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En Turquía, el candidato ultranacionalista busca ser juez de la segunda vuelta electoral 

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Al referirse a las reñidas elecciones generales en Turquía, que se realizaron el domingo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que espera trabajar junto al ganador del balotaje, «cualquiera que sea».

El presidente turco, el conservador Recep Tayyip Erdogan, salió mucho mejor parado de lo que le predecían los sondeos de las elecciones del domingo y en condiciones de renovar su mandato.

Por primera vez en su historia, Turquía resolverá en una segunda vuelta electoral -a celebrarse el próximo 28- quién regirá los destinos del país. En la primera vuelta, ni el presidente saliente ni su principal rival, el socialdemócrata Kemal Kilicdaroglu, lograron 50% de las preferencias.

Los 64 millones de electores turcos acudieron en masa a las urnas, en comicios cuya participación rozó 90%, récord en una elección presidencial, los cuales mostraron cuán polarizada está Turquía. Los votos dejaron a Erdogan con 49,51% de las preferencias y a Kilicdaroglu con 44,88%. El tercer candidato, Sinan Ogan, obtuvo 5,17%, según informaron las autoridades del Consejo Electoral Supremo de Turquía (YSK).

Los resultados envían a Erdogan, en el poder en Turquía como primer ministro o presidente desde 2003, a enfrentar un balotaje por primera vez en 20 años.

De 69 años, el actual mandatario, quien había sido reelegido en 2018 en primera vuelta, compareció el domingo por la noche ante una multitud de simpatizantes a la que aseguró que cree «sinceramente» que seguirá sirviendo a su país «en los próximos cinco años».

Las cifras logradas por Erdogan desmintieron las encuestas que lo ubicaban a la par de Kilicdaroglu (74) y atribuían esa baja a la grave crisis económica e inflacionaria, así como a las críticas por las tardías respuestas relativas al terremoto que en febrero se cobró más de 50.000 vidas.

Erdogan busca su reelección con un aval judicial que rechazó el pedido de la oposición de bloquear la candidatura del presidente con el argumento de que ya cumplió los dos mandatos que permite la Constitución.

Los turcos también votaron para renovar las 600 bancas del Parlamento, y la coalición de Erdogan, compuesta por su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), el MHP de extrema derecha y otras formaciones menores de tendencia islamista, mantendrá la mayoría parlamentaria, según los resultados definitivos.

Esto, debido a la división entre los partidos de la alianza de la izquierda kurda y cifras peores a las esperadas para la formación centroizquierdista Partido Republicano del Pueblo (CHP), que lidera Kilicdaroglu.

Estas dos formaciones obtuvieron cerca de una decena de diputados menos cada una respecto a lo previsto por los sondeos.

Kilicdaroglu, quien lidera una amplia coalición de seis partidos opositores, se mostró confiado en que ganará en segunda vuelta y afirmó que «la voluntad de cambio” en la sociedad turca “es más grande que el 50%».

En este escenario, el tercer candidato Ogan potencia su relevancia y se muestra como un eventual árbitro de la contienda electoral, y confía en que el resultado final de la segunda ronda estará en manos del 5% de ciudadanos que votaron por él, quien en principio no llamó a sus simpatizantes a votar por ninguno de los dos candidatos.

La campaña de Ogan

Ogan, candidato de la Alianza Ancestral a la Presidencia de Turquía, aseguró que mantendrá «consultas» para determinar a qué candidato apoyará pero subrayó que un eventual apoyo a Kilicdaroglu, como se especula, únicamente es posible si éste no hace concesiones al prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP).

“El HDP no debe ser una parte clave en las elecciones”, expresó Ogan, renovando su confrontación con éste, y agregó que la decisión que su formación adopte debe tener como objetivo «que no haya caos».

«Consultaremos con nuestra base de votantes nuestra decisión en la segunda vuelta. Pero ya dejamos claro que la lucha contra el terrorismo y el envío de refugiados son nuestras líneas rojas», dijo Ogan.

De este modo, el político ultranacionalista dejó trascender que recomendará a sus seguidores que voten por el candidato que garantice la ilegalización del partido prokurdo de izquierda, que defiende los derechos de la minoría kurda y que dio su apoyo a Kilicdaroglu.

Sin embargo, Ogan también denunció recientemente al AKP, la formación política de Erdogan, por incluir en sus listas electorales a miembros de una formación ultraislamista kurda.

«Actuaremos de modo responsable», recalcó el tercer candidato en primera vuelta después de que el HDP hiciera el llamamiento a votar a Kilicdaroglu para sacar del poder a Erdogan, según informó la cadena de televisión turca NTV.

De este modo, no está tan claro a quién dará expresamente su apoyo Ogan, aunque tampoco está asegurado que pueda dirigir el voto de todos sus seguidores, entre quienes hay votantes en los que pesa más el elemento nacionalista, más cercano a Erdogan, pero también laicos, opuestos al islamismo del presidente.

Las políticas de Ogan son antiinmigrantes y anti-PKK (el militante Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerado oficialmente un grupo terrorista por Turquía, EEUU y la Unión Europea).

Según Murat Somer, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Koc, de Estambul, para Ogan, el respaldo del partido prokurdo HDP a Kilicdaroglu es problemático aunque destacó que Ogan también se opone a que Erdogan sume fuerzas del partido islamista Hüda-Par (Causa Libre), que está afiliado al islamista kurdo sunita Hezbollah.

Nacido en 1967 y graduado en Administración de Empresas en 1989, para luego doctorarse en Relaciones Internacionales en la Universidad Estatal de Moscú, Organ comenzó su carrera política con el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), de extrema derecha, en el que pasó seis años antes de separarse de él, en parte debido a su creciente cercanía con el Partido AK de Erdogan, según los medios turcos.

Repercusión en el mercado

En medio de esta incertidumbre, el índice de la Bolsa de Estambul retrocedió, a media rueda, 4%.

Mientras la bolsa retrocedía, la moneda nacional, la lira, fluctuaba alrededor de 19,6 unidades por dólar, su peor valor histórico. Salvaba así una momentánea baja del viernes pasado, que alcanzaba cotas similares, y marcaba una pérdida acumulada de 1%.

Desde el verano pasado, la moneda turca perdió valor respecto al dólar de forma paulatina, con sólo mínimas oscilaciones, y muchos analistas turcos advertían de que el Banco Central mantiene el cambio artificialmente estable mediante intervenciones y restricciones a la compra de divisas por las empresas.

En las últimas semanas, los cambistas del Gran Bazar de Estambul empezaron a ofrecer tasas de cambio que, por primera vez en décadas, difieren de las oficiales, con la lira hasta 10% más barata que en el banco.

Uno de los principales problemas domésticos que enfrenta el país es la inflación, que aumentó en gran medida a causa de la pandemia de coronavirus y la guerra de Ucrania.

El poder de Erdogan

Turquía tuvo una forma de Gobierno parlamentaria desde su fundación en 1923 (luego de la disolución del Imperio Otomano) hasta 2018. Al partido AKP de Erdogan le solía bastar con obtener entre 40% y 45% de los votos para gobernar con mayoría absoluta.

En 2018, el AKP y su socio ultraconservador MHP lograron la mayoría para introducir una forma de gobierno presidencialista, reforma que reforzó el poder de Erdogan porque bajo ese sistema el jefe del Estado asume todo el Poder Ejecutivo pero también muchas competencias sobre el Judicial.

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