El anonimato permite la oferta de cualquier cosa por Internet ya que no existe control, denuncian expertos y entidades del comercio.
Ertículos electrónicos, armas, viagra y medicamentos sin receta, inhibidores de celulares, repuestos de automóviles, computadoras… son algunas de las ofertas comunes en Internet.
Este comercio, que creció en forma explosiva, no tendría mayor objeción, como el que todavía se hace mediante avisos clasificados. Si no fuera que carece de cualquier control.
Sólo durante 2009 la actividad generó un movimiento cercano a 1.000 millones de dólares, según consigna un informe del sitio Iprofesional. Según datos de la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE), casi 30% de los más de 23 millones de usuarios de Internet que hay en el país concretaron o concretarán durante 2010 transacciones a través de la red. Ya no se trata de entradas para espectáculos o compra en supermercados a través de la red, sino que muebles, moda e indumentaria, libros y revistas, pasajes, turismo, música y películas (copiadas ilegalmente, por supuesto) y hasta envíos de viagra a domicilio, aparecen como los ítems más demandados.
Muchos de estos negocios son transparantes, porque luego del contacto se da el domicilio del vendedor tras la entrega, correspondiendo a negocios de trayectoria en la plaza.
En un rápido sondeo de Comercio y Justicia entre profesionales jóvenes, muchos de ellos dijeron que, salvo las compras diarias, adquieren por Internet todo lo que es equipamiento. Por citar un rubro, las tradicionales mueblerías de calle Castro Barros avisan y contactan clientes por la red. Y desde hace un tiempo, tanto empresas como comercios agregan sus sitios en sus publicidades escritas y en la web. Y siguiendo una costumbre aplicada desde hace años en Estados Unidos y Europa, junto a su catálogo de producto existe un botón con la leyenda “comprar”. Los productos se acumulan en un changuito y al final aparece el valor de la compra. El usuario activa su tarjeta de crédito y asunto concluido. Pero a la par de los negocios que no merecen objeciones, ganan presencia los que generan preocupación. Entre ellos, los que evitan que se conozca el origen de la mercadería o servicios que se ofrecen. Los portales de comercio electrónico se definen como meros intermediarios, por lo que supuestamente no tendrían ninguna responsabilidad sobre lo que publican. Pero considerando que se quedan con una comisión por lo que se vende, deberían dar algún tipo de respuesta por las cosas que se comercializan, se señala en el sitio iProfesional.com.
Los comerciantes de electrónicos argumentan que en los portales de comercio se dificulta el control de la facturación, a menos que se extiende la correspondiente factura. Y menos el chequeo de las marcas o autenticidad de los productos ofrecidos. En estos sitios, también la instancia de reclamo es inexistente.