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El delito de trata de personas y la soberanía de los Estados

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SUMARIO: 1. Concepto. 2. Implicancias. 3. Organizaciones Criminales: Parasociedad. 4. Conclusión1. Concepto
El delito de trata de personas es un tipo de delincuencia altamente nociva para la vida de las personas y de las sociedades. Afecta de diferentes modos a las personas cautivas, pero también afecta a la sociedad y la vida de los Estados, pues al desarrollarse en red implica la participación de un sinnúmero de personas organizadas a modo de empresa para el cumplimiento de sus fines criminales.
Este modo de criminalidad recibe el nombre de delincuencia organizada. Consiste principalmente en una serie de actividades delictivas complejas que llevan a cabo a gran escala organizaciones y grupos estructurados y que se caracteriza por crear, mantener y explotar mercados de bienes y servicios ilegales con la principal finalidad de lograr beneficios económicos y obtener poder(1).
Reconoce como antecedentes históricos actividades tan antiguas como el comercio de esclavos y la trata de blancas destinadas a la trata laboral y a la explotación sexual. Sin embargo, los procesos históricos, económicos y jurídicos han ido construyendo un nuevo concepto de estas organizaciones criminales, con los mismos fines de explotación del ser humano pero dotándolas de nuevas herramientas y arraigo en las sociedades, lo que se facilita con la intercomunicación y la globalización: por ello es que se denomina “crimen transnacional”.
El carácter transnacional de esta actividad ha inducido a pensar soluciones también transnacionales, que han consistido en una incipiente toma de conciencia por parte de las sociedades y la firma de convenios internacionales para combatirlo, evitando que miles de seres humanos sean víctimas del tráfico ilegal.
2. Implicancias
Si bien es difícil describir la delincuencia transnacional, sí se puede predicar de ella que genera múltiples consecuencias altamente nocivas y dañosas tanto para la sociedad como para el ser humano que se encuentra involucrado.
Repárese en que muchos de los traficantes de drogas y armas se vuelcan a la trata de personas porque saben que resultan más rentables. La droga se consume y las armas se destruyen. En cambio las personas pueden ser vendidas muchas veces.
El trabajo “La trata de personas y la grave vulnerabilidad de las víctimas”, de la Dra. Hilda Marchiori (2), 1- Revista de Criminología y Sociedad, permite afirmar que las organizaciones criminales trafican con la vida y la dignidad de las personas sometiéndolas a una moderna manera de esclavitud.
La Dra. Emma Mendoza Bremaunt aporta el modo de la transformación de la delincuencia y los altos costos que genera para el desarrollo y cultura de un país la peligrosidad de estas organizaciones criminales(3).
En su obra “Delincuencia global”, Mendoza Bremaunt explica que el delito golpea las economías y el crecimiento de los países, es decir, el desarrollo económico propicia el incremento de las actividades delictivas y éstas a su vez perjudican las posibilidades de desarrollo. Advierte que se observa un crecimiento elevado de la delincuencia organizada con reestructuraciones constantes impulsadas por el tipo de actividades y necesidades de su mercado, perfeccionando técnicas ilícitas cada vez más refinadas que rebasan las capacidades de los Estados para enfrentarlas aisladamente, con lo que se genera la constante aparición de nuevos grupos delictivos nacionales e internacionales de carácter permanente.

3. Organizaciones criminales: Parasociedad
De la propia definición de trata que aporta la Convención, ya se advierte que en la comisión de este delito interviene un sinnúmero de personas, organizadas, con diferentes roles y lugares, a modo de empresa.
La trata de personas significa la dominación de otro ser humano a través del reclutamiento ya sea bajo engaño o a la fuerza(4), transporte, compra, venta, transferencia, albergue o recibo de las víctimas. También puede ser la colocación o retención en trabajos forzados o prácticas análogas.
Ahora bien, estas organizaciones conforman una parasociedad que socava los propios cimientos del Estado.
Si analizamos los elementos constitutivos de estas organizaciones podemos advertir de qué modo ellas perforan las soberanías estatales y generan una parasociedad basada en la delincuencia y el crimen organizado transnacional. Esta parasociedad tiene los mismos atributos que el Estado: territorio, población y poder.
Con relación al territorio, debe decirse que no se circunscriben a un espacio determinado sino que trascienden las fronteras de un determinado país, pero que a la vez delimitan el territorio donde ejercen el poder, por medio de la violencia y la corrupción, ocupando los espacios mediante la fuerza, y en lucha contra las otras organizaciones (al estilo de los carteles), captan a los sectores marginales y villas miserias, desde donde hacen sus bases y desde allí comienzan su accionar.
Con respecto a la población, estas organizaciones son verdaderas empresas delictivas, ejércitos paramilitares que reclutan toda clase de personas, niños, mujeres, jóvenes, hombres, ancianas y ancianos. Algunos por voluntad propia y otros por la fuerza, pues los traficantes que organizan y llevan a cabo un determinado “negocio” se valen de la necesidad y bajos recursos (económicos, sociales, educativos) de la población en situación de riesgo para poder explotarlos: aquellos actores coyunturales que se involucran en la actividad ilícita en la tarea de transporte no tienen noción del valor que llevan consigo y perciben un pago ínfimo en relación con dicho valor.
Con relación al poder, tienen imperio. Cuentan con normas propias y con fuerza armada para cumplir sus decisiones. Dirimen sus conflictos lejos de las autoridades preconstituidas, las judiciales, por lo que la instalación de las redes en nuestras sociedades implica la instalación de la delincuencia organizada con las severas consecuencias sociales que describimos, lo cual es muy difícil de erradicar y, desgraciadamente, no alcanza con aumentar personal policial en las calles. Además es imprescindible unir el fenómeno al aumento en la inseguridad y tener claro que es la causa de un sinnúmero de delitos que van desde hechos contra la vida, la propiedad, pero también dentro de los delitos de violencia familiar. Terminan siendo aceptadas como un fenómeno normal dentro del cuadro social.
Por ello es necesario tener un Estado fuerte, porque esa es la respuesta a éste y muchos otros problemas de los Estados frente a la trata. Son indispensables unas instituciones de seguridad que se correspondan con su extenso territorio, con su numerosa población, con los elevados niveles de cultura de ilegalidad de sus habitantes y sobre todo con la potencia de las amenazas criminales que enfrenta. Como ya se dijo, las redes han arrebatado territorio, población y autoridad a los Estados; configuran una parasociedad, con estrechos vínculos con sus gobernantes. Sólo una fuerza de seguridad numerosa y cercana a los ciudadanos puede recuperar esos territorios.

Conclusión
La instalación de las redes de trata es un modo de violación de los derechos humanos, pues se puede considerar que los derechos humanos de las personas que constituyen las sociedades quedan vulnerados de tres formas:
a) Por los gobiernos que permiten la instalación de las redes de trata que impiden que las personas puedan desarrollarse en libertad y en dignidad.
b) Por la omisión de los gobiernos en juzgar y procesar a los tratantes y la falta de reconocimiento y protección de los derechos de las personas víctimas de la trata.
c) La falta de fondos y la corrupción, pues esta última es la actividad que produce mayor daño y peligrosidad para las sociedades y las instituciones, debido al arraigo de la red en los más altos niveles de la jerarquía social y estatal para asegurarse la impunidad e, inclusive, infiltrarse en las esferas de gobierno.
De allí se puede concluir que los tratantes despojan a las víctimas de todos sus derechos. Además, las consecuencias también son graves para los países de origen, de tránsito y destino. Asimismo genera un incremento en la migración irregular en los países de tránsito y destino sometiendo a las víctimas de trata a la doble criminalización por su situación de inmigrante ilegal■

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*) Vocal de la Cámara Tercera del Crimen. Doctoranda en Trata de Personas en la UNC. Ex juez de Control, Niñez, Juventud y Adolescencia y Penal Juvenil de Río Segundo, Cba.
1) Naciones Unidas. Convención contra la Delincuencia Organizada Transnacional. 2000.Res.55/25
2) Profesora de Criminología, Universidad Nacional de Córdoba. Profesora del Posgrado de Victimología, UNC.
3) Ver Mendoza Bremauntz, E., Delincuencia global, Ed. Lerner, Córdoba, 2005.
4) Las modalidades pueden ser amenazas o el uso de la violencia, rapto, fuerza, fraude, engaño o coerción o el cautiverio por deuda.

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