ESCUCHARLa mayoría de los niños que espera una familia tiene más de 8 años. También hay grupos de hermanos que piden no separarse. El grueso de los aspirantes a acceder a guardas se inclina por menores de cinco
De los niños en adopción, 90% tiene más de ocho años. Todos esperaron y, si las cosas no cambian, seguirán esperando a una familia: el grueso de los aspirantes a acceder a guardas, cuando se inscriben en los registros, se inclina por menores de cinco.
Hay unos 2.200 infantes y adolescentes aguardando y, en el país, aproximadamente 2.400 familias inscriptas para adoptar: lo que genera desajuste es la edad de los chicos.
El porcentaje de solicitudes de adopción baja progresivamente a partir de los cuatro años de edad y son prácticamente nulas de los 13 en adelante.
Legajos
Según datos de la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (DNRUA) actualizados a enero, en el país hay 2.368 solicitudes para adoptar; 74% de los legajos está compuesto por dos solicitantes y el 26% restante corresponde a individuos (familias monoparentales).
En tanto, 57% es para adoptar a un solo niño y 43% busca darle familia a dos o más, sean o no hermanos.
Paula Reznik, integrante de un colectivo que hace campaña para que quienes desean paternar o maternar por primera vez o ampliar sus familias adopten “niños grandes”, plantea que si no se toma conciencia de qué es lo que hay que cambiar, los alojados en instituciones van a llegar a los 18 y tendrán que salir a la vida solos, sin una familia, algo que desean tener.
En 2018, Reznik adoptó a una nena de 14 años. “A partir de una película que vi (Joel, dirigida por Carlos Sorín), me enteré de la realidad de estos chicos grandes a los que nadie adopta. Empecé a investigar y nació en mí el deseo de darle nuestra familia a un chico que no la tuviera”, declaró.
La mujer ya tenía dos hijos biológicos, de 24 y 27 años, quienes la apoyaron y acompañaron en el proceso. Después de hablar con ellos, se inscribió para ser adoptante y su legajo fue el único en todo el país con disponibilidad adoptiva para un mayor de 13 años.
Se enteró de una convocatoria pública (una última instancia de búsqueda de aspirantes cuando se agotan las posibilidades dentro del registro) para adoptar a quien hoy es su hija y se ofreció.
La nena de 14 años aceptó conocer a Reznik y después de algunos encuentros se generó la conexión que requiere la ley, se mudó a su casa y empezó a formar parte de su familia.
La mujer dice que si bien se perdió algunas de las “primeras veces” de su hija, estuvo en otras.
La campaña que lidera Reznik busca “desromantizar” la adopción y aclarar que no siempre es un proceso lento y engorroso, aunque reconoce que para adoptar a un bebé pueden pasar muchos años.
“Es un mito que las adopciones son lentas; el problema es, en general, la disponibilidad adoptiva. Después puede haber otros problemas, como que las personas tienen que pasar por evaluaciones para ver si están aptas para poder ahijar a estos chicos, pero luego los tiempos son muy relativos”, explicó.
Sobre su última experiencia como mamá, narró: “Lo difícil es tener hijos en general, uno no viene con un manual”.
Encuentro
Lograr el “encuentro” entre adultos que quieren ser padres y niños de más de ocho años o adolescentes es uno de los grandes desafíos que planteó hace poco menos de un año Juan Jeannot, psicólogo y director nacional de la DNRUA, dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación.
Hace casi una década, Jeannot ingresó a la DNRUA como parte del equipo asesor del programa de acompañamiento para familias en períodos de vinculación, guarda y adopción, y sostuvo que escuchó una y otra vez la misma frase: “Hace mucho tiempo que estoy anotado y no me llaman”.
El funcionario subrayó que es necesario que los postulantes conozcan las estadísticas y entiendan que la adopción es el derecho de los niños a crecer, vivir y desarrollarse en una familia.
Bajo esa premisa, consideró fundamental trabajar sobre la disponibilidad adoptiva de los postulantes; es decir, que piensen en inscribirse para adoptar a chicos más grandes o grupos de hermanos.
A esa meta apunta la nueva campaña “Crecer en familia es un derecho”, lanzada a fines de 2022 por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf).
Como principal desafío de la adopción en Argentina, Jeannot citó poder encontrar familias para los niños que están privados de cuidados parentales y tienen declarada la situación de adoptabilidad, que en su mayoría son mayores de ocho años, grupos de hermanos o tienen alguna discapacidad.
“Tenemos una situación de desencuentro. Por un lado, todos esos niños, niñas y adolescentes y, por otro, postulantes con voluntades adoptivas muy acotadas”, reiteró.
Mitos
Sobre los mitos que más se escuchan, estimó que el primero es que adoptar en el país es imposible y lo relacionó con el desencuentro.
Sobre los que esperan y los que buscan, indicó: “Los números son muy parecidos, entonces uno dice ¿por qué? ¿qué es lo que está pasando? La respuesta está en las voluntades adoptivas. Si alguien se inscribe para un niño o niña de 12 años, probablemente lo llamen de muchos juzgados y enseguida”.
Sobre las dudas a las que pueden enfrentarse los inscriptos, dijo que no es una pregunta cerrada sino dinámica. “Mientras uno está inscripto puede ir pensándolo y dejarse acompañar por los equipos técnicos e ir trabajando esos límites que uno se va poniendo. Por ejemplo, si uno dice ‘me voy a postular para un niño de 6 años’, bueno, preguntarse ‘¿por qué no uno de 7?”.
Red
La DNRUA se creó con el objetivo de formalizar una base de datos de todas las familias inscriptas del país. Luego se formó la Red de Registros Federal, a la que fueron adhiriéndose las provincias.
Esto implica que cada persona que esté interesada en adoptar se anota en el registro correspondiente a su domicilio y su alta es válida en todo el país.
