El sector, afectado por las importaciones, batalla por su supervivencia. Y los ingresos por ventas externas mermaron 47 por ciento. Tras gestiones con el Gobierno, los empresarios son optimistas, aunque saben que hay que pasar el invierno – Javier De Pascuale [email protected]
La frase, a poco de iniciado el segundo semestre, suena remanida pero no por eso menos acertada: “El sector textil atraviesa una tormenta perfecta”, confirmó Jorge Sorabilla, presidente de la Fundación Pro-Tejer y uno de los referentes de una actividad que batalla por su sobrevivencia en un contexto de fuerte caída de ventas, internas y externas, paralelo al notable aumento de importaciones.
Carlos Di Forti, presidente de Algoselan Flandria, una de las mayores fábricas de denim del país (el denim es la tela con la que se confeccionan los jeans) explica el contexto con números bastante simples: “El mercado del denim, que es aproximadamente de 50 millones de metros al año, tenía una importación de cinco millones de metros, pero con el ritmo que se está importando ahora, se está duplicando y ya está en 10 millones. Y el consumo cayó 30 por ciento, o sea que de 50 millones bajó 15 millones. Si sacamos estos 15 millones más los 10 millones de la importación tenemos 25 millones, contra una capacidad instalada de entre 50 y 60 millones de metros, es decir, que pasamos a trabajar a la mitad de la capacidad instalada”.
Cambio abrupto
Las cifras, viniendo de un contexto de alta actividad, explican la situación que viven los industriales textiles que se dedican al mercado interno, que es casi el total de la actividad en un sector que, cuando sale, enfrenta durísimas condiciones de competencia con productos brasileños o asiáticos de altísima competitividad.
“Veníamos con un ritmo fuerte de trabajo desde el año pasado -completa Di Forti, en diálogo con un medio especializado del rubro-, haciendo inversiones y poniendo en marcha nueva maquinaria para ampliar la capacidad instalada. En marzo o abril los colegas estaban quejándose que tenían una baja de 25 por ciento en las ventas y nosotros veníamos bien, en mayo bajó un poco pero tampoco fue demasiado, pero en junio cayó abruptamente, cerca de 50 por ciento”.
Ni el país ni el mundo
La desaparición de medio mercado interno no se compensa a su vez con ventas externas, a juzgar por el último informe oficial de exportaciones publicado la semana pasada por la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (Ciai).
“Las exportaciones de prendas de vestir durante mayo de 2016 reflejaron una caída interanual de 32 por ciento en los montos y de nueve por ciento en las cantidades comercializadas en el mismo mes del año anterior”, expresa el estudio.
Y en cuanto al precio promedio por kilo de prendas, mayo de 2016 registró una baja de 27 por ciento en comparación con igual período de 2015, revela, al caer de unos US$50 el kilo (precio FOB), a unos US$36.
De este modo, la industria textil nacional dio un giro de 180 grados al pasar de una fase contracíclica a la dinámica global del rubro, a sufrir de lleno la crisis del ciclo, con agravantes locales en el comportamiento del mercado interno. “Al analizar las cifras de los primeros cinco meses del año en curso, se observa un fuerte retroceso respecto de enero-mayo de 2015”, confirman las autoridades de la cámara empresarial.
“Los montos y los volúmenes exportados, US$12,6 millones, y casi 270 toneladas de producto, representan 53 y 66%, respectivamente, de las operaciones registradas durante igual período de 2015, orden de factores que altera significativamente el producto de una industria hoy en la mala.
Pero una mala que tiene posibilidades de revertirse: “El Gobierno está firmando pocas autorizaciones de importación, han puesto muchas Licencias No Automáticas (LNA). Dentro de todas las malas, lo que recibimos en las últimas reuniones fue bastante positivo a futuro”, afirma Di Forti al tiempo que anticipa: “Nos gustaría que la tendencia cambie mañana, pero la realidad dice que esto va a llevar unos meses”. Por su parte, Sorabilla considera: “Estamos en el peor momento. Éste debe ser el fondo. De acá en adelante va a tender a recuperarse, es la esperanza de las pymes, las grandes y los funcionarios también”.