Un abogado cordobés conserva la totalidad de las ediciones de Comercio y Justicia durante sus 76 años de historia. Hace cuatro décadas que Juan Luis Moltoni ejerce el derecho, siempre con un ejemplar sobre su escritorio.
Juan Luis Moltoni es abogado y hace 40 años que ejerce su profesión. Como a tantos profesionales cordobeses, el diario Comercio y Justicia lo ha acompañado a lo largo de su carrera. Pero el caso del doctor Moltoni encierra una particularidad: “Tengo guardados todos los diarios, todos, todos”, enfatiza con vivacidad para explicar que su colección alcanza incluso aquellos primeros ejemplares publicados en 1939.
Su relato sobre cómo fue que llegó a reunir una colección de asombroso volumen (no sólo ocupa un espacioso depósito que el abogado alquila para tal fin sino que también le ha destinado sectores de su casa y oficina “a los ejemplares más nuevos”) también tiene sus matices singulares.
Para hallar los orígenes de la colección hay que remontarse a los años 50, cuando Moltoni padre recibió de un prestigioso estudio jurídico de la época -el estudio Vizcaya-, lo que sería la primera parte del compendio de tinta y papel con información precisa sobre el panorama judicial y económico de la época.
Luego, los ejemplares ordenados por fecha se hicieron encuadernar (foto), y cuando ya no había casa ni oficina que albergara tamaño volumen de papel y tinta (pero también de información estratégica y de testimonios certeros de la evolución de la economía y la justicia en el país), se decidió a alquilar un espacio para albergarlos y a la vez preservarlos del deterioro producto del tiempo.
Cómo comenzó su afición por leer el diario de los empresarios y profesionales, él mismo lo explica: “Cuando comencé a ejercer la profesión, mi padre, que también era abogado, se retiraba. Él era suscriptor de CyJ y yo continué con las suscripciones porque me acostumbré a leerlo, a recibirlo todos los días y a mantenerme actualizado siempre”.
Para Moltoni, CyJ es mucho más que una costumbre familiar. “Puede ser que sea una especie de tradición pero no sólo es eso: yo me aseguro de mantenerme actualizado leyéndolo”, define, y detalla que la información es para él una herramienta. “Los fallos que el diario publica comentados periodísticamente son muy útiles, además de los datos de actualidad, algunos de los cuales uso y otros no, lo que no quita que siempre me interese leerlos”.
Por otra parte, no deja pasar la oportunidad de señalar que en todos estos años, CyJ se convirtió en parte de una rutina ineludible. “A mí me encanta leer el diario, es un hábito, lo primero que hago en el día -me lo llevan a mi casa, muy, muy tempranito-; y desayuno leyéndolo”.
Como anécdota, relata: “Puedo contar que hace años que estoy en este estudio (tradicional oficina en la calle Arturo M. Bas) y, al tener acceso a los Comercio y Justicia de todas las épocas, he sido proveedor de datos: casi todos los colegas que trabajaron en estas oficinas han venido a tocar la puerta buscando alguna información específica publicada por el diario”.
Por este motivo -y algunos más que lo hacen sonreír con picardía-, reconoce: “Tener todos los ejemplares desde el principio, aunque los haya recibido ‘de arriba’ (risas), significa un gran orgullo para mí”.
