Es complicado ser vocera presidencial cuando el presidente es un funcionario que a esta altura ya ha perdido hasta la gracia que hay que tener para que te hagan memes. Alberto se ha desdibujado, está casi en su récord máximo de imagen negativa (le falta un poco para llegar a la de julio del año pasado) y lo mismo necesita de gente que diga que en su gobierno se vive bárbaro.
Gabriela Cerruti ya ha dejado innumerables perlas en su función, donde siempre destaca por agarrar “para el lado de los tomates”, como decía mi abuela, cuando la pregunta la pone un tanto incómoda. Es lógico que lo haga: es preferible que alguien te critique por esas payasadas que demostrar el fracaso del gobierno diciendo las cosas como son realmente.
Ayer no fue noticia por lo que hace cuando habla parada ante el atril, sino por algunas declaraciones que hizo a una radio de corte oficialista. En primer lugar dijo que el gobierno no está dispuesto a frenar la economía para frenar la inflación, cuando los últimos números publicados por el indec sobre el crecimiento de la economía llevaron a algunos analistas a hablar de que estamos efectivamente en una situación de “estanflación”.
Quizás la economía se haya frenado, pero la inflación no parece estar con ganas de amesetarse. Por el contrario, este mes se espera una inflación al menos como la del mes pasado. El consumo, medido por el indec y las cámaras empresarias, ha caído especialmente en los productos de la canasta básica, por lo que la inflación le está comiendo la comida a la gente. Que haya tres millones de personas buscando un segundo trabajo para poder llegar a fin de mes habla de que la inflación es casi lo único que crece en el país. Ya nos enteraremos de los datos de pobreza, que definitivamente no le va a ir en zaga.
“Confiamos mucho en la política que lleva el Gobierno y (el ministro de Economía) Sergio Massa a la cabeza”, señaló la funcionaria al ser consultada sobre las proyecciones que fijó el Poder Ejecutivo en 2023. Cerruti advirtió además por los números de inflación alta de enero y marzo, que son dos meses estacionales, por efecto del turismo y el inicio de las clases.
Así, a la inflación de enero se la adjudican al turismo (que marcó números altísimos, producto de que a la gente le sobran pesos que no puede ahorrar y prefiere gastar). La de febrero no sabemos todavía culpa de qué es, aunque por las dudas empieza a abrir el paraguas por la de marzo. Con ese optimismo es difícil creer que se va a cumplir el objetivo de Massa de llegar a abril con una inflación que tenga el número tres adelante.
Sueldos
Consultada sobre si la mitad de trabajadores formales ganan menos de una canasta básica, Cerruti aclaró que la enorme mayoría de ellos, casi el 80%, gana arriba de $100.000. Sin embargo, eso es -como mínimo- errado.
Según Cerruti la canasta básica considera una familia tipo de cuatro personas, en donde el Gobierno toma como base de medición a dos salarios por grupo familiar. Por lo que a su criterio el grueso de las familias argentinas supera la canasta básica que hoy se encuentra en $ 163.000.
“Una enorme mayoría de trabajadores registrados pudieron ganarle a la inflación ya que tuvieron paritarias excelentes”, sentenció.
Aunque los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del indec suele ir desfasada cuando se trata de ingresos o salarios, hace pocos días salieron los informes sobre ambas cuestiones para tercer y cuarto trimestre, respectivamente.
Según el organismo oficial que mide este tipo de variables sociales y económicas, el ingreso promedio en el tercer trimestre en Argentina fue de $80.435. Léase que ingresos incluye tanto el componente de salario como ingresos no laborales, que representaron el 25,6% en promedio. Así, lo que correspondió a ingresos laborales entre julio y septiembre fue -en promedio- casi $58.900.
Para el trabajador es más o menos lo mismo una cosa y la otra, porque todo va en la misma bolsa, así que vamos a concederle que ingresos es igual a salario. El dato del crecimiento de los salarios en el cuarto trimestre (es decir de octubre a diciembre) fue de 18,1%, lo que llevaría aquel ingreso a $94.993. Es decir, a unos cinco mil pesos de lo que según Cerruti cobra casi el 80% de los trabajadores argentinos.
Ese es el valor promedio tomando a los 26 millones de argentinos que registran ingresos. Hay una categoría de personas que en el tercer trimestre ya tenía ingresos superiores a $100.000, que era la de asalariados formales con descuento jubilatorio, unas 7,9 millones de personas, apenas el 30% de la gente con ingresos.
En ese mismo relevamiento, los ingresos medios de un hogar eran de $148.651 a nivel nacional, con el piso en los $101.704 del Chaco y el techo en los $220.875 de la Ciudad de Buenos Aires. Otra vez asimilamos ingresos a salarios, aunque no es lo mismo, porque en ese hogar habría asignaciones familiares y demás ingresos no laborales. La canasta básica total fue en enero de $163.539. Los porteños ya llegaban en el tercer trimestre, pero para llegar los chaqueños deberían haber visto un crecimiento del 60% en sus ingresos. Imposible.
El kirchnerismo está acostumbrado a hablar desde su experiencia inmediata, desde sus sueldos vinculados al sector público y su convicción de que además esos sueldos están al alcance de todos (cuando en realidad están blindados para sus seguidores).
Cerruti es una máquina de decir cosas erradas. Tal vez el hecho de ser la voz de un gobierno que siempre busca confundir con los números no ayuda a ser rigurosa con las verdades.