Haití, a seis meses del terremoto, se debate entre la resistencia y la resignación. El paisaje actual del país caribeño desde la mirada del docente haitiano Henry Boisrolin y desde la organización Médicos Sin Fronteras.
Recorrer Haití es mirar una postal cruda e impactante. En las principales ciudades de un país largamente empobrecido, cientos de carpas, una al lado de la otra, configuran un paisaje que habla de la situación precaria a las que se ve sometida la población.
Es que el proceso de recuperación, luego del terremoto de 7,3 puntos que impactó sobre la región el 12 de enero pasado y que mató a más de 250 mil personas, atraviesa serios inconvenientes para concretarse. Actualmente, hay al menos 1.5 millones de damnificados, entre ellos 800 mil niños que siguen viviendo en situación precaria, en campamentos improvisados que requieren de ayuda urgente.
Para profundizar sobre la situación del país centroamericano a 6 meses del sismo, comercioyjusticia.info entrevistó a Henry Boisrolin -hatiano y docente de Metodología de la Investigación en el Instituto de Lenguas Aborígenes de Córdoba- y elaboró un informe basado en la experiencia reciente de Médicos Sin Fronteras en ese país.
“No hay reconstrucción posible si se excluye al pueblo haitiano”
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Henry Boisrolin es un haitiano que reside en Córdoba desde hace 36 años. De profesión docente, está intensamente comprometido con su país. En estos seis meses, luego de viajar a su tierra tras el terremoto, participó de las acciones de difusión y concientización sobre lo sucedido en el país caribeño.
– ¿Cómo describiría la situación actual de Haití, pasados seis meses del terremoto?
La situación sigue siendo grave, incluso peor, porque en el momento del terremoto se había dado una especie de furor internacional -para decirlo de alguna manera- de ayuda. Pero hoy, de las 200 organizaciones que contribuyeron en enero, solo quedan 16 que todavía trabajan en Haití.
Hoy, los desplazados, las principales vícitmas del terremoto, están viviendo en carpas y se enfrentan ahora a la época de lluvias y huracanes sin mucha ayuda. Haití sigue siendo el país de antes, el país olvidado.
– ¿Qué sucedió con el fondo internacional destinado a la reconstrucción de Haití?
La reconstrucción de Haití se hace a través de una institución creada recientemente cuya sigla es CIR (Comisión Interina de Reconstrucción de Haití). Hay dos presidentes, uno es el primer ministro haitiano y otro es el ex-presidente norteamericano Bill Clinton. Esta Comisión ha organizado conferencias de donantes en distintas partes del mundo y se había prometido casi 10 mil millones de dólares, pero de ese dinero llegaron a Haití sólo 200 millones.
Pero lo más profundo es un problema de base política porque no se puede hablar de la reconstrucción de Haití solamente en términos de plata, ni tampoco se la puede planificar desde Washington o París, hay que hacerlo desde Haití y hacerlo con los haitianos. Ellos, nosotros, debemos decidir cómo hacerlo en función de nuestra cultura e intereses.
– A nivel sanitario ¿Cuál es la situación actual?
En primer término, yo destacaría la ayuda de los Médicos Cubanos quienes trabajaron antes y después del terremoto. También están allí los Médicos del Mundo y Médicos Sin Fronteras. Pero lo que pasa es que si no hay cambio político en Haití, siempre vamos a seguir siendo un pueblo asistido y es necesario romper con esa dinámica.
– Entonces, ¿cómo pensar una reconstrucción del país?
Yo no lo plantearía en términos de reconstrucción.Yo no puedo decir que reconstruyan en Puerto Príncipe las casas que estaban mal, que estaban en lugares donde no tenían que estar.
Puerto Príncipe era una ciudad para 500.000 personas, sin embargo vivían allí 2 millones sin ninguna planificación de distribución de agua, electricidad, carreteras. Lo grave de Haití viene de antes, donde un 70% de la población estaba desocupada y donde la renta per cápita no superaba los 400 dólares anuales. En el campo, la población es analfabeta y en la ciudad el 50% no sabe leer ni escribir. El 90% del sistema educativo haitiano está en manos privadas, se destruyó la educación pública.
Entonces, cuando me hablan de reconstrucción, yo me pregunto ¿de qué?. Hay que construir algo nuevo en función del interés de la gente que sufre y no de los intereses económicos de un grupo, pero no hay reconstrucción posible si se excluye al pueblo hatiano, a su sobernía y a su autodeterminación.
Acceso y presupuesto, las principales problemáticas sanitarias
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A seis meses del terremoto que devastó la ciudad de Puerto Príncipe y otras capitales haitianas, la población se encuentra expuesta a un sinnúmero de necesidades y problemáticas sanitarias todavía sin respuesta. Las principales tienen que ver con las dificultades de acceso a la atención primaria de la salud, la vivienda y el agua. También apareció la necesidad de atender “lesiones invisibles”, vinculadas al trauma psicológico ocasionado por la catástrofe.
Una de las primeras cuestiones que resulta necesario aclarar es que las iniciativas de atención a las falencias del sistema de salud haitiano por parte de organizaciones no gubernamentales, datan de al menos una década atrás. Después del terremoto, organismos como Médicos Sin Fronteras (MSF), presentes desde 1991, tuvieron que hacerse cargo de un panorama aún más crítico, que incluyó un 60% de instalaciones médicas destruidas y al menos un 10% de los profesionales de la salud fallecidos tras el sismo, según informó MSF, una de las organizaciones que colabora en las zonas críticas.
Inmediatamente después de que el terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter sacudió Haití, los profesionales de la salud presentes en el área se vieron obligados a socorrer a las víctimas. Si bien en principio la ayuda gratuita a miles de haitianos despojados de vivienda y alimentos consiguió al menos mantenerlos con vida, a medida que transcurrieron los meses, los representantes de ONG’s fueron retirándose y la asistencia universal experimentó un progresivo recorte. Esto colocó en el centro de la escena las graves falencias del sistema de salud haitiano, como consecuencia lógica, no del sismo, sino de un Estado con graves dificultades económicas estructurales.
En cuanto a los desafíos para los médicos con el correr de los meses las prioridades quirúrgicas pasaron de salvar vidas, a salvar las extremidades de los heridos. Ante este panorama, los profesionales debieron recurrir con frecuencia a las amputaciones. Más adelante, con disponibilidad de quirófanos, se ampliaron las posibilidades de realizar cirugías reconstructuvas, diálisis para las lesiones por aplastamiento, tratamientos especiales para quemados y rehabilitación para quienes sufrieron pérdida de sus miembros.
Actualmente, MSF gestiona en Puerto Príncipe y otras localidades afectadas 19 estructuras médicas, con una capacidad de más de mil camas. Allí trabajan 3.000 profesionales haitianos y de otros países. Entre el 12 de enero y el 31 de mayo, MSF atendió a más de 173.000 pacientes. Sin embargo la asistencia no se sostiene con mero voluntarismo. Desde MSF advirtirieron que si no reciben ayuda internacional, resultará imposible sostener el esquema sanitario que hoy por hoy garantiza asistencia gratuita para miles de personas. Hasta mayo, la organización había recibido un presupuesto de 89 millones de euros provenientes de donaciones y se prevé un gasto de 91 millones hasta diciembre próximo.
Aquí, el informe completo de MSF.
Imágenes de Haití, seis meses depués