lunes 18, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Avanzan las empresas B en Argentina: este año esperan un crecimiento superior a 25%

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Son compañías que no sólo buscan la rentabilidad de su negocio sino que utilizan la fuerza del mercado para dar soluciones a problemas sociales y ambientales. El movimiento es cada vez más grande: hay 130 empresas certificadas en el país; 680, en Latinoamérica y más de 3.800 en el mundo

Desde emprendimientos hasta empresas multinacionales. El ecosistema de empresas B en Argentina (y en el mundo) no distingue tamaño y las iguala a todas bajo un mismo propósito: son empresas que miden su impacto social y ambiental y se comprometen de forma personal, institucional y legal a tomar decisiones considerando las consecuencias de sus acciones a largo plazo en la comunidad y el medioambiente.

En 2020, con la pandemia como protagonista, la cantidad de firmas que alcanzaron la certificación de empresa B en Argentina creció 20% y para este año proyectan un crecimiento superior a 25%, es decir, unas 40 compañías más certificadas. “El movimiento es cada vez más grande: en Argentina hay 130 empresas B, 680 en Latinoamérica y más de 3800 en el mundo. De esta manera, Argentina es el tercer país con más empresas B en la región, detrás de Brasil y Chile”, cuenta a Comercio y Justicia Francisco Murray, director Ejecutivo de Sistema B Argentina.

Sistema B es una organización que nace por y está al servicio de un sistema económico inclusivo, equitativo y regenerativo para todas las personas y para el planeta. Es también una organización que tiene por regla promover la transparencia en las operaciones de las empresas y las propias, por lo cual desarrolla anualmente un reporte de gestión en donde comparte sus objetivos, procesos y logros.

El corazón del movimiento son las empresas B. Éstas miden su impacto social y ambiental (usando como métrica la Evaluación del Impacto B) y se comprometen de forma personal, institucional y legal a tomar decisiones considerando las consecuencias de sus acciones a largo plazo en la comunidad y el ambiente. Son también empresas que elevan su propósito con soluciones sociales y ambientales buscando ser las mejores para el mundo y no sólo del mundo

Según el Reporte de Impacto de Sistema B Argentina, en 2020, las empresas B del país contaron con un total de 7.712 empleados y lograron una facturación total acumulada de más de US$600 millones.

Diferencial

En palabras de Murray, el principal diferencial de estas empresas radica en que integran a su modelo de negocio la solución a problemas sociales o ambientales. “No son acciones aisladas como puede ser la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), de hecho son una evolución de este concepto. Las empresas B tienen tres características fundamentales: la primera es que las mueve un propósito que básicamente es la huella que quieren dejar en la sociedad (puede ser combatir la inequidad, la pobreza, el hambre, la desigualdad de género, etcétera); la segunda es que ese propósito lo integran a su objeto social modificando los estatutos (no es sólo una declaración); y la tercera es que se compromete an un proceso de medición y mejora continua a través de la evaluación de Impacto B que es una herramienta gratuita que le permite a la empresa medirse y certificar”. 

Para el director Ejecutivo, la empresa B cuida el valor de la compañía que está puesto en el largo plazo y asegura que “este tipo de empresas son las que los clientes y los stakeholders del futuro van a empezar a valorar”. “Ya no va a alcanzar con cuán lindo es mi producto o mi marca si la empresa no está comprometida con alguna problemática que nos incluya a todos. Con lo cual el principal beneficio es que estamos construyendo valor de marca y valor de empresa a futuro”, dice Murray. 

En lo que todavía hay que trabajar, es sobre la captación de inversión en este tipo de empresas ya que no existe una gran oferta. “Creo que el tema está recién instalándose, es una innovación, con lo cual todavía estamos en la etapa de difusión de este movimiento y están empezando a aparecer algunos actores. Por ejemplo, uno de los actores que trabaja con la medición de impacto es la organización Sumatoria que promueve la inversión en este tipo de organizaciones”, sumó el directivo. 


¿Qué pasa en Córdoba? 

Córdoba no es la excepción a esta tendencia empresarial. Hasta el momento, hay diez empresas que han logrado la certificación, pero hay muchas otras que están en proceso de evaluación y certificación. “Tenemos tres empresas en la etapa final de certificación, hay otras tres en la etapa previa, cuatro avanzando firmemente en la Evaluación B, y muchas otras emprendiendo cambios internos para iniciar la Evaluación B”, cuenta Noelia Wutrich, coordinadora de la Comunidad B Córdoba. 

Se trata de una comunidad que está en “proceso de crecimiento y fortalecimiento”. Según cuenta la coordinadora, la Comunidad B Córdoba está en una etapa fundacional y de creación de red. “Una Comunidad se enriquece y potencia su propósito cuando crea una red entre diversos actores de la sociedad: academia, ONGs, cámaras, sector público y privado, prensa y ciudadanos”, dice Wutrich. 

Hoy, la Comunidad B Córdoba, está conformada por empresas pequeñas, medianas y grandes, entre ellas se encuentran: Aero Sustentable, BiopSA, Consultora Proa Argentina, IRCA, Ondulé, Porta Hermanos, Santex, Tingua, Wippie, y Volterra. 

“Como propósito buscamos impulsar y promover un ecosistema que progresivamente transforme el modelo económico actual. Un modelo que defina el éxito desde una concepción integral, que tenga como objetivo generar impactos positivos en la sociedad, ambiente y economía”, destaca la coordinadora al tiempo que agrega: “Como cordobeses queremos que Córdoba crezca de manera sostenible, que este sea el legado para nuestros hijos y nietos”. 

Para lograr lo anterior, la Comunidad B Córdoba está en contacto con empresarios de la provincia, de diversos rubros y tamaños. “Algunos ya conocían el movimiento B y han empezado a dar los primeros pasos, ven el potencial en trabajar como Comunidad de Empresas B. Otros no conocían el movimiento pero cuando comienzan a comprenderlo surge su interés y motivación para iniciar su cambio. Ser B es un camino de mejora continua, donde las empresas buscan ser mejores para el planeta y en particular en la sociedad donde se encuentran”, dice Wutrich.


Cómo ser una empresa B, en tres pasos fundamentales

Para ser B es necesario transitar tres instancias. La primera es definir un propósito que genere un impacto positivo para la sociedad y el ambiente, más allá de la generación de ganancias.

El segundo paso implica un compromiso legal, que se expresará en el estatuto de la empresa incorporando las cláusulas que manifiesten el impacto positivo que se quiere generar, un propósito por el cual deberán velar los accionistas e inversores.

Como tercer paso, la empresa debe completar la “Evaluación de Impacto B”, auto diagnóstico que se realiza a través de una herramienta de gestión online, gratuita y confidencial, y que permite conocer el impacto socioambiental de la empresa.

Organizado como un cuestionario, este test evalúa tanto el impacto de las operaciones diarias de la compañía como su modelo de negocio (mide no sólo lo que hacemos sino cómo lo hacemos), considerando las acciones de la empresa en cinco áreas: Gobernanza, Trabajadores, Clientes, Comunidad y Medioambiente. Si el resultado arroja un puntaje mayor a 80 puntos, la empresa podrá avanzar a la instancia de auditoría virtual de la mano de B Lab.

En esta instancia, se comprometerá a abonar un fee anual (cuyo valor se determina en función de la facturación de la empresa en su último año fiscal). En total, todo el proceso de verificación virtual puede demorar entre ocho meses y un año. Una vez obtenida, la certificación B deberá ser validada cada tres años.


Desde emprendimientos a grandes empresas: 

siete casos cordobeses exitosos

Aero Sustentable: “Podemos utilizar el poder del mercado para generar un impacto positivo en el mundo”

Aero Sustentable es una agencia creativa para la sustentabilidad que asiste al desarrollo de marcas comprometidas en la transformación positiva del mundo. También es la segunda empresa B de Córdoba y, según cuenta Francisco Ulla -uno de sus fundadores- tiene como propósito transformar el mundo transformando empresas. 

“Invitamos a que las organizaciones se re-piensen desde la declaración de un propósito, es decir el ‘para qué hacen lo que hacen’ y a través de de la economía circular busquen la eficiencia en sus modelos de negocios. Posteriormente, buscamos que el valor de marca se alinee a esos compromisos y acompañamos al posicionamiento de la marca en esos temas”.

Además de Francisco, el equipo fundador se compone por Facundo Revol y Carolina Ulla. Forman un equipo multidisciplinario y cuentan con expertos en facilitación y coaching, en economía circular y sustentabilidad, en branding y en publicidad. 

“Somos B desde el año 2015, la empresa nació con esos valores. Somos creyentes de que podemos utilizar el poder del mercado para generar un impacto positivo en el mundo. Actualmente estamos yendo por nuestra segunda recertificación”, cuenta el emprendedor. 

Para este equipo, los beneficios de ser “B” pasan por “compartir con otros que piensan y actúan igual que vos; creo que la certificación es la excusa para sostener un compromiso declarado como empresario”.


Santex: “Las empresas B son las que van a sobrevivir a las exigencias y expectativas de los mercados globales” 

Santex es otro caso de empresa B en Córdoba. Se trata de una compañía global que desarrolla soluciones tecnológicas innovadoras a medida, para el mundo. El principal diferenciador es la capacidad innovadora y cultura organizacional.

Para el equipo de Santex, liderado por Juan Santiago y Walter Abrigo, todas las empresas deberían ser empresas B certificadas. “Hay innumerable evidencia que las empresas B son las que van a sobrevivir a las exigencias y expectativas de los mercados globales. Es esa mirada global e inclusiva de lo económico con lo social y ambiental lo que nos convenció a enmarcar la empresa bajo el Sistema B, para poder medirnos y mejorar cada día con un compromiso a largo plazo”, cuenta Verónica Minning, Quality Assurance Manager de Santex. 

En el caso de esta empresa, según cuentan, la certificación les permite tener una potente herramienta de mejora continua enfocada en mediciones que marcan el camino de esas mejoras, enfocado en el triple impacto: económico, social y ambiental. “Nos permite crecer en conocimiento con la incorporación de talleres orientados al triple impacto que nos dan buenas prácticas no sólo en la compañia, sino en los trabajadores, proveedores, clientes, la comunidad con la que nos relacionamos. Para lograr un mundo mejor es necesario sumar a todos con quien nos relacionamos”, dice Minning. 

Además, destaca la importancia de que la empresa participe de la Comunidad B de Córdoba, donde todos los esfuerzos están alineados a una misma visión de lograr cambios radicales en esta nueva economía.

En palabras de Minning, las empresas deben tener metas de crecimiento económico acompañadas de metas sociales y ambientales que cuiden el planeta donde vivimos. “Paradójicamente, muchas mejoras llevan a la reducción de gastos de la compañía, incorporando cambios, como disminuir del uso de los recursos con la utilización de luces led, uso adecuado de los aires acondicionados, utilizando canillas con cortes de aguas, reduciendo el uso de los papeles, reduciendo los residuos que generamos o insertarlos en la economía circular; entre muchas otras cosas”, enumera. 

Por último, asegura que todas las compañías deben conocer su huella de carbono, que es el impacto ambiental que se produce por las emisiones de gases de efecto invernadero, directa o indirectamente por las operaciones de la compañía. “Debemos poder medir nuestra huella para poder así reducirla y en caso de no poder hacerlo a nivel cero, lograr compensarla con acciones como reforestación, forestación o conservación”, completó.


Wippie: “La certificación emite una clara señal a toda la comunidad respecto al propósito de la compañía”

Nacida en 2020, Wippie es una joven y novedosa compañía de tecnología que provee servicios digitales orientados a contribuir a la reducción de la brecha digital y al desarrollo de una economía de impacto social y ambiental positivo.

A lo largo de más de 20 años de trayectoria en el mercado, su creador y director, Sebastián Sensabastiano, ha trabajado en la comercialización e integración de tecnologías de la información y comunicaciones (TIC) en empresas de telecomunicaciones y organismos públicos y privados de Latinoamérica. En los últimos años se ha enfocado en el mercado asiático de publicidad digital, particularmente en la India, participando en múltiples proyectos en empresas del sector público y privado.

“Wippie fue concebida con la intención de contribuir a un mundo donde la economía y la

tecnología estén al servicio de la humanidad y del planeta como fuerzas creadoras de bienestar. Consecuentemente la afinidad y empatía con la propuesta de Sistema B fue inmediata. Creemos que su aporte es valioso para todos los tipos de organizaciones y particularmente para aquellas en sus etapas tempranas de desarrollo. Funciona como una suerte de guía o libro de texto que marca el rumbo hacia un nuevo modelo económico. 

Un modelo que busca balancear la ecuación de generación de beneficios entre organizaciones, comunidad y medio ambiente”, cuenta Sebastián.

Con todo lo anterior, el emprendedor señala que la certificación emite una clara señal a la toda la comunidad respecto al propósito de la compañía y fundamentalmente al modo de alcanzar sus objetivos. Como beneficio principal, señala: “Abre la puerta a la interacción con empresas de diversos rubros, todas ellas en la búsqueda de una forma más sana y responsable de llevar adelante sus actividades”.


Tingua Experience: “Ser parte del movimiento B nos nutre permanentemente sobre buenas prácticas empresariales”

Tingua es una empresa que desde su fundación, hace 10 años, busca resolver problemáticas sociales y ambientales a través de programas interculturales de voluntariado internacional. “Encontrar la Certificación B nos ayuda a legitimar ese camino que ya veníamos transitando”, dice Agustina Gutiérrez. 

Al mismo tiempo, agrega: “Ser parte del movimiento B nos nutre permanente sobre buenas prácticas empresariales y nos motiva para mejorar nuestro impacto cada día. Como nuestros programas se venden en el extranjero, contar con la Certificación B es una forma de validación internacional y atrae aliados con valores comunes”.

En palabras de la emprendedora, el proceso de certificación es un “gran aprendizaje” aunque la empresa no alcance la certificación: empezar el proceso implica reflexión y renovación. “En Tingua, por ejemplo, la mirada externa del equipo de B Lab nos hizo reflexionar sobre el impacto principal de nuestras experiencias y desde allí orientamos las acciones para que el impacto educativo sea aún mayor y comenzamos a activar acciones en aquellos sectores más descuidados”, reflexiona. 


Volterra: “Esta certificación vino a ponerle un sello a nuestro ADN como empresa”

Volterra es una empresa argentina, concesionaria del Parque Nacional Talampaya, sitio declarado Patrimonio de la Humanidad, con más de 20 años de trayectoria en el rubro turismo y 17 años particularmente prestando servicios en esta área protegida con un alto compromiso ambiental y hacia la comunidad. 

Si bien su socio fundador, Christian Brouwer de Koning es cordobés, 90% del capital humano es oriundo de Pagancillo, el pueblito aledaño al Parque Nacional, en la provincia de La Rioja.

Gracias al trabajo diario que realizan mancomunadamente con la Administración de Parques Nacionales, esta maravilla natural de Argentina puede ser visitada año a año por más de 75000 turistas. ¿Por qué decidieron ser una empresa B? “Cuando comenzamos a indagar sobre la certificación B, a investigar de qué se trataba, nos dimos cuenta que esta certificación vendría a ponerle un sello a nuestro ADN como empresa. Desde 2009 estamos certificados en ISO 9001 e ISO 14001 por lo que certificarnos como empresa B no fue arrancar de cero, y finalmente, desde 2019 somos B”, cuenta Dayana Friedrich, gerente General de Volterra. 

Para el equipo de esta empresa, el contar con esta certificación les marca el camino, los orienta y define su identidad. “Internamente nos ayuda a alinearnos como equipo y además, el networking con empresas que persiguen el mismo propósito es una fuente de oportunidades inmensa”, dice la gerente. 


Ondulé: “El beneficio es poder ser parte de una red de empresas que comparten una visión del mundo”

Ondulé es una empresa que busca potenciar la creatividad e imaginación de los niños a partir de juguetes elaborados de material reciclado y es la primera empresa B de Córdoba. Actualmente son dos socios fundadores (Matias Portela y Santiago Guzman) y el principal diferencial es el modelo de negocios de triple impacto, porque además de utilizar cartón reciclado como materia prima, integran cooperativas de personas en situación de vulnerabilidad tanto para el abastecimiento del material como para la confección de los productos.

“En una primera instancia, decidimos ser una empresa B para validar cuan ‘social’ éramos, porque una cosa es decirlo y otra es alguien te lo valide. Después con el tiempo nos dimos cuenta que es mucho más: ser empresa B es ser parte de una comunidad que busca construir un mundo donde todas las personas quieran ser parte”, asegura Portela. 

Como uno de sus principales beneficios, el emprendedor señala que es poder ser parte de una red de empresas que comparten una visión del mundo y esto trae conocimientos, experiencias, apoyo y negocios. “Cuando nos convertimos en la primera empresa B de Córdoba (18ª en el país) era más a creer que este era el camino y de alguna manera empezar a enseñar desde el ejemplo. Hoy hay más de 100 empresas B en Argentina, de todos los tamaños y latitudes que posibilitan que este movimiento vaya creciendo en forma exponencial”, destaca el emprendedor. 


Porta: “En nuestra empresa todo nuevo proyecto pasa por el filtro de cumplir con el triple impacto”

Porta es una centenaria empresa de Córdoba, la primera de su tamaño en certificar como empresa B en Argentina.

Fundada en 1882, como fábrica de licores, actualmente produce productos de consumo masivo (Fernet 1882, vinagres y Acetos Casalta y Bialcohol), se dedica a la destilación de alcoholes de alta calidad para uso medicinal, cosmético y alimenticio y, debido a su experiencia de tantos años, desarrolla innovadoras soluciones en tecnología industrial para sus procesos y para terceros.

“Cuando conocimos Sistema B, decidimos certificar, por que básicamente, ya éramos una empresa B, además de nuestro compromiso con el triple impacto positivo (económico, social y ambiental), teníamos un modelo de negocio atado a la economía circular, sólo faltaba formalizar. Por eso animamos a otras empresas a hacer el cuestionario, pueden descubrir que ya tienen muchas de las prácticas necesarias para ser B”, asegura Inés Castro, gerente de Marketing en Porta Hermanos. 

Al mismo tiempo, completa: “En nuestra empresa todo nuevo proyecto pasa por el filtro de cumplir con el triple impacto, como condición necesaria para ser aprobado. Para la empresaria, uno de los beneficios más importantes que trae ser “B” es poder ser parte de una comunidad global que motoriza la evolución sustentable de las empresas. “Es muy motivador para todos los que eligen, como nosotros, trabajar con ese propósito. Da orgullo a todos los colaboradores que saben que su labor aporta económica, social y ambientalmente a su comunidad. Contar con una certificación internacional seria que dé cuenta de cómo hacemos las cosas, es nuestra forma de trabajar en todos los ámbitos, más aún en materia de sustentabilidad”, destaca.

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