Confirman el monto para indemnizar un reconocimiento tardío de una paternidad

El tribunal ratificó la suma al demostrarse mediante testigos, incluido su propio hermano, que el hombre sabía de la existencia de su hija desde su nacimiento

La Cámara 1ª en lo Civil, Comercial, Familia y Contencioso-administrativo de Río Cuarto confirmó la sentencia que hizo lugar a la acción indemnizatoria por daño extrapatrimonial interpuesta por una madre en nombre y representación de su hija menor en contra del demandado por el reconocimiento filial tardío, hecho por el cual se había condenado a éste a pagar $100.000 más intereses.

El demandado se agravió, respecto de admisión del daño moral, en tres puntos: a) No se probó la omisión del reconocimiento del progenitor; b) No se demostró el pleno conocimiento del vínculo filial; y c) si bien consideró arbitraria la cuantificación dada por la sentenciante, en su argumentación no criticó el “quantum” otorgado sino la existencia de la conducta antijurídica que se le atribuye (para que proceda la reparación por daño moral), ya que sostuvo que no tuvo conocimiento pleno de su paternidad hasta que se obtuvo el resultado de la prueba biológica.

Partida

El tribunal integrado por los vocales Mariana Andrea Pavón, Jorge José Aita Tagle y Sandra Tibaldi de Bertea consideró que la omisión de la obligación de reconocer a su hija se desprende de la observación de la partida de nacimiento de ella, que es hija de M. N. T., sin figurar datos del progenitor en el documento y tampoco obra reconocimiento posterior, restando analizar de la prueba incorporada si esa omisión es culpable o se encuentra justificada.

En cuanto al conocimiento pleno de su paternidad, se consideró que esto se infiere, en primer lugar, de la presunción que implica la falta de controversia de los hechos y afirmaciones de la actora efectuados en su demanda, en la oportunidad en que se encontraba obligado a contestar, por la carga procesal que establece la normativa, ya que el accionado debía negar categóricamente los hechos afirmados por la actora, lo que no aconteció.

Asimismo, el tribunal indicó que la prueba testimonial confirmó los dichos de la madre; esto es, que el accionado supo del nacimiento de la menor porque asistió al parto, participó de su bautismo e incluso fue designando como padrino su hermano, quien además expresó que lo vio otra vez cuando la menor cumplió un año.

Testigo

El fallo agregó que todo lo anterior fue reafirmado por un testigo, quien manifestó haber visto al demandado en la clínica cuando nació la nena, en el bautismo, y en el primer año de vida de la niña, con lo cual se desestimó el agravio supuestamente fundado en la errónea valoración de la prueba por la sentenciante.

La cámara analizó que el demandado expuso que no se valoró la conducta de realizarse el examen de ADN en la primera oportunidad en la que fue citado, lo cual para el tribunal en nada modifica el razonamiento dado por la a quo en la oportunidad, al argumentar que la falta de realización del peritaje, conforme lo previsto por el artículo 579 del Código Civil y Comercial, implica una presunción en contra del renuente, por lo que, al valorarse todo lo actuado y los antecedentes del proceso, se podría inferir que accedió más por conveniencia que por querer adoptar una conducta colaborativa con el proceso y destacar que se debe tener en cuenta que luego de conocido el resultado, no acudió espontáneamente a reconocer a su hija sino que requirió del dictado de la sentencia judicial.

Por lo expuesto, el tribunal sostuvo que ante el conocimiento de esta realidad, la conducta asumida de no reconocerla es inexcusable y debe interpretarse, al menos, como un obrar culposo, subrayando que se trata de un daño moral inferido al hijo por la conducta antijurídica imputada al padre, consistente en haberse negado al reconocimiento.

Conclusión

Así, los jueces concluyeron que, en atención a que la crítica del impugnante se centró en discutir el razonamiento de la a quo al ponderar la prueba respecto de los hechos tenidos por ciertos, derivados de los elementos probatorios que analizó, que la llevaron a concluir que en el demandado existía una conducta omisiva injustificada que le era atribuible al menos a título de culpa (antijuridicidad), los argumentos dados en los agravios “no lucen de recibo para invalidar la conclusión arribada”.

En cuanto a la crítica introducida en la alzada respecto a que el conocimiento fehaciente de su paternidad lo alcanzó sólo al obtenerse el resultado de la prueba genética, tampoco fue de recibo por cuanto, si el demandado tenía dudas respecto su paternidad con la niña gestada mientras mantuvo un vínculo sentimental con su madre, debió realizar gestiones para adquirir certezas y esto no se desprende de su accionar con anterioridad al inicio de la demanda.

Por lo expuesto, en el fallo se resolvió que el agravio en contra del reclamo indemnizatorio por daño extrapatrimonial (daño moral) debe ser rechazado y confirmarse la sentencia en todo lo decidido al respecto.