La pregunta que corroe a la mayoría de los argentinos por estos días gira en torno a saber la manera en que se resolverá el conflicto con los fondos buitres, ya que se da por descontado en todo el arco político y de opinión que no es opción repudiar la negativa de la Corte de USA a la apelación Argentina por dicho caso. Por extensión, tampoco es opción repudiar el fallo del juez Griesa. Ello a menos que el propio Estado norteamericano decida torcer esa decisión, algo improbable. De todas maneras, debemos colocar las cosas en su justa perspectiva.
Una nueva década de crecimiento: ésa es la búsqueda de nuestro país y nadie debe prohibirnos su conquista. Argentina, con 10 años de crecimiento a tasas promedio de 5% o 6%, será un país con un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita equivalente a Corea del Sur hoy. Ello implica que ingresaríamos de forma definitiva al concierto de las primeras 20 naciones del planeta.
Para crecer es indispensable invertir. Para invertir se requiere ahorro macroeconómico que lo financie. Si Argentina desea volver a crecer sostenidamente, sin subterfugios ni mentiras, debe restablecer su tasa de inversión a valores que se ubiquen entre 25% y 30% del PIB, desde el magro 20% de los últimos años, o menos en algunos años previos.
Para alcanzar esos valores de inversión es necesario aumentar el ahorro macroeconómico, el no-consumo, de forma equivalente. Para ello no existen demasiadas opciones. En el contexto actual la única manera consiste en restablecer la cuenta capital del Balance de Pagos pero con la función adecuada para la cual debe utilizarse: financiar inversión de calidad y de amplio alcance nacional.
Ahorro financiero y ahorro macroeconómico
No debemos confundir a los ciudadanos: que crean que el ahorro financiero -en términos sencillos, los depósitos en moneda local- puede traducirse en ahorro macroeconómico que permita financiar un restablecimiento de la tasa de inversión.
El ahorro financiero es una reserva de valor que hacen los individuos para consumir en el futuro cuando no posean ingresos. El ahorro macroeconómico es aquello que la sociedad produce y decide no consumir porque al acumularlo aumenta su productividad y confort en el futuro.
El ahorro financiero puede estar sometido a procesos especulativos toda vez que existen terceros que los capturan y administran: bancos, emisores de deuda, etcétera. El ahorro macroeconómico puede realizarlo la propia sociedad o pedirlo prestado a otros países cuando no se tiene la suficiente capacidad para financiar el crecimiento.
Éste es el caso de Argentina hoy, una sociedad no dispuesta a renunciar al consumo, un Estado no dispuesto a reducir su gasto corriente (déficit) y un sistema de inversión pública que adolece de rémora e ineficacia recurrente en su implementación.
Cómo afecta el conflicto
El conflicto con los fondos buitres afecta a ambos ahorros: el financiero y el macroeconómico. Y por ende dificulta el restablecimiento de la inversión.
El Gobierno nacional inició el año 2014 con un enfoque sobre los mercados voluntarios de crédito asociado a restablecer la inversión, por lo cual regularizó la situación de los juicios en el tribunal internacional Ciadi; acordó con Repsol-YPF por la estatización de la petrolera; acordó en tiempo récord con el Club de París y, por si fuera poco, puso en marcha un reclamado índice de precios con la anuencia del FMI. Ello implicó contratos y acuerdos por un monto consolidado que puede estimarse entre US$15 mil millones- US$20 mil millones.
Pero desde el 16 de junio de este año decidió abordar el problema como un asunto estrictamente vinculado con el ahorro financiero y los colaterales asociados. Con ello, los problemas de expectativas y falta de acuerdos entre las partes comenzaron a traducirse en una progresiva confusión sobre sus implicancias en el entramado económico.
Aún a tiempo de reencauzar
El Gobierno nacional está aún a tiempo de volver a seccionar el problema y reencauzar la solución de la discusión de la deuda financiera soberana para darnos a todos los argentinos la posibilidad de ser parte de un país próspero y con perspectivas sólidas de crecimiento.
Renunciar a aplicar herramientas clásicas de soporte del desarrollo, tal como recuperar la cuenta capital de la Balanza de Pagos para financiar inversión genuina dada la oferta global óptima en plazos y tasas, aparece más como una perspectiva necia, cercana al capricho o la especulación, que a una decisión meditada y reflexiva.
Y debemos recordar que la economía es implacable con los necios.
* Economista, ex secretario de Economía de la Municipalidad de Córdoba.
Lo que este tipo quiere decir, y que no dice directamente con todas sus volteretas técnicas, (porque si lo dice, esta en el horno), es que el estado deje de invertir en “Gasto Corriente” (lease Gasto Social) e invierte en “Desarrollo” (siempre piden lo mismo). Tal cual lo hace la Municipalidad de Córdoba, con sus consecuencias a la vista. Como nunca resulta (en realidad si resulta para la gente para la cual trabaja el señor), le echan la culpa a alguna otra cuestión “inentendible” para la gente, que les viene creyendo hace 40 años y tarde se desengaña.