Mayoristas de cigarros aseguran que, al igual que el vino, la actividad trepará en menos de cinco años. Sus protagonistas no son los adictos a la nicotina sino los que transforman el puro en un elemento de culto. Por Laura Pantoja / [email protected]
El fumar por placer es el corazón de un negocio de nicho, que aunque aún incipiente en nuestro país, promete en menos de cinco años despuntar como lo hizo la industria del vino en la década del 90’.
“Fumar por placer es cuando no se hace por vicio. Un buen bebedor de vino toma cuando tiene deseos de saborearlo: por el contrario, el alcohólico toma porque el cuerpo se lo pide. Lo mismo sucede con el tabaco: desde su abordaje cultural consideramos que el que fuma por placer es aquel que no traga el humo, porque las papilas gustativas están en la boca y no en los pulmones”, explica Pablo Petroff, dueño de Casa Petroff, la tabaquería de Córdoba más antigua del país.
“Para deleitarse con un cigarro o puro no hay necesidad de llevar el humo a los pulmones, de ser así, la nicotina pasa a sangre y es justamente esto lo que genera adicción. Los buenos fumadores de puros no son adictos sino que son capaces de crear un espacio para disfrutar del fumar”, añadió.
Si bien el negocio hoy es posible gracias a poco más de 600 consumidores en Córdoba, según estima Petroff, en menos de cinco años la curva de crecimiento trepará como lo hizo en su momento el consumo de vino, que hoy vive su mejor momento.
“Hoy lo que más se vende son vinos de $35 a $ 40 para arriba, porque comenzaron a formar parte de los placeres de la gente dispuesta a descubrir experiencias: así se sumó el maridaje (combinación de elementos que crean momentos, por ejemplo: puro, chocolate y whisky) que nos allanó el campo para fomentar el hábito de fumar por placer”, explicó.
Preparados, en sus marcas
En este escenario, Casa Petroff, una de las más reconocidas distribuidoras mayoristas y minoristas de puros y cigarros del país, se prepara para protagonizar el despegue.
En la actualidad, vende entre 1.000 y 1.500 puros por mes, más unos 6.000 cigarros en sus más diversos tamaños y variedades. Pablo, responsable del área comercial y de marketing, relata que año a año se duplica la cantidad de “fumadores por placer”, principalmente gracias a la difusión que practican los amantes de este “culto”. Desde hace poco menos de cuatro años, Casa Petroff registra un crecimiento interanual de ventas superior a 40%, porcentaje que incluye todos los rubros que comercializa desde 1921: “Si bien el corazón del negocio es el tabaco, tenemos un comercio ecléctico y vendemos desde bochas, alpargatas, baleros, lámparas, ollas de hierro, planchas a carbón, linternas, juegos de mesa -entre otros- hasta puros y cigarros”.
Petroff comparte el mercado con otros reconocidos mayoristas y minoristas, como Punto y Banca (en Dinosaurio Mall y Paseo Rivera) y Vía Libre Drugstore, sobre la Av. Rafael Núñez.
Modernización
La casa habilitada en la emblemática esquina de Rivadavia y Catamarca fue fundada por Basilio Petroff, quien llegó desde Bulgaria después de la Primera Guerra Mundial. Tras su muerte en 1929, el negocio pasó a manos de su hermano Kancho y de su sobrino Pedro, quien hoy, junto a sus hijos (entre ellos Pablo), gerencian el comercio.
La conducción joven incidió de forma decisiva en la conducción del negocio, que si bien mantuvo un desempeño de estabilidad y reconocimiento a lo largo de estos 91 años de existencia, requiere modernización y sistematización. “Había estructuras muy fuertes que impedían la simplificación de los procesos pero vamos por un ordenamiento general para luego sistematizar la gestión, refuncionalizar todos los ambientes y rediseñar los depósitos”, adelantó Pablo, quien informa que poseen más de 230 m2 de superficie entre plantas baja, alta y terraza.
Entre los planes que espera concretar hacia principios del año próximo se encuentra la sectorización de las ventas. Dispondrán de un espacio exclusivo para atender en forma personalizada a los consumidores de alta gama. La puerta principal continuará abierta para el público de segundas marcas y para el consumidor de otros rubros. También habilitarán otro salón,para la venta mayorista, y pondrán en marcha un humidero a la vista. “Lo vamos a ir haciendo por etapas, es una inversión que puede superar 70.000 dólares”, apuntó.
A su vez, a corto plazo pretenden instalar un club del tabaco y a futuro, un museo del tabaco, para mostrar todas las formas históricas y actuales de cómo consumir tabaco sin adosar daños al cuerpo, a la mejor manera de practicar un culto.
La Ley Antitabaco abre las puertas al primer club local de fumadores
-¿Les afecta la Ley Antitabaco recientemente aprobada?
-“No, al contrario, creo que nos puede llegar a beneficiar porque habilita establecimientos y salas de degustación de tabaco, es decir, lo que se deja de hacer en los bares se podrá hacer en estos clubes. En estas salas estará prohibido fumar cigarrillos, la idea es generar espacios que promuevan la forma de fumar por placer (cigarros o puros). Las personas que entren deben ser socias y el ambiente debe estar ventilado o equipado con destructor de humo. Ya son más de 30 los clientes que pueden convertirse en socios de este club del tabaco. El objetivo es habilitarlo en diciembre de este año. También es posible que se continúe dando charlas instructivas en relación con la forma de consumir tabaco.Importación, variedad y precios
El negocio del tabaco en el país se maneja mediante ocho importadores, de los cuales Petroff tiene la representación y distribución en Córdoba y el interior. Las principales fábricas se encuentran en Nicaragua, Panamá, República Dominicana y Cuba. La marca Petroff, cuya fábrica está en Nicaragua, presenta un cigarro desarrollado al gusto de Córdoba. “No es fuerte porque el paladar de acá no lo es, pero sí es muy sabroso”, dijo Petroff, quien recordó que la venta comenzó el año pasado, en julio. Los precios por unidad son de los más variados. Desde un cigarro finito, empaquetado en lata, que cuesta desde $2,10, hasta un habano (cigarro de origen cubano, de formato robusto) que cuesta $116. En esta misma línea, la marca Petroff se vende a $16 y otras marcas importadas similares cuestan entre $50 y $70.