Rafael Velasco, rector de la Universidad Católica de Córdoba
La recuperación del acceso a la educación de calidad que impulse la movilidad social y la responsabilidad que le cabe a la universidad para modificar el contexto adverso en el que está inserta, forman parte del análisis agudo que el rector de la Universidad Católica de Córdoba, Rafael Velasco, dejó como una de las materias pendientes que hoy tiene el país.
“Creo que la mayor deuda social es la educación, la falta de acceso a educación de calidad a pesar de los esfuerzos que se hacen. A eso no lo desconozco, pero creo que falta para que pueda ser un factor de movilidad social como lo era en otras épocas. Ésa es una de las grandes asignaturas pendientes. Antes, el padre que había terminado la primaria tenía un hijo que iba a terminar la secundaria y el nieto en la la universidad. Eso hoy es cada vez más improbable por el nivel de las escuelas. Éstas han privilegiado la contención de los alumnos y se ha resentido mucho lo que se les da dentro del ámbito educativo”, afirmó el jesuita.
En este sentido, apuntó que -en el esfuerzo por mantener al chico dentro de la escuela para que esté fuera de la calle, de la droga y pueda comer- “las exigencias bajan y un título de determinada escuela no vale. Cuando el chico quiere entrar a la universidad lo estamos estafando”, concluyó quien también considera que la salud y la justicia son aún deudas sociales.
En este marco, el sacerdote y licenciado en Teología reconoce que a la universidad le cabe un rol y un ejercicio de la responsabilidad social universitaria (RSU).
“La universidad tiene una responsabilidad, una respuesta que dar. Pero si uno se fija cómo se evalúa en las universidades uno se da cuenta que lo que menos se evalúa es la responsabilidad que éstas tienen con la sociedad. Se evalúa fundamentalmente cuanto a la investigación y también a la docencia, pero lo que se llama tradicionalmente la extensión social -que nosotros llamamos la proyección social de la universidad- eso no se evalúa ni en las acreditaciones de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau), ni para los concursos públicos para las cátedras ni cuando se evalúa qué es lo que uno investiga.
-¿Por qué?
– Muchas veces el sistema universitario en algunos aspectos está sesgado, pensado en un sistema que se alimenta a sí mismo. Está bastante resentida la responsabilidad que la universidad tiene en particular con los más desfavorecidos del contexto, con aquellos que no pueden acceder a la universidad pero que tienen derecho a que sus problemas sí accedan a la universidad y que de alguna manera la universidad interactúe con ellos para ver de cómo se pueden encontrar soluciones. Pero cuando hablamos de formar profesionales, ¿qué tipo de profesionales estamos formando? Porque podemos estar formando profesionales sumamente competentes pero sin ninguna conciencia social, entonces son profesionales que van a repetir el mismo esquema de exclusión social que hay. Esto de la responsabilidad social universitaria viene a impactar en la docencia, la investigación y la proyección social de la universidad, es una visión integral, y en cómo se gestiona la universidad. Son los cuatro grandes ejes para nosotros.
-¿Qué ejemplo palpable hay de alguna experiencia docente de extensión social?
– Por ejemplo, el Servicio Socio-habitacional de la Facultad de Arquitectura es una cátedra que los alumnos tienen que cursar en tercer o cuarto año y en este momento están trabajando en Villa Rivadavia Anexo con el tema de los terrenos y las ampliaciones de algunas viviendas, con la gente, es decir que hay todo un proceso de empoderamiento de la comunidad. La comunidad es socia, no es que nosotros vamos a hacer asistencialismo académico, y en ese proceso nuestros estudiantes van aprendiendo que se puede ejercer la arquitectura desde otro lugar, que la profesión puede servir para ayudar a transformar una realidad distinta, no sólo para hacer countries o shoppings; o sea, revalorizar lo que la universidad debió ser siempre. Es volver a vincular la universidad con la carga social que tiene el conocimiento, de la que yo creo se había distanciado bastante.