En las próximas horas, el presidente de EEUU, Donald Trump, propondrá a su candidato para la Corte Suprema, para reemplazar a la fallecida Ruth Bader Ginsburg. Todo indica que se inclinará por la conservadora Bárbara Lagoa, de 52 años, jueza de Miami hija de cubanos exiliados.
En la sede del máximo tribunal estadounidense y en el Capitolio se hicieron varios homenajes para despedir a la magistrada, cuya muerte -el viernes pasado, a los 87 años- desató un nuevo choque entre demócratas y republicanos para cubrir la vacante en plena campaña electoral. La disputa ocurre en el trecho final hacia los comicios presidenciales, que se celebrarán el 3 de noviembre.
La semana que viene, Ginsburg será enterrada en una ceremonia privada en el Cementerio Nacional de Arlington, en las afueras de Washington.
La muerte de la magistrada, un ícono progresista y feminista, desencadenó un nuevo enfrentamiento político.
Ginsburg indicó en su testamento que su “deseo más ferviente” era que evitaran reemplazarla hasta que asumiera un nuevo presidente. Aunque no pueden evitar que Trump designe a su relevo, los demócratas piden que se respete la voluntad de la magistrada
La dirigencia republicana defiende que el gobierno de Trump y el Senado, controlado por el oficialismo, nominen y ratifiquen, respectivamente, al reemplazo de Ginsburg. En tanto, la oposición demócrata reclama que la designación se postergue para después de las elecciones. Sin embargo, los opositores no tienen ninguna vía para impedir el procedimiento.
Para refrendar a un nuevo miembro de la Corte, el Senado necesita una mayoría simple, algo que podría conseguir si los 53 republicanos se mantienen fieles a Trump.
Conservadores
Cinco de los nueve magistrados de la Corte son conservadores y es previsible que la elección del primer mandatario desate una batalla política.
Ginsburg fue nominada por el entonces presidente Bill Clinton, en 1993. Formaba parte del “bloque” progresista de la Corte. Integrado por cuatro vocales, solía necesitar de un quinto “voto péndulo” para imponer su criterio.
En votaciones recientes, esa quinta voluntad la aportó el juez John Roberts, en decisorios sobre inmigración y derechos de homosexuales.
Los presidentes de EEUU tienen la potestad de elegir a los miembros de la Corte, que deben ser ratificados por el Senado. Trump lo hizo dos veces en menos de cuatro años de mandato.
Si logra designar a un tercer magistrado conservador, la máxima instancia pasaría a tener seis jueces instalados por republicanos y el bloque liberal quedaría en minoría, con tres, lo que podría conducir a modificar jurisprudencia; por ejemplo, para a revertir parcial o totalmente “Roe versus Wade”, el emblemático caso por el que el tribunal despenalizó el aborto, en 1973.
Candidatas
- “Será una mujer muy talentosa y muy brillante”, adelantó Trump sobre la persona que podría proponer.
- Las favoritas son Bárbara Lagoa y Amy Coney Barrett.
- Lagoa fue nominada en enero de 2019 a la Corte Suprema de Florida por el gobernador Ron De Santis y, pocos meses después, por Trump, para la Corte de Apelaciones del 11° Circuito, en Atlanta, cargo que ocupa tras una votación bipartidista en el Senado.
- De llegar a la máxima instancia, sería la segunda persona hispana en ocupar un sillón allí después de Sonia Sotomayor, de origen portorriqueño, propuesta en 2009 por el entonces presidente Barack Obama.
- Coney Barrett es jueza del Tribunal de Apelaciones del 7º Circuito. Se graduó en el Rhodes College y en la escuela de leyes de Notre Dame y fue secretaria del ex juez supremo Antonin Scalia.
- De la veintena de nombres que figuraban en una lista tentativa divulgada semanas atrás por Trump, Barrett, católica fervientemente antiabortista, es la más conservadora.
- Barrett se presenta a sí misma como un “tipo diferente de abogada” y considera que una “carrera legal no es más que un medio para un fin”: la “construcción del Reino de Dios”.
- Hay otras letradas que podrían ser propuestas por el republicano: Joan Larsen, jueza Michigan, y Allison Jones Rushing, de sólo 38 años.
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