Armando Andruet, vocal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (TSJ)
“Pensar en estas cuestiones de ética judicial ayuda a instalar el problema para solucionarlo”. Armando Andruet es consciente de que el Poder Judicial de Córdoba no está exento de los escándalos que por diferentes motivos involucran a magistrados y funcionarios judiciales.
“Tenemos problemas y la muestra es que hay casos en el Tribunal de Etica Judicial”, admitió ante Comercio y Justicia el vocal del TSJ con motivo de la presentación de su quinto libro “Códigos de ética judicial, discusión, realización y perspectivas”.
El magistrado ponderó la existencia del Tribunal de Etica del Poder Judicial de Córdoba, único en el país con tales características, a la vez que recordó que la provincia cuenta con el primer Observatorio de Etica y Transparencia Judicial de la República Argentina.
– ¿Cuántas denuncias recibió el Tribunal de Etica desde que fue creado y cuáles fueron los resultados?
– Desde agosto de 2004 ha intervenido en unas 120 denuncias. De ese total, hay que distinguir una quincena que han sido sólo consultas de los magistrados y funcionarios sobre sus propios comportamientos. Después hay que diferenciar las que son denuncias de terceros. Algunas promovidas por los propios magistrados, otras tantas promovidas por el TSJ y el resto que surgen de oficio por el mismo Tribunal de Etica. De ese centenar de causas se dictaron 44 resoluciones, de las cuales en unas 15 se han tomado medidas más graves que emitir una recomendación.
– ¿Qué implican estos resultados?
– Que con todos los déficits que pueda tener el Poder Judicial de Córdoba, existe una preocupación por estas cuestiones. Sin dudas, tenemos problemas y la muestra de ello es que tenemos casos en el Tribunal de Etica.
No obstante, creo que lo importante es que no escondemos nada debajo de la alfombra. Tanto es así que cuando se creó el Tribunal se lo conformó con profesionales de otras disciplinas. Está integrado por tres magistrados jubilados y dos abogados de la matrícula, también jubilados. No hay ningún tribunal deontológico que esté intervenido por profesionales de otras disciplinas. Esto se hizo, precisamente, para mostrar que la magistratura quiere tomarse muy en serio las cuestiones de ética, para que nadie pueda creer que es un tribunal sólo de magistrados con algún sesgo de corporación, que busca encapsular los problemas.
– ¿Qué es lo que diferencia a este Tribunal de Etica? ¿El resto de los poderes judiciales también cuentan con tribunales de este tipo?
– La diferencia es que funciona con regularidad y dicta resoluciones continuamente. La otra provincia que tiene un Tribunal de Etica es Santa Fe, pero no funciona. No tiene integración constante ni una producción de resoluciones como Córdoba. Esto es lo que ha motivado que el propio Poder Judicial de Córdoba, con su oficina de Etica Judicial, se convierta en el primer Observatorio de Etica y Transparencia Judicial de la República Argentina.
– ¿Qué balance hace respecto de los comportamientos éticos de los magistrados de Córdoba?
– Córdoba no está fuera del común denominador de lo que pasa en toda la República Argentina y en muchos poderes judiciales de este país. Lo que sí creo que tiene Córdoba como fortaleza es que no dejamos de mirar el problema. Sabemos que hay problemas y buscamos solucionarlos y, no endogámicamente, sino públicamente, porque cualquiera se puede acercar al Tribunal de Etica y denunciar.
– ¿Cuáles son los comportamientos éticamente reprochables que han detectado?
– Hay un perfil de jueces que no termina de entender cuál es el compromiso público que tiene su actividad profesional. Creen que la vida de la magistratura es semejante a la de cualquier otro profesional y no advierten que la sociedad pone sus ojos en los magistrados de una manera diferente. La sociedad les pide a los jueces que su comportamiento no sólo que sea bueno, sino que parezca bueno, que sea decoroso y honesto en los tiempos en que está en su oficina y también fuera de la oficina, que su vida pública no sea escandalosa, que su vida privada con trascendencia pública sea cuidada, que si toma una copa de más no conduzca. La sociedad les pide a los jueces algo que va mucho más allá de dictar meras resoluciones. Nos están pidiendo algún plus dentro de nuestra realización.
Si yo tengo una serie de garantías constitucionales puestas, no al servicio mío, sino de la sociedad, debo saber que eso tiene un costo y debo poner un esfuerzo para ser mejor persona. Entonces, señor juez: acomode su vida pública y su vida privada con trascendencia pública a estas buenas prácticas.
– ¿Cree que este tribunal contribuye a mejorar esas buenas prácticas?
– Las cosas malas a veces suceden porque los hombres buenos no hacen nada. El esfuerzo está en que aquellos que creemos en el compromiso de que las buenas prácticas en la ética son buenas para los jueces y para la sociedad, hagamos algo para erradicar las situaciones negativas porque esas no se erradican mágicamente, se erradican haciendo.