Su fortaleza económica podría compensar el impacto negativo en la balanza comercial que tendría la crisis en Europa y complementar la demanda interna
Si bien -debido a las expectativas inflacionarias, los aumentos salariales, la asignación universal por hijo o el furor mundialista- el consumo interno muestra desde la segunda mitad de 2009 una importante recuperación en el país, también viene acompañando a la producción nacional la dinámica alcista de los mercados internacionales y, particularmente, la cada vez más intensa relación comercial con Brasil. Y en ese sentido las buenas noticias no paran de llegar desde el vecino país, porque su economía dio en los últimos meses muestra de renovada fortaleza: en el primer trimestre creció a buen ritmo el consumo privado, la producción industrial y el nivel de inversión, al tiempo que el desempleo continuó su retracción. Esto mejora las expectativas argentinas y, particularmente, las de las terminales automotrices cordobesas, aún reticentes a lanzar nuevos proyectos.
Según los datos difundidos las últimas semanas por organismos oficiales, en el primer trimestre de 2010 el PBI de Brasil creció a un nivel de nueve por ciento. Este incremento se debió en gran parte al consumo privado -que lo hizo a 9,3%- y también a la inversión -que creció por arriba de 20%, un hecho casi sin precedentes en la historia económica del hermano país.
Esto demuestra que la economía brasilera está muy sólida y, a su vez, que el consumo y la demanda traccionan más que en otros ciclos de crecimiento, lo cual impacta sobre las exportaciones locales. Incluso considerando que la paridad cambiaria sigue siendo positiva para Argentina en términos nominales, se anticipa una segunda mitad de 2010 en la cual habrá otra demanda -además de la doméstica- que contribuirá a sostener la producción nacional.
Otro dato importante en el mismo sentido es que Brasil redujo su desocupación, ubicada en torno a siete por ciento. Quizás una mínima señal de preocupación esté dada por su nivel de inflación, que ya está por encima de cinco por ciento, por lo que el gobierno de Lula da Silva comenzó a aplicar políticas (como por ejemplo, la suba de algunas tasas de referencia) para evitar que este crecimiento se transforme en una suba de precios por arriba de los parámetros normales para su economía.
Otro “viento de cola”
Esta situación de solidez de la economía brasilera permite pensar que el menor “viento de cola” que tendrá Argentina por la crisis europea, quizás se compense en parte por la tracción que puede generar Brasil.
Hay que recordar, por caso, que según los datos de la Asociación de Fábricas de Automotores de Argentina (Adefa), las exportaciones de vehículos aumentaron en promedio casi 70% en los primeros cinco meses del año y 87% de esas colocaciones externas estuvieron destinadas a Brasil.
Asimismo, el Mercosur –básicamente Brasil– se llevó 25% de las exportaciones totales argentinas en los primeros cinco meses de 2010, por un total de 6.500 millones de dólares.
Entre las terminales automotrices cordobesas existen aún dudas con respecto a cómo se acomodará el mercado brasilero luego de que el gobierno de Lula decidió dejar sin efecto desde abril la reducción de la alícuota del IPI (Impuesto sobre Productos Industrializados), un gravamen que había sido sustancialmente reducido en diciembre de 2008 para promover –con mucho éxito- la demanda de vehículos brasileños. Por ahora, los precios de los autos en Brasil se incrementaron alrededor de 3,5% y las ventas en abril y mayo siguieron en buenos niveles.