A lo largo de toda su vida, sin importarle las responsabilidades que estuviera desempeñando o lo bueno o malo del momento en aquélla, Napoleón Bonaparte fue un conspicuo lector. El derecho no estuvo ausente de sus lecturas.
Su primera aproximación como lector fue en la biblioteca de su padre, el abogado Carlo María Bonaparte, de un millar y medio de volúmenes de historia, literatura, filosofía, ciencias y, obviamente, derecho. Diría años más tarde: “Muéstrame una familia de lectores y te mostraré a las personas que mueven el mundo”.
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