En julio pasado, los grandes estudios del cine y televisión de Hollywood se paralizaron por la huelga que declararon el Sindicato de Actores de Cine y la Federación Estadounidense de Artistas de Radio y Televisión.
El grupo -que nuclea a unas 160 mil mil personas, se fusionó en 2012 y es conocido como SAG-AFTRA, por sus siglas en inglés- se sumó a la medida de fuerza que venían acatando los escritores estadounidenses del Sindicato de Guionistas de América.
Así, la denominada “meca del cine”, quedó virtualmente clausurada: fue la primera vez en 60 años que ambos rubros pararon en simultáneo.
En abril, Joe Russo, uno de los hermanos que llevó al Universo Cinematográfico Marvel a su cima con películas como Avengers: Endgame, habló sobre el futuro de la industria del cine coexistiendo con la Inteligencia Artificial (IA) y encendió las alarmas de los autores.
Russo estimó que al cine le va a resultar imposible escapar de la IA en un par de años y planteó cómo funcionaría la “nueva creatividad”: afirmó que se usará para diseñar y modificar las narraciones y para que las personas creen y diseñen películas “a medida”.
“Podrías entrar a tu casa y decirle a la IA de tu plataforma streaming: quiero una película que tenga como protagonistas a mi avatar fotorrealista y al de Marilyn Monroe, y que sea una comedia romántica”, aseguró.
Los guionistas ya analizaban una huelga por la irrupción de la la IA en los procesos creativos y por el reparto de los beneficios del streaming.
En marzo, el WGA, el sindicato que los agrupa, emitió una propuesta de regulación que establece que las IA podrán participar en la redacción de guiones y otros aspectos creativos siempre que ello no afecte la asignación de créditos o las compensaciones económicas de los escritores reales.
Es decir, reclamaron que sea considerada herramienta y no autora. Por ello, la iniciativa aclara que no crea nada sino que “genera una regurgitación de lo que ha ingerido previamente”.
La mayoría no cuestionó el uso de la IA (de hecho, en el sector de la ilustración ya es notable), sino que apuntó al riesgo de manejos poco éticos por parte de estudios, editoriales y discográficas.
Ante la falta de respuestas, los guionistas pararon en mayo. En julio se le sumaron los actores, con un pedido uniforme: que se legisle la utilización de la IA (que incluye la reproducción de las imágenes de los intérpretes) y participación en el multimillonario negocios de las plataformas de streaming.
Decenas de producciones quedaron suspendidas por la huelga, pero en las últimas horas los escritores llegaron a un principio de acuerdo.
Tras cinco días de negociaciones, las partes sentaron las bases de un nuevo convenio colectivo que destraba, en parte, uno de los conflictos laborales más largos de la poderosa industria.
Según señaló en un comunicado el sindicato de guionistas, el acuerdo es “excepcional” y contempla “ganancias significativas y protecciones” para los creativos, que deberán ratificar su letra.
El texto tiene clausulas de control del uso de la inteligencia artificial en los textos y establece una revisión de los beneficios que reciben los autores que contempla las cifras de audiencia.
Los estudios deberán enfocarse en resolver el conflicto con el sindicato de actores, que sigue en huelga, para que las producciones vuelvan a ponerse en marcha.
La huelga ya generó pérdidas para la economía californiana que ascienden a unos 3.000 millones de dólares e impactó en la fuente de empleo de otros sectores de la industria, como técnicos, directores y compositores.