Alemania y Brasil aparecen como los líderes de ambas regiones. El viejo continente parece haber detenido su caída, lo que obliga a repensar los postergados acuerdos con el bloque sudamericano.
Después de más de un cortocircuito y luego de una larguísima negociación, todo hace pensar que desde comienzos de este año se estará más cerca un acuerdo Mercosur-Unión Europea. Pero en ese contexto ¿cómo es el viejo continente que acercará sus relaciones comerciales al bloque del sur?
Por un lado, la economía europea tendrá recién en este año el mismo volumen que el que tenía entre 2007 y 2008, luego del acentuado “bajón” que le produjo la crisis financiera internacional.
Pero además, en el bloque regional que conforman algunas de las economías más desarrolladas del mundo está en marcha desde hace varios años una serie de modificaciones estructurales.
Un ejemplo de esa situación es la economía polaca, sobre la que la agencia internacional Bloomberg puso su ojo el mes pasado para tratar de explicar por qué fue la única de la región que se mantiene desde hace más de diez años con signo positivo en su producción.
La nota revela que, al contrario de lo que optaron por hacer el resto de los países de la unión, al inicio de la crisis Varsovia eludió las políticas de “austeridad” y puso “el pie en el acelerador” del gasto público.
A ello se sumó una mayor cantidad de fondos de ayuda de la Unión Europea y recortes en impuestos, que ayudaron a mantener la economía a flote en medio de una difícil situación regional.
El motor alemán
En ese contexto, la economía alemana -la más poderosa de la zona euro- prevé un crecimiento más fuerte para este año (1,7%) que para el que acaba de terminar (0,5%), aunque con modificaciones en su composición.
El diario español El País explicó en un reciente análisis que el alto superávit comercial alemán, en torno a 6 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), implicó un lastre para la economía europea en general, lo que obligó a la Comisión Europea a reclamarle a Berlín que produzca cambios en la orientación de su economía.
El reclamo apunta a que comience a basar su crecimiento más en la demanda interna y el consumo que en el empuje exportador, como una forma de aliviar al resto de la eurozona.
Hacia allí parece encaminarse en los próximos años el gobierno de Angela Merkel, que de todos modos debió haber recibido con recelo el último informe del Centro para la Investigación Económica y Empresarial (CEBR, por sus siglas en inglés), que pronosticó que para 2030 la mayor economía del viejo continente ya no será Alemania sino Gran Bretaña.
Las claves de la predicción están dadas por el crecimiento en la población del Reino Unido, un sistema económico que funciona con bajos niveles de impuestos y su aislamiento de los problemas que en los últimos años mostró el euro.
Claro que para entonces, de acuerdo con las proyecciones del CEBR, Brasil habrá superado tanto a Alemania como al Reino Unido, para asentarse como la quinta economía del mundo.
Cambios de estructura
Mientras se negoció en los últimos años el acuerdo Mercosur-Unión Europea, el bloque con sede en Bruselas atravesó varios cambios más en su estructura económica interna.
Para dar una muestra de ello, hay que tener en cuenta que el sector financiero del viejo continente eliminó nada menos que 140 mil puestos de trabajo en dos años y que prevé seguir achicando su peso durante el año que se inicia.
A uno y otro lado del Atlántico se empezó a pensar este acuerdo en 1999 y, en concreto, lleva más de 30 meses de tratativas: la apuesta es que permita generar empleos y una mejor calidad de vida en ambas regiones, pero la incertidumbre en un mundo que cambia minuto a minuto seguramente requerirá de nuevas y trabajosas negociaciones.