La Argentina es un país con dificultades para participar en las cadenas internacionales de valor y con escasa generación de éste. Superar esta situación exige no restringir compras externas, que además impulsan las ventas al mundo, afirman. El atraso cambiario supera los 24 puntos, aseguran, “y por eso hace falta más comercio exterior”
Si el país quiere crecer, no pueden limitarse las importaciones, porque hacerlo afecta no sólo la actividad productiva sino también la capacidad de exportar. Es la conclusión a la que arriba un informe en profundidad divulgado en las últimas horas por la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), al que tuvo acceso Comercio y Justicia.
“Analizar las importaciones con espíritu constructivo permite comprender su importancia en la matriz productiva nacional. El crecimiento de la actividad económica y la recuperación de las importaciones mantienen una relación directa, proyectando sus efectos sobre el crecimiento de la industria nacional –principal cliente de la importación–, mejorando su competitividad y oportunidades de exportación y propiciando condiciones de negociaciones internacionales que podrían expandir la apertura de nuevos mercados, la consolidación de los existentes y el equilibro de las tan necesitadas divisas”, expresa el informe; que aclara, además, que “esta matriz no sólo se limita a las manufacturas de origen industrial: la importación también tiene un rol destacado en la conformación de los costos agropecuarios y en la actividad agroindustrial, principales generadores de dólares en nuestro país”.
Limitar importaciones restringe la capacidad para producir, afirma CIRA. Las importaciones argentinas se componen primordialmente de bienes que se usan para la producción: 86% representa bienes intermedios, bienes de capital o combustibles. Los bienes de consumo representan sólo 11,5% y en 2021 marcaron el menor valor de los últimos seis años.
Esta configuración es lógica en un mundo interconectado: las cadenas productivas argentinas usan materias primas e insumos locales pero también de origen extranjero, así como bienes de capital, partes y piezas importadas que se complementan con las locales. Vale la pena destacar que todo el país -incluyendo la producción- utiliza energía o minerales importados, así como
vehículos automotores y utilitarios de diversos orígenes que complementan la oferta local existente.
Según comparaciones basadas en datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), las importaciones de Argentina rondan sólo 5,5% del total de las importaciones de Latinoamérica. Al realizar un análisis de forma absoluta (dólares corrientes), nuestro país en 2021 y aun con su recuperación de las importaciones, se mantuvo con niveles menores en relación con otras economías de la región, como México y Brasil, aunque también en niveles menores que las de una economía más pequeña en PBI, como Chile.
En términos relativos a su economía, Argentina se ubica entre las de menor porcentaje de importación respecto de su PBI en comparación con el resto del mundo; entra o sale del podio de forma conjunta con Brasil, con una ratio de entre 13% y 15% del PBI, dependiendo del ciclo económico en el que se encuentre. Otra forma de verlo es que Argentina, según datos del Banco Mundial, es la economía número 30 del mundo; pero es el 44º país exportador mundial de bienes y el 54º país importador de bienes; y es el 51º país exportador de servicios y el 45º importador mundial de servicios. Más simple aún: exportamos más de lo que importamos, aseveran los importadores.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) efectuó un análisis del contenido de las importaciones como insumo de las exportaciones en los 65 países más grandes del mundo (que explican más de 85% de todo el comercio internacional sumado en el planeta). Argentina se encuentra en este ranking en una posición notablemente baja: anteúltimo, sólo por encima de Arabia Saudita. Por lo tanto, es el último en Latinoamérica y en todo el hemisferio sur y el último en el hemisferio occidental.
Lo expresado en el párrafo anterior pone en evidencia a Argentina como un país con dificultades para participar en las cadenas internacionales de valor. La escasa generación de éste que obstaculiza una mejor oferta exportable podría darse, entre ser consecuencia de la baja incorporación de tecnología, la escasa inversión en estándares internacionales y la poca incorporación de insumos calificados o de partes, accesorios o piezas que se originen en redes productivas internacionales de calidad. Es decir, limitar importaciones afecta la capacidad de exportar.
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