Hay locales gastronómicos que obligan a detenerse para mirarlos por su diseño y su impronta particular. En la ciudad de Córdoba cada vez más los bares, restós y pizzerías buscan diferenciarse en este sentido. Pablo Dellatorre es uno de los responsables de este “branding gastronómico”, y con sus creaciones pretende conseguir esa sensación de estar en “un espacio amable”. Almacén con mesas, Pizzería Popular, Ochre, heladería Wollen y Cundeamor son ejemplos de su trabajo. Madera “sin maquillaje” y materiales reciclados caracterizan su trabajo.
Por Natalia Riva – [email protected]
Cuando Pablo Dellatorre interviene con alguna temática particular un local siempre busca lo que él bautizó como “el efecto ¡wow!”. Y si se toman en cuenta sus trabajos para negocios cordobeses –especialmente gastronómicos- sin dudas lo consigue. Dellatorre es arquitecto, devenido en artista, publicista y diseñador gráfico. En el 2000 se instaló en la ciudad de Córdoba (es oriundo de Buenos Aires) y mientras continuaba con su carrera, la crisis que atravesaba el país por esos años marcó (positivamente) su destino profesional: “Comencé a ofrecerme para remodelar locales comerciales y al principio yo mismo pintaba, hacia de carpintero, colocaba durlock … De a poco fui metiéndome más en el diseño y contratando gente para cada rubro. Por entonces, descubrí que esta actividad donde interactuaba la arquitectura con el arte, el diseño, la publicidad y la gráfica me apasionaba mucho más que pensar en obras de gran escala que todo el tiempo me planteaba la facultad y por ahí fui haciendo mi camino”, cuenta Dellatorre a El Inversor y la Construcción.
Hoy es un referente en “branding” para locales comerciales, con una fuerte tendencia sobre locales gastronómicos, los que tienen el sello de su estilo. “Creo que -si bien un poquito tarde- Córdoba se está aggiornando mucho últimamente en hacer hincapié en invertir en imagen para sus locales gastronómicos y ve que da resultado”, dice, al tiempo que agrega: “Cuando comienzo un trabajo de branding para un local de este rubro busco que impacte desde algún punto de vista. Claro que influye el tipo de local a intervenir y su temática pero siempre se busca lo que llamo el “¡efecto wow!”… que no siempre se logra”.
Y ese impacto sorpresa, concretamente, se puede apreciar en el uso de algún material poco habitual, como puede ser la fachada de chapa oxidada y el cielorraso de maderas recuperadas en Cundeamor; o las máquinas de escribir y las hojas y libros volando por los cielorrasos de Wöllen Biblioteke; las tablas aserradas y al natural en las cafetería heladería de Wöllen (original); el clima de bodegón y los mostradores de Rincón Nuestro en sus formatos “Almacén con mesas” y “Pizzería Popular”; y recientemente un fuerte trabajo de tramas y texturas investigando distintas maneras de seccionar y aplicar vigas de pinotea recuperada en Ochre. Todas creaciones llamativas de Dellatorre que están en distintos puntos de la ciudad de Córdoba. “Trato que el clima que se busca sea lo más auténtico posible, que el lugar presente una fuerte impronta y personalidad, que sea un verdadero escenario para pasar un buen momento”, destaca el arquitecto.
-¿Qué se debe tener en cuenta para crear la imagen de marca de un local gastronómico? ¿Este rubro presenta algunas particularidades en cuanto al diseño?
– En el momento de comenzar un trabajo de branding gastronómico hay una regla clara que le transmito al cliente. Si el producto que estamos encarando tiene un tercio de buen clima arquitectónico, un tercio de buen servicio y un tercio de buena cocina, entonces no puede fallar. Claro que cuando más exacto es mi trabajo, más margen de tiempo y error le doy a mi cliente para poner a punto la máquina, ya que la gente ante un lugar con un ambiente piola se relaja y se pone menos pretenciosa. Hay muchísimos elementos que hay que tener en cuenta para generar un buen clima, quizás la calidad e intensidad exacta de la iluminación sea uno de los más importantes; pero las texturas, materiales, mobiliario, alturas y proporciones, elementos que llamen la atención, y material gráfico son otros a tener muy en cuenta.
– En tus obras se ve que trabajás mucho con la madera. ¿Se trata de una preferencia personal o es porque es un material noble que sirve para este tipo de locales? ¿O forma parte, simplemente, de una tendencia?
– La madera siempre está presente en mis trabajos, más preciosas menos preciosas, más viejas o más nuevas, siempre me resultan amables. Cada tabla es diferente a otra y eso me interesa. Cuando más al natural está, mejor se ve. Sólo las trato cuando están al exterior (y hasta algunas veces no); si no, busco mantenerlas sin maquillajes. No es tan sencillo trabajar con madera natural y eso le da un valor agregado a lo que el espacio que estamos diseñando quiere comunicar. A la mayoría de la gente que conozco le da miedo su mantenimiento, pero por otro lado a esta mayoría le encanta cuando la ve bien aplicada.
– Cuando pensás en la arquitectura de un local gastronómico, ¿tenés algún referente o alguna referencia que te sirva de inspiración?
– Mi inspiración más grande está en los viajes. Es más, mi formación está hecha de viajes, más modestos, menos modestos, siempre que pude traté de salir de la burbuja cotidiana. Desde una callecita de algún pueblo cordobés, o de Tilcara y Purmamarca, viajes constantes a Buenos Aires o a Europa, Nueva York… (de hecho, esta entrevista la responde desde La Habana, Cuba). Las calles del mundo me inspiran, no veo algo definido, veo todo, escucho, toco, pruebo. Si me focalizara en una sola cosa como si fuera ver “sólo arquitectura” me convertiría en un “técnico”, así que trato de ver qué pasa en la gastronomía, en la moda, tendencias, música, cine para ofrecerle al cliente la mayor cantidad de información posible.
– ¿De qué manera influye, según tu criterio y experiencia, la apariencia de un restaurante como imán para atraer clientes? ¿Se puede decir que es una herramienta de fidelización?
– Está claro y todo el mundo sabe que la imagen es importantísima en cualquier negocio. Pero quiero hacer hincapié en diferenciar algo moderno o “de diseño” con lo que llamo lograr un “buen clima”. Nos encanta ir a comer a bodegones cancheros sin que estos lugares tengan una imagen estudiada, pero tienen “ese no se qué”. Mi trabajo en particular está apuntado a tratar de lograr esa sensación de estar viviendo un espacio amable, un lugar donde queremos estar y si estamos bien atendidos y el producto es bueno… ¡bingo! Si este clima se logra, entonces mi trabajo pasa a ser muy determinante en el éxito del local; pero la medalla de la fidelización se la cuelgo a los propietarios con la calidad de su servicio y su cocina. Que tenga buena onda el lugar no creo que sea algo que se pueda mantener en el tiempo si las otras dos piezas (servicio y cocina) no funcionan bien.
– ¿Implica una inversión muy alta para un dueño de un restaurante imprimirle una buena imagen arquitectónica y de marca?
– Es una excelente decisión invertir en imagen, claro que el trabajo tiene que estar bien hecho. A una inversión hay que desglosarla en un montón de ítems. La mejor o peor decisión de cuánto y cómo invertir en cada uno nos dará mejores o peores resultados. La satisfacción más grande como diseñador, en mi caso, es cuando logro resultados que gustan mucho con materiales pocos costosos utilizados con la mayor creatividad posible. Cada vez más los materiales recuperados y reutilizados están presentes en mis trabajos, me demanda mucho más tiempo que si resolviera las cosas con materiales que consigo en la esquina pero el resultado me sonríe.
Galería de imágenes
El “Corazón de Manzana”, de Pablo Dellatorre
Corazón de Manzana es un proyecto particular ya que me tiene como diseñador y cliente a la vez porque formo parte de él. Podría haber sido un pequeño edificio más de departamentos en un barrio poco demandado pero asumí altos riesgos y fui por más. Lo encaré incorporándole algunas reglitas que uso para abordar mis trabajos de branding, sobre todo la más importante: “crear necesidad”. Es decir, no importa si a la hora de diseñar un local hay 50 con la misma temática, nosotros debemos concentrarnos en marcar la diferencia con algún elemento que seduzca al consumidor.
En el caso de mi “Corazón de Manzana” busqué que estos pequeños atelieres tengan algunos toques de autor con sus hormigones en bruto, sus grandes aberturas, deck, pieles de madera, iluminación cuidada, un SUM con una vuelta de tuerca y sobre todo clima de comunidad donde hoy todos los habitantes de estas 12 casitas se autogestionan, discuten sobre arte, diseño, música, teatro, fotografía, arquitectura y buscan su inspiración con algún que otro desacuerdo que le aporta un toque de autenticidad a este folklore.
A un año de habitado, esta pequeña “vecindad” escondida en un corazón de manzana de barrio Observatorio cobró notoriedad y ya tiene una larga lista de chicos que quieren habitarla. Esto es una satisfacción personal que me llena el alma y calma el cansancio de tres duros años que me llevó redondear el proyecto y habitarlo. Hoy se suma la sorpresiva noticia de que fue elegido por notables curadores para ser parte de la Bienal Internacional de Arquitectura que se llevará a cabo en noviembre en Buenos Aires y Córdoba.
Autor: Pablo Dellatorre, arq. Autores Asociados: Mar Pattochi.
Ubicación: Montevideo 951, Córdoba Capital, Córdoba, Argentina.
Fecha de proyecto: 2010.