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Seguridad, mucho más que la ausencia del delito

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Por la Fundación COLSECOR

El binomio seguridad- inseguridad es polisémico y variable. ¿Qué dicen los últimos datos sobre tasa delictiva en Argentina? ¿Qué muestran los relevamientos de la Fundación COLSECOR, respecto a seguridad y calidad de vida? El enfoque de la Seguridad Humana.

La seguridad constituye uno de los tópicos de interés de la ciudadanía más importantes. Desde hace más de una década, se ubica como la primera o segunda preocupación de todos los países en América Latina y el Caribe y es temática fija en la agenda política y mediática. Sin embargo, la seguridad ha estado referida, en general, al orden público, y diversas formas de control social y, su contraparte, a la vulnerabilidad ante el delito, como experiencia o temor. 

En esta oportunidad, abordaremos varias dimensiones o componentes del enfoque “seguridad”, por dos razones principales: en primer lugar, porque el concepto excede al de seguridad nacional o seguridad interna y seguridad individual o personal. Pondremos el foco en una visión más amplia e integral, el de la seguridad humana y colectiva. En segundo término, el binomio seguridad e inseguridad es polisémico y la percepción de su gravedad varía según los contextos, la edad, el género y el lugar de residencia, como lo demuestran los últimos relevamientos de la Fundación COLSECOR.

En cada edición, la Medición de Calidad de Vida en Pueblos y Ciudades de Argentina (investigación propia de la Fundación COLSECOR)  incorpora el tema seguridad como parte de sus tópicos. En el último relevamiento se observó que el 68% de quienes viven en ciudades grandes, de más de 100 mil habitantes, aseguran estar insatisfechos con la seguridad (como ausencia de riesgo o amenaza) de su localidad. A medida que desciende la densidad de población ese porcentaje es menor: en pueblos con menos de 10 mil habitantes ese porcentaje se reduce a 47%. Cuando se desglosa por franja etaria, se observa paridad entre las personas mayores de 60 años y lo más jóvenes en relación a la insatisfacción por la seguridad (61% y 60%, respectivamente). 

Pero en un estudio más cualitativo, a partir de 47 entrevistas en profundidad, realizado por la Fundación COLSECOR se observó que la “seguridad” no figura como la mayor inquietud que los jóvenes manifiestan espontáneamente. En “Imaginarios, opiniones y expectativas de juventudes de localidades pequeñas e intermedias de la Argentina”, la inseguridad, en términos de delito y violencia, es de las preocupaciones menos mencionadas por personas de entre 17 y 25 años, en los pueblos o localidades pequeñas. Para las juventudes, la variable económica y su relación con proyectos a futuro, es mucho más relevante. 

“Inseguridad” y “miedo a la inseguridad”

La noción de inseguridad irrumpe fuertemente en los años ’90 y se consolida luego de la crisis del 2001, como  “una categoría asociada al delito que expresa una demanda hacia el Estado de garantizar un umbral de riesgos aceptable”. Si tomamos estadísticas delictivas, vinculadas con la tasa de victimización, el Laboratorio de Investigaciones sobre Crimen, Instituciones y Políticas (LICIP) de la Universidad Torcuato Di Tella recoge y analiza información primaria y de modo permanente. En su último informe de octubre de este año, señala que “el 34.1% de los hogares en 40 centros urbanos del país fue víctima de al menos un delito en los últimos 12 meses”. Este valor implica un aumento de 4.8 puntos porcentuales respecto al valor observado en octubre de 2022 (29.3%). A su vez, “20 de cada 100 hogares reportan haber sufrido un robo con violencia”. 

Ahora bien, el sociólogo y especialista en la temática, Gabriel Kessler explica que la alta preocupación de la sociedad argentina (extendida a América Latina) por la inseguridad, se debe al indudable incremento de las tasas históricas de delitos, pero se agregan otros factores. En particular, intervienen los cambios en la construcción narrativa de los delitos ante las audiencias mediáticas y digitales y en la sensibilidad frente al tema, junto al déficit que han mostrado las políticas públicas dirigidas al problema. Es decir, nunca antes como en la última década los medios depositaron tanta visibilidad al tema (en cantidad de noticias y jerarquía del tema); de hecho, se construyeron secciones de diario bajo la etiqueta de “inseguridad”, antes denominadas policiales. Kessler habla de “sentimiento de inseguridad”, para explicar la centralidad que el tema ha tenido en la opinión pública en las últimas dos décadas. 

El binomio seguridad- inseguridad es un concepto que permite varias definiciones. Para la Organización de Naciones Unidas son siete las dimensiones que se concentran bajo la categoría de “Seguridad Humana”. Esta expresión fue utilizada en el informe de 1994 realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Si bien reviste críticas por su amplitud, hoy esta noción es empleada por numerosos centros académicos y científicos, por muchas organizaciones internacionales no gubernamentales, gobiernos y entidades de la sociedad civil. Las siete dimensiones que integran la seguridad humana son: seguridad económica (el tener garantizado una vivienda, por ejemplo), seguridad alimentaria (que todos tengan acceso tanto físico como económico a los alimentos básicos), seguridad de la salud, seguridad ambiental, seguridad personal (seguridad respecto de la violencia física), seguridad política y seguridad comunitaria (en relación a amenazas étnicas, religiosas, entre otras). Estas dimensiones se pueden analizar por separado, pero integran un concepto indivisible. Por lo tanto, las inseguridades que afectan a una de las dimensiones incidirán negativamente sobre el conjunto de ellas.

Calidad de Vida: el plus de los pueblos 

La seguridad humana se enmarca más en una política de protección integral, que la protección frente a la delincuencia tradicional. Cualquier situación que degrade los pisos mínimos en la calidad de vida de las personas (sea por presión demográfica, daño ambiental, disminución o nulo acceso a los recursos) son amenazas a la seguridad. 

Con el objetivo de conocer y visibilizar diferentes aspectos de la calidad de vida en pueblos y ciudades, la Fundación COLSECOR desarrolla un relevamiento anual, desde el 2020, cuyos tópicos están vinculados con el bienestar en la vida cotidiana, así como la satisfacción del lugar que se habita. 

Según el informe de la Fundación COLSECOR, la percepción sobre la calidad de vida cambia en diversos aspectos. Frente a la pregunta “Si tuviera la posibilidad de mudarse a un pueblo o ciudad pequeña ¿cuán probable sería que se mude?”, el 51,7% de las personas que viven en localidades de más de 100.000 habitantes respondió afirmativamente. De ese total, el 19% indicó que seguro se iría, mientras que el 32,7% que probablemente lo haría. En contraste, el porcentaje bajó al 40,7% al preguntarle a quienes viven en localidades pequeñas o medianas si se mudaría a una ciudad más grande. Con respecto al estrés y preocupación, también se observaron diferencias. Quienes habitan en ciudades de más de 100 mil habitantes dijeron estar más preocupados y estresados que quienes viven en ciudades más chicas. 

En el estudio cualitativo de Juventudes, los hallazgos muestran como un activo de los pueblos el hecho de “vivir tranquilos”, en oposición a la vida en las grandes ciudades. Hubo entre los entrevistados una alta valoración positiva de las localidades más pequeñas: valoran la solidaridad, la seguridad, la tranquilidad y la cantidad de espacios verdes. A su vez destacan, como núcleo del “buen vivir”, las condiciones de arraigo y la proximidad afectiva con familiares y amigos en la vida cotidiana.

Seguridad Humana y los ODS

El mundo de hoy es para muchas personas un lugar inseguro, cargado de amenazas en múltiples frentes. Las crisis prolongadas, los conflictos violentos, los desastres naturales, la pobreza persistente, las epidemias. Todo ello entraña múltiples formas de inseguridad humana. 

Desde Naciones Unidas aseguraron que emplear el Enfoque de la Seguridad Humana puede potenciar considerablemente las promesas de transformación enunciadas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Desde la Fundación COLSECOR apoyamos concretamente esas metas, económicas, sociales, ambientales. Para ello, la Fundación, a través de su presidente José Néstor Lino, firmó recientemente un convenio con el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales (CNCPS), a través de su titular, Marisol Merquel. El CNPS es el organismo responsable de articular las acciones necesarias para la implementación de la Agenda 2030

En la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas del 25 de septiembre de 2015, los Estados miembros aprobaron la Agenda 2030, que plantea 17 objetivos con 169 metas que abarcan las esferas económica, social y ambiental. La Agenda implica un compromiso común y universal. Sin embargo, cada país puede fijar sus propias metas de acuerdo a sus retos específicos en la búsqueda del desarrollo sostenible, adecuando las metas internacionales a su propia situación social y política. Los 17 ODS de Naciones Unidas se hacen eco de los principios de seguridad humana, enunciados por la ONU en 1994 y con plena vigencia en la actualidad. “El enfoque de la seguridad humana, cuyo ideal básico es lograr que las personas vivan sin temor, sin miseria y con dignidad, permite hacer frente a los problemas generados por los conflictos persistentes, la exclusión social y la pobreza extrema o que los provocan”, destaca el texto de Naciones Unidas.

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