El nuevo inquilino del Palacio del Elíseo es mucho más de lo que mostraron los medios que lo igualaron a la opción democrática para Francia. Es la banca Rotschild al poder. ¿Responderá a los desafíos de la hora?
Por Javier De Pascuale – [email protected]
La política, en el más clásico sentido de la palabra, acaba de ser derrotada en Francia. No nos estamos refiriendo precisamente al Frente Nacional francés ni mucho menos a su candidata Marine Le Pen. Un político sin partido pero con gigantescos recursos financieros y mediáticos logró nada menos que dos tercios de las preferencias electorales de los franceses que fueron a votar en “el balotaje más tramposo de la historia”, como lo caracterizó un ciudadano francés consultado por un canal de televisión en un gif que alcanzó cierta viralidad.
No sólo los dos principales partidos políticos franceses que han venido gobernando el país – los Republicanos y los Socialistas- resultaron perdidosos en el proceso electoral que finalizó el domingo, sino el conjunto de las estructuras políticas tradicionales del país.
El malestar que viven amplios sectores sociales con el creciente fracaso de la Unión Europea (UE) para resolver las desigualdades en amplias regiones del Viejo Mundo supo encontrar un camino de expresión en el frente de izquierda Francia Insumisa, que rozó en la primera vuelta electoral 20 por ciento de los votos, quedando a sólo 1,7 por ciento de Marine Le Pen y, de este modo, de ingresar al balotaje.
La idea de la creación de Francia Insumisa tiene sus raíces en la convicción de la necesidad de un movimiento transversal que saliera del molde de las organizaciones tradicionales a partir de la convicción de que ya no son los partidos políticos los que hacen la democracia. Se inspiró en la experiencia de Podemos, en España, y en la candidatura de Bernie Sanders en las primarias presidenciales del Partido Demócrata de Estados Unidos, de 2016.
Su postulante, Jean-Luc Mélenchon, fue el único de los candidatos presidenciales que se negó a brindar su apoyo inmediato al ahora electo Emmanuel Macron una vez decidido el balotaje entre éste y la hija del viejo representante del neofascismo europeo, Jean-Marie Le Pen.
Es que Macron es mucho más de lo que mostraron los medios hegemónicos franceses e internacionales, que buscaron identificarlo con la república y los valores que guían a Galia desde 1789. Para responder a los acrónimos que circulan por estas horas en nuestro país, Macron no es precisamente “Macri más Perón”. Más bien sería la versión corregida y aumentada del actual presidente argentino.
Efectivamente, Macron es la corporación financiera internacional en su sector globalista, ahora en el poder de Francia.
El nuevo presidente expresa en su propia historia la meteórica ascensión al poder de un hijo de la burguesía prácticamente sin militancia política territorial o de masas, educado en los centros de enseñanza más elitistas del país y con un olfato especial para vincularse con personas e instituciones con poder. Desde muy joven sintonizó la frecuencia bajo la que funciona hace más de 230 años la banca Rotschild, una suerte de Estado superior a los Estados europeos durante los últimos siglos, con fuerte influencia sobre el Banco Central Europeo.
Un informe del Centro de Investigaciones en Política y Economía (Ciepe), vinculado con la Universidad de La Plata, subrayó que “Macron se presentó como el candidato sin partido, sin aparato, sin pasado y sin ‘deudas con la historia’. Fue el candidato de los grandes medios globales que actúan como el gran partido globalista en la sombras –’the global party in the shadows’-; de las grandes capacidades globales paramilitares con nombres de utilería y pertrechados con la mejor de las armas y entrenamiento; de las viejas cities financieras globales con su histórica responsabilidad en las crisis financieras y sus negocios con la guerra militar y con la guerra financiera, que desembocan luego en la gran guerra mundial de 1914, de 1939 y luego la guerra de Vietnam”.
No está claro cuál será la política del nuevo inquilino del Palacio del Elíseo en cuanto a los desafíos centrales que enfrenta la economía, la sociedad, la educación y la seguridad de Francia, que no sean las ya fracasadas políticas del actual presidente François Hollande.
Los especialistas Wim Dierckxsens y Walter Formento sostienen que “en junio le esperan elecciones legislativas y no está nada claro cuántos diputados Macron obtendrá con su recién creado movimiento. Los tendrá muy probablemente a costa de los socialistas como los grandes perdedores. Sin embargo, Jean-Luc Melénchon y Marine Le Pen juntos pero no revueltos bien le podrían bien dejar en minoría”. Una vez resueltas las elecciones presidenciales, nada está resuelto en Francia.