Desde comienzos de año se produjo un importante incremento en el otorgamiento de créditos con garantía real.
Los relevamientos elaborados por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), pero también los más diversos informes preparados por consultoras particulares revelan que el crédito al sector privado -tanto sea a empresas como a familias- arrancó 2011 a un ritmo vertiginoso, muy por encima de la inflación y del nivel de incremento registrado los años anteriores. De hecho, los estándares del primer bimestre del año superaron con holgura a los del mismo período del año pasado.
Pero un análisis más detallado revela que los préstamos con garantía real crecieron muy por encima del resto: mientras las solicitudes de créditos personales crecieron 7% en el primer bimestre del año con respecto al mismo período del año anterior, las correspondientes a financiaciones con garantía prendaria se expandieron 88%. Por otro lado, las entidades asistieron con crédito a 52% más de clientes hipotecarios.
Esto revela un enorme dinamismo en sectores que movilizan mayores sumas de dinero -como son las ventas de autos y de casas- y traccionan fuertemente el empleo y la actividad económica. De acuerdo con el análisis de la consultora Actividad, Moneda y Finanzas (AMF Economía), “en realidad, esta dinámica está reflejando la recuperación de aquellas operaciones que lucían más rezagadas a principios de 2010”, por lo que los datos iniciales de 2011 “están marcando una clara diferencia con el panorama que atravesaba el financiamiento con garantía real hace tan sólo 12 meses”.
La contracara
De todas formas, el crecimiento de los préstamos con garantían real no logra aún revertir una tendencia de largos años en el país: su escasa participación en el total de las operaciones de crédito que se realizan.
De hecho, en enero y febrero de este año más de 90% de las operaciones que se efectuaron en Argentina correspondió a créditos personales: mientras que se gestionaron 324 mil de este tipo, en promedio, en cada uno de esos meses, sólo se requirieron 17.400 créditos prendarios y 2.300 hipotecarios.
Expresado de otra manera, implica que por cada préstamo hipotecario se entregaron 140 personales. O, considerando los montos colocados, que por cada peso destinado a hipotecas se volcaron otros 12 a financiar consumo en durables y no durables, sin garantía real, mediante un crédito personal.
Aunque expresado mediante fríos números, se evidencia aquí el drama de muchas familias: mientras los consumos durables y no durables de montos relativamente reducidos se tornan financiables, no surgen alternativas crediticias tangibles para propiciar la compra de vivienda por parte de los trabajadores registrados, menos aún de los que se desempeñan en la informalidad.
Cifras grandes y pequeñas
Los datos sobre préstamos personales permiten advertir que en el primer bimestre del año se realizaron más de 10 mil operaciones de este tipo por día, un dato que, anualizado, arrojaría una cifra de casi 4 millones. No es para menos, dado que las estimaciones privadas indican que prácticamente la mitad de los trabajadores formales se vincula cada año con una entidad financiera para tomar un crédito.
Pero esta gran cantidad de préstamos personales se efectua en su gran mayoría (cerca de 75%) por montos pequeños, menores de 10 mil pesos.
En suma, si bien comienzan a repuntar en el país las financiaciones por montos más elevados -como las destinadas a la compra de autos y casas-, el centro del sistema crediticio actual se encuentra aún en los préstamos de montos reducidos.
De acuerdo con el análisis de AMF, esta tendencia “se profundiza” si se considera que el rubro más dinámico en 2010 fue el del financiamiento de los saldos deudores de las tarjetas de crédito (que no requieren pasar por la ventanilla del banco para endeudarse), operatoria que también se hace fuerte por deudas inferiores a los 10 mil pesos.