Un grupo de científicos argentinos y alemanes construyeron en Bahía Blanca el primer microscopio óptico de superresolución que existe en América Latina, que a diferencia de los actuales aparatos ópticos convencionales, permite observar en una estructura la “50 millonésima parte de un milímetro”.
El aparato permite observar moléculas individuales en células, sobrepasando holgadamente el límite de resolución que estaba dado por la ley física conocida como ‘barrera de difracción’.