Durante este fin de semana se realizan en Córdoba las IV Jornadas de Economía Crítica, un espacio desde el cual repensar la disciplina.
El modelo neoliberal implosionó en América Latina durante las últimas dos décadas y abrió paso a experiencias de gobierno que, con sus diferencias y limitaciones, se alejaron de las recetas de la ortodoxia económica. Por otro lado, la última crisis global iniciada en 2008 y la que se cierne sobre Estados Unidos y Europa evidencian también las limitaciones –cuando no los gruesos errores- de los gurúes del pensamiento económico hegemónico desde la década del setenta.
De todas maneras, todas estas situaciones parecen no incidir con fuerza en muchas casas de estudios y centros de investigación, que siguen aferrados a la divulgación de la perspectiva neoliberal. Pese a ello, en los últimos años comenzaron a desarrollarse en el país encuentros de debate económico que proponen intensas discusiones con las teorías neoclásicas y una mayor apertura en la interpretación y el análisis. Uno de ellos es Jornadas de Economía Crítica, cuya cuarta edición se está realizando en Córdoba este fin de semana. Comercio y Justicia dialogó con Martín Kalos y Estefanía Becerra, dos de sus organizadores.
– Las jornadas evidencian una crítica fuerte a la ortodoxia económica y a su instalación como corriente hegemónica dentro del pensamiento económico. ¿Por qué?
– Lo que criticamos, más que a la ortodoxia en sí, es al pensamiento único. Creemos que la ortodoxia puede aportar al debate pero generalmente se niegan los aportes que pueden realizar otras corrientes del pensamiento económico.
Entendemos que en esa pluralidad hay una riqueza de formas de analizar la realidad que pueden ser muy valiosas.
Justamente en esta época, cuando asistimos a una crisis tras otra –por no decir que es la misma- en todo el mundo, muchas características de esas crisis no se pueden explicar a partir de la teoría ortodoxa, neoliberal o neoclásica – según el nombre que cada uno le ponga-. De hecho, hoy en día esa teoría intenta esconderse, refugiarse en algunos recodos del poder, como algunas universidades y centros de investigación tradicionales en Argentina. Entonces, nosotros estamos planteando la necesidad de enseñar en todas las universidades y ámbitos de estudio donde se da economía, administración y contabilidad, otras formas de entender la realidad porque nadie tiene la verdad revelada y se necesita esa pluralidad para entender el país y el mundo en el que vivimos.
– Evidentemente, el pensamiento ortodoxo no logra soluciones para la gran crisis mundial y está atravesando crisis y fuertes revisiones, pero da la impresión de que esa crisis no tiene correlatos institucionales en las universidades o centros de estudios, como si éstos fueran ajenos a lo que está pasando. ¿Cómo lo analizan ustedes?
– Las universidades son instituciones muy anquilosadas, donde cambiar un plan de estudios, en muchos casos, es ir en contra de todo el cuerpo de profesores ya instalados. Sin ir más lejos, en los procesos de reforma de planes de estudio que comenzaron hace algunos años y están concretándose ahora en algunas universidades nacionales, resultaron incluso un retroceso en términos de generar pensamiento crítico. En La Plata, el plan de estudios propuesto es más neoliberal que el anterior –que ya lo era bastante-; en la Universidad de Buenos Aires hay un proceso pequeño de reforma en el cual las autoridades, por la presión política de estudiantes y docentes, están intentando abrir el debate; en Cuyo también hubo una reforma que mantiene el carácter totalmente ortodoxo de la carrera. Ir en contra de estas estructuras que están instaladas, que son núcleos de poder y que no ceden fácilmente, realmente es muy difícil. Pero lo que demuestran estas jornadas es que hay un movimiento en todo el país –porque están organizadas por personas de ocho universidades nacionales- que reclama abrir el debate, enseñar economía desde una perspectiva crítica, pluralista y amplia, sin prejuicios y sin dogmas.