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“Sin inteligencia artificial será difícil luchar contra el coronavirus”

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No alcanza con testeos masivos o contar con un buen sistema de salud. Se requiere del uso de herramientas tecnológicas que permitan detectar focos de alta centralidad de personas, hacer seguimiento de contagiados y realizar estimaciones basadas en índices de propagación, explicó el Juan Corvalán, director del Laboratorio de Inteligencia Artifical de la UBA, en una entrevista exclusiva a Comercio y Justicia

 

Silvina Bazterrechea [email protected]

 

Juan Corvalán es fiscal Adjunto de la ciudad de Buenos Aires, pero además de su cargo en la justicia es el director del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Universidad de Buenos Aires. Fue el creador de Prometea, un sistema de inteligencia artificial (IA), que es referencia en el mundo y que permite resolver causas judiciales de diferente complejidad.
Corvalán y su equipo trabajan desde hace muchos años analizando la importancia que tiene el desarrollo de la inteligencia artificial y que, en el marco de la pandemia que azota hoy a la humanidad, adquiere más relevancia que nunca.

“Sin un sistema de inteligencia artificial será difícil luchar contra el coronavirus. No alcanza con realizar testeos o tener un buen sistema sanitario”, asegura. Cómo administrar la cuarentena o cómo el Gobierno puede medir el resultado de las decisiones que toma son algunas de las respuestas que pueden encontrarse en el desarrollo de sistemas elaborados con base en la inteligencia artificial.
Mientras tanto, las instituciones sufren la crisis desatada por el Covid-19 y trabajan para adaptar sus sistemas a la nueva realidad. El Poder Judicial es uno de ellos. Cómo avanzar en la transformación digital sin fracasar en el intento es otro de los aspectos sobre los cuales habló Corvalán con Comercio y Justicia.

-¿Qué puede hacer la inteligencia artificial en la lucha contra el coronavirus?
-En el último mes casi todos los países armaron apps oficiales cuyo objeto es hacer mapas predictivos mediante la geolocalización para determinar cómo avanza el Covid-19. Este uso de la inteligencia artificial es uno de los más prioritarios de todos, porque según muchos estudios, sin inteligencia artificial no podemos hacer una cuarentena inteligente.
Podemos ver que los países que les ha ido bien en la lucha contra el coronavirus no es sólo por sus testeos o su respuesta sanitaria, es también porque supieron hacer cuarentenas inteligentes. Podemos mencionar a países como Singapur, Finlandia, y Corea del Sur, por ejemplo. China también, pero no podemos comparar de la misma manera los resultados de ese país.

– ¿Argentina está preparada para desarrollar sistemas inteligentes para combatir la pandemia?
– Es importante que el Gobierno de nuestro país avance siguiendo esta lógica: hay que tener gente que sepa programar muy bien -y en Argentina hay mucha gente que sabe programar-, pero se tiene que hacer rápido y hay que tener para esto una política de Estado.
Actualmente una estrategia contra la pandemia tiene tres pilares: testear mucho, tener una buena respuesta sanitaria y respuesta tecnológica. Sin una tecnología que te permita hacer una análisis fino de cómo va evolucionando el virus, a través de autodiagnósticos, es muy difícil ganarle al coronavirus.

-¿Qué cosas se pueden detectar con estos sistemas inteligentes?
– Hay tres grandes cosas que se pueden detectar, uno de ellos son los focos de alta centralidad, cuáles son las áreas críticas. Imaginemos que ya no tenemos una cuarentena como la conocemos hoy y en una casa se reunieron 200 personas en una “previa”. ¿Quién se va a enterar? Nadie. Sólo a través de la tecnología te podes enterar que esto pasa. Estas herramientas te permiten detectar estas situaciones y avisar a la autoridad sanitaria.
Lo segundo es poder detectar a los autodiagnosticados digitalmente para que aquéllos que dijeron que tienen 38 de fiebre se los pueda identificar y tratar, y evitar que se reúnan con otros. Una cosa es identificar a 100 personas y, otra es identificar a miles. Solamente se puede hacer eso mediante un sistema inteligente.
Lo tercero es tratar de hacer estimaciones basadas en índices de propagación. Son cálculos matemáticos y sistemas muy sofisticados que van aprendiendo cómo se va comportando una cuarentena. Hacen estimaciones probabilísticas de contagio. Por ejemplo, si se decide abrir los bares y luego de tres días de empezar a medir resulta que aumentan los contagios, se puede concluir que allí está el problema.

-Todas estas herramientas requieren de la geolocalización de la gente. ¿Qué pasa con las libertad individuales?
-Hay tres ejercicios para reflexionar sobre nuestros derechos y nuestras libertades. El primer ejercicio es el que podemos titular “Nuestras libertades y la emergencia”. Hoy me cuesta encontrar otro episodio en la historia argentina en el que estén más cercenadas y restringidas nuestras libertades.
Por otra parte, hay que analizar qué vamos a poner en juego, ¿todas nuestras libertades o sólo una porción de nuestra privacidad? No creo que tengamos que decir demasiado.
Nuestra privacidad ya la entregamos a todas las empresas de marketing digital y de inteligencia artificial que te puedas imaginar -por eso nos geolocaliza Google-. Entonces, acá surge el otro razonamiento: si le estoy diciendo al Estado que me tiene que cuidar y no le doy una herramienta para que me cuide, es casi un discurso esquizofrénico. Le doy mis datos a Google pero le digo al Estado que no me puede geolocalizar. Sí le doy mis datos personales a la Afip, pero resulta que ahora no le quiero dar este dato que le servirá al Estado para que todas mis otras libertades se liberen.

Si hubiera otra manera de hacerlo sería fantástico, nadie estaría entonces de acuerdo con que el Estado me geolocalice. Hoy estoy en mi casa pero nadie me hizo firmar un consentimiento. Si todos estuviésemos libres caminando por la calle sería otra la cuestión. Lo que sí creo es que la geolocalización debe estar relacionada con la pandemia y no a otra cosa. Este es el punto central: trabajar anonimizadamente para no usar esto con otro fin que no sea la pandemia y, cuando la pandemia se termine, muere la geolocalización del Estado.
Por eso, yo diría que en este marco de excepcionalidad es la medida menos restrictiva que se me ocurre, si no la otra posibilidad es seguir en mi casa perdiendo todos los demás derechos, mi libertad de trabajar, de circular, etcétera. Hoy todos nuestros derechos están restringidos.

-La pandemia ha golpeado a las instituciones en su forma de organizarse. Al Poder Judicial, por ejemplo. ¿Qué cosas deberían tenerse en cuenta para avanzar en la transformación digital?
– En esto, lo primero que tenemos que analizar es lo que está hecho hasta ahora. Va un ejemplo. Tenemos que construir casas y resulta que habíamos comprado cemento y teníamos algunas paredes levantadas, pero en términos generales las casas no estaban construidas. Faltaban los techos, las luces e instalar la red cloacal. La pandemia nos encontró así y a Estonia la encontró con las casas listas. Ellos no necesitan hacer una transformación digital, no tienen que salir a construir sus casas digitales. Ahí está el primer desafío. No se puede actuar como si la casa estuviera construida, porque si no va haber un problema mayor por actuar como si la casa estuviera construida pero vivir en esa casa será mucho peor que vivir en la casa de paja en la que se vive actualmente. Se va llover todo, no funcionará nada… Por eso, lo que tengo que hacer es armar un plan de contingencia para que en mi casa de paja tenga algunos servicios digitales y, mientras tanto, acelero la construcción por etapa de las casas. Entonces, mientras se implementan algunos servicios digitales y se atan con alambre en algunos segmentos de la burocracia estatal como el papel, lo que hay que hacer es -por ejemplo- acelerar la integración del expediente digital.
Voy construyendo mi casa y cuando la termino hago la transición y en el medio hago una capacitación intensiva porque necesitamos volvernos seres humanos con habilidades digitales.

-¿Esta es una oportunidad entonces para el Poder Judicial?
-Sin dudas es una oportunidad para el Poder Judicial. Obviamente en emergencia no se tienen las mismas posibilidades de construir una casa. Todo es peor. Si se proponía implementar el expediente digital en tres meses, ahora se debe hacer en el marco de una pandemia. Si antes había obstáculos, esos obstáculos ahora son mucho mayores. En una emergencia uno tiene que proponerse metas de corto plazo y realizables. Hay que hacer microestrategias de corto plazo para ir subiendo servicios digitales a la ciudadanía.
Pero no se puede ir por todo, porque sino va a ser peor el remedio que la enfermedad.

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