Diferencias de carácter entre los esposos no configuran injurias graves

Tampoco se acreditaron las otras conductas agraviantes que le atribuyó la accionante a su consorte, como haberla distanciado de su familia, no colaborar con las tareas domésticas y de cuidado de los niños o ser una persona agresiva. [privado] “Las injurias que la actora atribuye a su marido, y que escasamente surgen de la prueba colectada, no reúnen la envergadura suficiente para constituir causales de divorcio, ya que en su mayoría hacen referencia a rasgos de la personalidad o diferencias de carácter de los consortes que no se traducen en acciones concretas”. Bajo esa premisa, la Sala I de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza declaró el divorcio conforme la causal prevista en el artículo 214, inciso 2, del Código Civil, a pesar de que que la actora inició el trámite citando la causal de injurias graves. A lo dicho, sumó que el hecho de que el demandado sea depresivo o atraviese un tratamiento psiquiátrico no constituye una ofensa para la esposa, siempre que dicha circunstancia no constituya una afrenta a su persona o dignidad, lo que en el caso no se probó. Además, se consignó que tampoco se acreditaron las otras conductas agraviantes que le atribuyó la accionante a su consorte, como haberla distanciado de su familia, no colaborar con las tareas domésticas y de cuidado de los niños o ser una persona agresiva. Así, rechazó la demanda deducida por la mujer y declaró el divorcio de los cónyuges por el trascurso de tres años de separación sin voluntad de unirse; ello así, al estimar que frente a las pruebas obrantes en la causa y la declaración expresa de la accionante de no querer continuar casada era contraria a la lógica mantener a los cónyuges vinculados por el matrimonio. Motivos En tanto, aclaró que su postura no implicaba en modo alguno fallar extra petita, dado que la finalización del matrimonio fue pedida por la accionante y la ruptura forma parte de la plataforma fáctica que invocó. A su turno, M. B. solicitó el divorcio, la tenencia de sus tres hijos, daño moral y la disolución de la sociedad conyugal, por culpa exclusiva del marido, y dijo haber sufrido malos tratos psicológicos y físicos. El juez de Familia rechazó la causal subjetiva y el planteo de indemnización de daño moral, al estimar que no se probaron las injurias que la actora le atribuía al demandado. Sin embargo, considerando que el vínculo estaba “claramente desquiciado” y que habían transcurrido tres años desde separación, dispuso el divorcio por motivos objetivos. Sin éxito, la demandante recurrió ante la Cámara y el expediente llegó ante el Máximo Tribunal mendocino, que confirmó lo resuelto en instancias anteriores. “Surge indudable la voluntad de la actora de no continuar unida en matrimonio y que el vínculo se encuentra completamente fracturado, habiendo superado los cónyuges con creces el plazo legal para configurar la causal objetiva, realidad que no puede pasarse por alto, so pena de vulnerar garantías constitucionales que amparan a la actora y a sus hijos”, reseñó. Paralelamente, destacó que estaba acreditado que el desquicio familiar, con el consiguiente daño infringido a sus los niños, quienes llegaron a ser institucionalizados ante la peligrosidad que representaba el hecho de continuar a cargo de sus progenitores, que no se encontraban aptos para resolver sus desavenencias conyugales ni evitar causarles daños. Responsabilidad Sentado lo anterior, el Alto Cuerpo enfatizó que en modo alguno surgía de la causa que quien causó la crisis y ruptura matrimonial haya sido el esposo, plasmando que, por el contrario, la causante principal de los perjuicios denunciados por los menores fue su madre, quien no aceptaba su cuota de responsabilidad en la situación y continúa sistemáticamente haciendo responsable de su conducta a su consorte. “En general, como los hechos que dan lugar a la ruptura conyugal ocurren en la intimidad del hogar, su prueba se torna difícil, por lo cual se admite un criterio amplio para apreciar la prueba producida”, recordó la Corte mendocina, aclarando que, de todos modos, esa amplitud no debe alcanzar a disminuir o difuminar la necesidad de que las probanzas aportadas sean suficientes para formar en el magistrado una fuerza de convicción inequívoca sobre la existencia de las causales invocadas por las partes. [/privado]

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