Fue la respuesta del economista ante la consulta sobre la posibilidad de desembocar en un crack. Consideró que el que se haga cargo del próximo Gobierno tendrá un margen acotado de maniobra y se pronunció a favor de no generar expectativas respecto de un pronunciamiento de Naciones Unidas sobre las estructuraciones de deudas soberanas, en relación con el conflicto con los fondos buitres.
Convocado a disertar sobre “Argentina, recuperando la oportunidad” por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Roberto Lavagna, ex ministro de Economía y Producción de la Nación y Premio Konex 2006 en Humanidades y Desarrollo Económico, dialogó con los medios, para los que tuvo consideraciones respecto de la situación macroeconómica, el conflicto con los fondos buitres y la finalización de la actual gestión kirchnerista.
-¿Cómo ve la situación económica que atraviesa Argentina?
-En términos generales, está claro que hay una combinación de caída en la producción general y, por ende, en el empleo y, por el otro, una tasa de inflación alta y acelerándose. En ambos temas, hay una dinámica negativa en el sentido de que, seis meses atrás, se estimaba la posibilidad de una producción subiendo ligeramente. Hoy ya sabemos que -como mínimo va a caer dos por ciento-. Y, en el caso de la inflación, los pronósticos de 30% anual hoy ya están en 38% que, para el caso de los alimentos llega a 44% anual.
-¿Por qué se acelera la inflación, si había logrado frenarse?
-Tiene que ver con muchas cosas, pero fundamentalmente con la incesante emisión de moneda. Para lo que queda del año se habla de una necesidad de emisión de $100 mil millones. Si la producción no sube y la cantidad de moneda se expande a ese ritmo, lo normal es que termine llegando a los precios -y rápidamente- porque las expectativas van en ese sentido.
-¿Cómo ve la evolución del conflicto con los fondos buitres y el impacto que puede tener una posible resolución de Naciones Unidas respecto de las deudas soberanas?
-Está claro que en el ámbito internacional está haciendo falta un sistema de restructuración de deuda soberana. Esto lo piensa no sólo el mundo en desarrollo sino también el desarrollado. Ya desde el año 2003 se viene discutiendo este tema, aunque después hubo un parate. Lo de Naciones Unidas puede volver a poner el tema en el tapete pero creo que hay un mensaje muy claro de los países centrales en cuanto a los temas financieros y es que Naciones Unidas no es el lugar para hacerlo. Por eso, EEUU, Japón, Gran Bretaña votaron en contra, no porque no piensen que hace falta un sistema que hoy no está y genera un problema sino porque entienden que Naciones Unidas no es el ámbito. Obviamente, prefieren hacerlo en el seno del fondo monetario o en el G20, donde los poderes relativos del mundo desarrollado respecto del mundo en desarrollo son más fuertes. De manera tal que creo que está bien que el tema se trate. Creo que, por razones de tiempo, no hay que esperar nada ni de corto plazo ni de aceptación general. Los problemas financieros -y cuando Argentina los tuvo- siempre se negociaron con el grupo de países de los siete y con EEUU. El Gobierno ahora ha optado por otros foros: OEA, Grupo 77, Naciones Unidas, que son organismos válidos pero no efectivos para tratar cuestiones financieras que son las que crean estos problemas, no sólo a nosotros (porque Argentina perdió el juicio) sino también al sistema financiero, porque el juez se excedió en su decisión. Esto también lo dicen los observadores de EEUU, los premios Nobel: hay un problema de un juez que emitió una sentencia, un país que se resiste a cumplirla con cierto grado de razonabilidad -no desde el punto de vista del método pero sí desde el punto de vista de fondo- y problemas que se generan dentro del propio sistema, como son los juicios que hoy por hoy hay contra el banco de Nueva York, el City y otros.
-¿Cuánta adhesión puede generar entre los bonistas el cambio de jurisdicción de los acreedores?
-Creo que la ley aprobada no cumple con un requisito esencial: manifestar voluntad de diálogo para encontrar soluciones. En los primeros párrafos ya se habla de manera agresiva. Aquí lo que hace falta es negociación. Y para ello hacen falta solidez técnica y comportamientos formales. El lema “patria o buitres” no ayuda a nadie -ni afuera ni adentro- y hace que afuera se pueda decir que esto es pura politiquería y acá hay un problema que hay que resolver.
-¿Cómo ve la situación para quien asuma el Gobierno después de las próximas elecciones?
-El gobierno que venga, cualquiera sea éste, se va a encontrar con un margen de maniobra sumamente limitado. Hasta entonces, podemos vernos envueltos en sucesos similares a los de enero, que nos llevaron a una devaluación que no sirvió para nada, porque las devaluaciones -cuando se hacen fuera de un programa económico integral- lo único que hacen es acelerar la inflación y es lo que está pasando ahora. Ello tiene que ver con la percepción de que lo ocurrido en enero no sirvió de nada. Estamos volviendo al punto de partida y estamos ante la posibilidad de que se repita una solución como ésa. De la misma manera que la inflación se come los salarios, las jubilaciones y demás, también se come el tipo de cambio real, es decir, la relación real con el exterior.
-Algunos hablan de que se viene un crack económico o un “rodrigazo” ¿cómo lo ve?
-Son dos cosas distintas. Si analizamos el rodrigazo, en realidad, éste ya ocurrió. A lo mejor algunos no se dieron cuenta. El sentido del rodrigazo de subir en un mismo día todos los precios de la economía y que los salarios quedaran retrasados, fue para que los asalariados y jubilados fueran los que pagaran el costo de los errores económicos de esos años. Ahora es igual, lo único que cambia es que éste es un rodrigazo en cuotas. Los precios se vienen modificando de manera gradual e incluso por la decisión del propio Gobierno. El sentido es el mismo, achicar la capacidad de compra de los asalariados para que paguen el costo de los errores de esta época. Ahora, cosa distinta es la consideración de si vamos o no hacia un crack. Y allí depende de lo que cada uno llame “crack”, pero si se identifica con una situación similar a la de 2001, yo digo que no. La de 2001 fue de una gravedad sólo similar a la de 1890, cuando también cayó un gobierno. Ésta no tiene esa magnitud, pero sí tiene todas las características de esas crisis recurrentes por las que suele pasar Argentina.