Un informe privado pone al trasluz los resultados fiscales de la economía argentina y se manifiesta crítico de las diversas soluciones que las administraciones implementaron para paliarlo.
Argentina padeció déficit fiscal en 23 de los últimos 30 años de democracia, en medio de un permanente cambio de roles del Estado sobre la economía, que explican las recurrentes crisis del país. Así lo consignó un estudio difundido por el Instituto Argentino de Analisis Fiscal (Iaraf).
Entre las idas y vueltas del rol estatal en la economía, el trabajo menciona privatizaciones y luego reestatizaciones; sistema público de jubilación, mixto y luego nuevamente público, entre los más notables.
Desde el punto de vista de la importancia relativa dentro de la economía, el Estado actualmente casi duplica su participación al inicio de la democracia: de 23% del producto interno bruto (PIB) que el gasto consolidado de los tres niveles de gobierno representaba en 1983, se llega a un ratio estimado de más de 42% del PIB en 2013, mostrando tendencia creciente en la última década.
“Una mayor presencia del Estado en la estructura económica no es buena ni mala por definición; en todo caso, la discusión como sociedad debiera pasar por cuáles son los fines que cumple y cuán eficiente es a la hora de gastar”, sostiene el trabajo de la entidad que preside el cordobés Nadín Argañaraz.
El informe llama la atención sobre el hecho de que el gasto público de los distintos niveles de gobierno “siempre lo termina pagando la ciudadanía, pues se financia con alguna combinación de impuestos, deuda (equivalente a mayores impuestos para los ciudadanos en períodos futuros) o emisión monetaria (la vasta experiencia argentina y mundial demuestra que cuando la misma financia meramente más gasto público, conlleva inflación)”.
Claves de resolución
El trabajo del Iaraf recuerda que distintas alternativas de fondeo público fueron probadas en las últimas tres décadas y su exceso derivó en las principales crisis económicas vividas en el período: financiamiento del BCRA vía emisión y adelantos al tesoro (desembocó eventualmente en la hiperinflación), endeudamiento público con diferentes acreedores (su profusión llevó al default y crisis de comienzo del corriente siglo) y mayor presión impositiva.La clave, según el Iaraf, pasa por “reconocer que la experiencia económica desde el retorno de la democracia muestra que los déficit fiscales elevados y recurrentes traen consecuencias negativas a la economía. Si este aprendizaje es asimilado, el foco debiera ponerse en el cumplimiento eficiente del rol que se decida asignarle al Estado, sincerando la antipática pero ineludible existencia de una restricción presupuestaria”, dice el trabajo.