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Comercio y Justicia 85 años

La casa de las brujas: Ismael Galíndez (1/5)

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En el año 2004, cuando cumplíamos funciones en el Archivo Histórico Municipal, realizamos un trabajo de investigación acerca de la casona de General Paz y La Rioja, cuyo resumen componen las siguientes notas.

Hacia las últimas décadas del siglo XIX, Córdoba apenas superaba 50.000 habitantes. Era la ciudad chica, como alguna vez la llamó Jorge Orgaz, y sus calles céntricas, empedradas o con adoquines de madera, servían de transitadero para diversos carruajes de tracción a sangre.

El lote de terreno ubicado en la esquina de la que hasta pocos años atrás se llamaba Calle de la Victoria de Tucumán, pero que ya era conocida como La Rioja, y la avenida General Paz, denominada así desde 1886, pero para todos los cordobeses de la época “Calle Ancha de Santo Domingo”, era apenas un espacio en la periferia urbana, un sitio de las afueras, un punto alejado del centro rancio de siglos.

Dicen que la parcela era propiedad del doctor Miguel Juárez Celman en tiempos en que los dominios, en su mayoría, no constaban registralmente, y que luego la habría adquirido don Ismael Galíndez, personalidad ligada al juarismo y a la tradición política liberal de Córdoba, posiblemente hacia 1890.

Galíndez, descendiente de un antiguo tronco familiar de la provincia, había nacido en Ampato Cocha, departamento Río Segundo, el 10 de julio de 1844. Según Francisco Colombo, que recurre al erudito Domingo Bravo, la designación del paraje respondería a dos voces quechuas; ampato, que quiere decir sapo, y cocha, laguna.

A los 21 años, en 1865, Galíndez se incorporó al Registro Notarial N° 3, con sede en la ciudad de Córdoba, que había sido históricamente iniciado en 1763, por Clemente Guerrero. Galíndez se desempeñó como escribano de registro hasta 1880. Su notaría era frecuentada por personajes del momento, quienes en muchas oportunidades asentaron sus negocios en los respectivos protocolos del escribano, y fue figura de predicamento entre sus colegas, al punto que llegó a presidir uno de los centros notariales que antecedieron a la fundación del Colegio de Escribanos de la Provincia de Córdoba.

En aquellos tiempos, para asumir la función de escribano público se requería un examen de suficiencia ante el Superior Tribunal de Justicia, que habilitaba para ejercer el notariado sólo dentro de los límites de la provincia. La carrera de notariado recién se abriría en 1910, ya fallecido Galíndez.

Don Ismael fue diputado provincial por el departamento Río Primero en 1870, y vuelto a elegir en el mismo cargo en 1877, esta vez por el departamento Sobre Monte. Ya retirado de la función notarial, en 1883, apareció nominado para senador nacional. En 1888 fue presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Córdoba.

El ser notario en ejercicio no le impidió ni lo eximió de prestar servicio en la Guardia Nacional, una fuerza armada concebida como auxiliar del ejército de línea, pero de actuación local.

La Guardia Nacional había sido reorganizada en 1862, con cuatro batallones de infantería. En un principio fue motivo de distracción para los jóvenes cordobeses participar de los ejercicios militares y de las vistosas paradas que tenían lugar en la Plaza Mayor; sin embargo, en homenaje a la perseverancia disciplinaria de Galíndez, que se mantuvo efectivamente en su destino militar, es oportuno acotar que 104 comerciantes de Córdoba presentaron en 1864 una nota al gobernador Roque Ferreyra ofreciendo 12 reales mensuales para pagar la regular prestación del servicio para el cual habían sido convocados sus integrantes. Tal vez por este pundonor militar, en 1878, cuando aún ejercía el notariado, el gobernador Del Viso designó a Galíndez Inspector General de Armas de la Provincia.

En 1891 acompañó a su amigo y socio, el intendente Luis Revol, como concejal. En marzo de ese año, Galíndez fue elegido presidente del Concejo Deliberante, dentro de un clima conflictivo. Los rozamientos entre Revol y los concejales fueron in crescendo y la Unión Cívica provocó una asonada contra el intendente, de la que participó, junto a otros, Deodoro Roca, padre del futuro numen de la Reforma Universitaria.

En octubre Revol fue destituido, acusado de ser el responsable de una mortalidad epidémica, de la crisis demográfica que padecía la ciudad y del vaciamiento de las aulas de las escuelas municipales. Ismael Galíndez debió asumir la intendencia municipal, cargo que desempeñó por poco más de un mes. Lo sucedió su también asociado en negocios, Alejandro Vieyra.

Las relaciones políticas también lo hicieron a Galíndez presidente del Jockey Club, en tiempos de una seria crisis institucional. La entidad hípica había sido fundada en 1887 bajo con la conducción de personas directamente vinculadas con Galíndez, como Benigno Acosta, Samuel Palacios y José María Bouquet.  Un familiar suyo, Generoso Galíndez, integrante de la primera comisión directiva del club, era propietario de un famoso caballo: “Beduino”, que competía en el plantel inicial de corredores del hipódromo o circo de carreras de General Paz.

En medio de enconados enfrentamientos, Galíndez apareció como la figura a quien recurrir para conducir el Jockey Club. Se hizo cargo el 21 de abril de 1892, a poco de dejar la presidencia del Concejo Deliberante.

(*) Abogado-Notario. Historiador urbano-costumbrista. Premio “Jerónimo Luis de Cabrera”

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