El clima electoral -signado por tensiones entre oficialismo y oposición mientras los frentes sanitario y económico eran inciertos- complicó la marcha de los asuntos del país y, con ello, la vida de sus habitantes durante 2021.
Cuando empezó el año había expectativas por el inicio de las campañas de vacunación. La paulatina apertura de actividades y la posibilidad de viajar e interactuar hacían pensar que la vida de antes no estaba lejos.
Sin embargo, el primer tramo de 2021 se ensombreció por nuevos brotes y restricciones, cambios de reglas, conflictos por la presencialidad y profundos desacuerdos entre la clase dirigente.
Las urgencias de la política casi dieron por cerrada la pandemia en Argentina y en la previa de las PASO vino la relajación.
Justo en primavera, ya con una o dos vacunas per cápita, parecía que la nueva normalidad había vuelto para quedarse.
El Viejo Continente, una vez más, dio señales de que aquel retorno podría tener matices en esta parte del globo.
La circulación de nuevas variantes del coronavirus derivó en la implementación de algo que en 2020 era inimaginable, el pasaporte sanitario, aunque el reclamo social en todo el mundo apunta a la necesidad de más dosis y testeos, salvo por las expresiones marginales del movimiento antivacunas.
Este año lo puso todo a prueba. Paciencias y confianzas desgastadas debieron coexistir con las secuelas económicas y psicológicas de la peor parte de la pandemia, aunque ya con la posibilidad de afrontarlas con familiares y amigos.
Pese a la centralidad de la salud y de la economía en la agenda periodística, ocurrieron otros hechos significativos. Muchos de ellos aparecen en estas páginas.