisiones en sistemas de IA puede reducir nuestra capacidad para ejercer juicio crítico y tomar decisiones informadas.

Un marco
Para mitigar estos riesgos y maximizar los beneficios, es esencial un enfoque ético en el desarrollo e implementación de la IA. Esto incluye:

-Privacidad y transparencia: Proteger los datos de los usuarios y garantizar que los algoritmos sean comprensibles y auditables.

-Equidad y accesibilidad: Asegurar que los beneficios de la IA sean inclusivos y accesibles para todas las personas, independientemente de su contexto socioeconómico.

-Regulación y responsabilidad: Establecer marcos legales claros para determinar la rendición de cuentas en caso de errores o mal uso de la tecnología.

Fomento de habilidades humanas: Usar la IA como una herramienta para complementar, y no reemplazar, nuestras capacidades humanas y fortalecer nuestras relaciones.

Convivencia
El impacto de la IA en la vida cotidiana no es un fenómeno estático; está en constante evolución. Por ello, debemos abordar su integración con prudencia y responsabilidad, considerando no solo su potencial para mejorar nuestra calidad de vida, sino también los desafíos éticos y sociales que plantea.

La IA está transformando nuestra vida cotidiana de manera integral, desde la forma en que trabajamos y nos relacionamos hasta cómo tomamos decisiones y accedemos a servicios básicos. Esta revolución tecnológica plantea una serie de desafíos éticos y sociales que merecen una reflexión profunda, especialmente en lo que respecta a las relaciones humanas y nuestra concepción de lo que significa ser humano.

Los asistentes de IA y los robots sociales pueden simular interacciones humanas, pero estas carecen de reciprocidad auténtica.

A medida que confiamos más en la IA para tareas emocionales y prácticas, corremos el riesgo de desarrollar una dependencia excesiva.

La IA tiene el poder de transformar nuestras relaciones humanas y vida cotidiana, pero su éxito dependerá de cómo enfrentemos estas cuestiones éticas y de nuestra capacidad para adaptarnos a una era tecnológica sin perder nuestra esencia.

Por lo tanto, para evitar perder el sentido del ser frente a la relativa perfección que plantea la inteligencia artificial se requiere de un enfoque consciente y equilibrado. Aquí algunas estrategias clave:

1. Fomentar la autenticidad humana: Reconocer que la esencia del ser humano radica en su imperfección, creatividad y capacidad emocional. Valorar estas cualidades en todos los ámbitos de la vida.

2. Integrar la ética en el desarrollo de la IA: Garantizar que los algoritmos respeten valores humanos esenciales, como la empatía, la justicia y la dignidad. Desarrollar tecnología que complemente en lugar de reemplazar la interacción humana.

3. Promover la educación filosófica y ética: Incorporar reflexiones filosóficas sobre el sentido del ser en el diseño y uso de la tecnología, para entender cómo afecta nuestra identidad y relaciones.

4. Definir límites en el uso de la IA: Usar la tecnología como una herramienta, no como un reemplazo de nuestras habilidades emocionales y sociales. Fomentar el tiempo sin dispositivos para reforzar las conexiones humanas reales.

5. Respetar la individualidad: Evitar la uniformidad tecnológica promoviendo la diversidad cultural, creativa y personal en las interacciones humanas.

6. Mantener el propósito superior del ser humano: Recordar que la IA es una creación humana y debe estar al servicio del bienestar colectivo, sin comprometer la búsqueda del sentido trascendental del ser.

(*) Abogada. Especialista en Bioética. Integrante del comité de Bioética del Incucai (antes, de la Sociedad Argentina de Urología -SAU- y del Hospital Vélez Sarsfield). Directora Regional para Latinoamérica, división Bioethx, Aquas.inc. (Washington DC). Consultora.


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