En el marco de la Semana Mundial para la Seguridad Vial, la diputada nacional Micaela Morán presentó un proyecto de ley a fin de modificar la Ley de Tránsito (Ley 24.449); puntualmente, el artículo 51, para reducir las velocidades máximas permitidas y los límites especiales.
Para las zonas urbanas, la iniciativa de la legisladora de Unión por la Patria propone que la velocidad máxima pase a ser en vías o calles de un único carril por sentido de circulación de 40 a 30 km/h; en vías de dos o más carriles por sentido de circulación o avenidas de 60 a 50 km/h y en vías con semaforización coordinada, y sólo para motocicletas y automóviles, la de coordinación de los semáforos.
Al respecto, el texto de la propuesta aclara que “los carriles reservados para la circulación de determinados usuarios o uso exclusivo de transporte público no serán contabilizados”.
En tanto, para zonas rurales, establece que para motos, autos y camionetas la velocidad máxima pase de 110 a 100 km/h; para microbuses, ómnibus y casas rodantes motorizadas, de 90 km/h, y para camiones, automotores con casa rodante acoplada y transportes de sustancias peligrosas, de 80 km/h.
El proyecto determina que en semiautopistas, para motocicletas, automóviles y camionetas la velocidad máxima sea de 110 km/h; para microbuses, ómnibus y casas rodantes motorizadas, de 90 km/h, y para camiones, automotores con casa rodante acoplada y transportes de sustancias peligrosas, de 80 km/h.
En autopistas, prevé que para motos, autos y camionetas sea de 120 km/h; para microbuses, ómnibus y casas rodantes motorizadas, 90 km/h, y para camiones, automotores con casa rodante acoplada y transportes de sustancias peligrosas, 80 km/h.
Fundamentos
Entre los fundamentos de su iniciativa, la diputada señaló que una merma de la velocidad de 40 a 30 km/h reduce en dos tercios las muertes en el tránsito, según lo prueban diferentes estudios internacionales, y “genera ciudades más seguras, verdes y habitables”.
“Argentina puede y debe bajar a 30 km/h la velocidad de las calles de las ciudades y los pueblos, sin que ello dificulte la fluidez de la circulación. A esta velocidad se reduce sustancialmente la distancia de frenado de los vehículos ante una situación de emergencia, lo que incide en la caída de la siniestralidad, como ha sucedido en los países que han adoptado esta medida”, sumó Morán.
En esa línea, precisó que, en caso de accidente, una persona atropellada a 30 km/h tiene un riesgo de morir de 10%; es decir, que de cada 10 peatones atropellados a 30 km/h, nueve sobrevivirán y que, por el contrario, a medida que aumenta la velocidad las posibilidades de sobrevida bajan.
Actualmente, en muchos países se están modificando los límites de velocidad de las vías de circulación.
Al respecto, en base a evidencia teórica y experiencias exitosas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) impulsa desde hace años la reducción del límite de velocidad máximo a 30 km/h en calles urbanas donde se mezclan vehículos motorizados y usuarios vulnerables.
A la fecha, en distintas ciudades se implementaron las denominadas “Zonas 30”, por el límite de velocidad en que las personas desprotegidas sobreviven una colisión. Por ejemplo, Bogotá, Colombia, registró un descenso del 32% en la mortalidad asociada a siniestros viales a partir de la inclusión de zonas limitadas a 30 km/h dentro de un paquete de medidas de gestión de velocidad.
La Organizaciones de las Naciones Unidas (ONU) estableció la Semana Mundial para la Seguridad Vial para promover la reducción de las velocidades de circulación, como medida indispensable para disminuir el número de víctimas.
Según datos de la OMS, la velocidad excesiva e inapropiada está entre los riesgos principales en muertes y lesiones en el tránsito, influyendo en alrededor de un tercio de las fatalidades en países de ingresos altos y en hasta la mitad en países de ingresos bajos y medios.
El organismo indicó que las “velocidades seguras” son uno de los principales temas del “enfoque del modelo de sistema seguro” para la seguridad vial.
La Asociación Civil Luchemos por la Vida reiteró que, a mayor velocidad, más probabilidad de que ocurra un choque y que, si sucede, el riesgo de muerte y lesiones serias es superior .
Enfoques
El grupo recordó que los enfoques para la gestión de la velocidad incluyen: construir o modificar caminos para que incluyan características que calmen el tránsito, como rotondas; establecer límites de velocidad acorde a la funcionalidad de cada camino; hacer cumplir los máximos y concientizar.
Paralelamente, indicó que los países que implementaron el enfoque del modelo de sistema seguro, incluyendo intervenciones para garantizar velocidades moderadas, son los que más progresaron para salvar vidas en sus caminos.
Luchemos por la Vida planteó también que dentro de los múltiples factores que pueden incidir en la ocurrencia y las consecuencias de un siniestro vial, la velocidad es uno de los más influyentes y decisivos.
En esa línea, resaltó que la conjunción del exceso de velocidad con otras variables de riesgo vinculadas al comportamiento de las personas (como la conducción bajo los efectos del alcohol o de drogas, la falta de uso de elementos de seguridad vial o la presencia de componentes de distracción), puede incrementar la probabilidad de ocurrencia de siniestros viales fatales.