Supuso la unificación de la normativa comercial, un logro largamente ambicionado
Cuando se habla de la codificación napoleónica, generalmente se remite al Code Civil des Français de 1804. No obstante, existe un hermano menor, algo más olvidado pero no menos importante: Code de Commerce de 1807.
Tal cuerpo legal se estructuraba en cuatro libros con un total de 648 artículos. El primer libro trataba Del comercio en general, el segundo sobre Leyes particulares del comercio marítimo, el tercero refería a la Quiebra y el libro cuarto eran los Juicios y procedimientos a seguir en el comercio.
La cuestión de la codificación comercial venía de largo tiempo atrás. Ya en 1787 se pensó en reformar las Ordenanzas de Colbert, nombrando al efecto una comisión, pero la Revolución impidió que cumpliera su cometido. En 1791, la Asamblea Constituyente encargó junto a la elaboración de un Código Civil, otro de Comercio, pero se hicieron sólo los estudios del primero -no se abordaron los del segundo-.
Por un decreto del 3 de abril de 1801, impulsado por el ministro del Interior Jean-Antoine-Claude Chaptal, el primer cónsul Napoleón Bonaparte nombró una comisión de siete miembros presidida por Philippe Joseph Gorneau para elaborarlo, proyecto que luego debía revisar el Consejo del Estado. Ocho meses después, tal comisión presentó un borrador de 485 artículos que fue enviado a las cámaras de comercio y a los tribunales de Casación y Apelación para que hicieran las observaciones pertinentes. De tales críticas se elaboró un segundo proyecto, publicado en 1803, luego de lo cual se lo envió al Consejo de Estado, en el que se estancó hasta que en 1806 Napoleón lo retomó.
El 27 de julio de 1807, ya emperador, a su vuelta triunfal de las campañas contra Rusia, Inglaterra y Prusia, Napoleón se dedicó, desde el día 28, a dirigir los trabajos que dieran forma final al Código de Comercio, en la Comisión del Consejo de Estado, empleándose para dicho estudio 61 sesiones, cuatro de las cuales presidió él mismo. Este trabajo se sometió luego a la discusión de las Cámaras Legislativas, que lo sancionaron por partes. La Ley de 15 de septiembre de 1807 ordenó que empezara a regir desde el 1 de enero del año siguiente.
Lo que indujo a Napoleón a acelerar la promulgación del Código de Comercio fue la serie de quiebras fraudulentas que se produjeron en Francia durante el año 1806, que arruinaron a muchos ciudadanos a los que se les debía, en tanto los quebrados seguían después de la quiebra con una vida lujosa. Por ello, una de las partes fundamentales del Code era organizar la institución falencial.
A diferencia de las Ordenanzas de comercio de 1673, redactadas por una comisión compuesta de magistrados y de comerciantes, y de las Ordenanzas de marina de 1681, confeccionadas por hombres prácticos, principalmente de mar, poco versados en el conocimiento de principios jurídicos, aunque sí profundos conocedores de los usos y costumbres generalmente admitidos en el comercio marítimo, el Código de Comercio de 1807 fue el primer cuerpo legislativo comercial redactado únicamente por jurisconsultos.
Tiene también la importancia de ser el primero que agrupó las reglas propias del comercio marítimo y del comercio terrestre en un solo cuerpo legal, sistema que siguieron la mayoría de los códigos de comercio posteriores.
Otro de los hitos que permanecerían en el tiempo fue el cambio de enfoque en la regulación de la materia mercantil bajo un criterio objetivo basado en el acto de comercio en lugar de la concepción previa subjetiva referida a la persona del comerciante.
Pergeñado con una visión de universalidad mercantil, dicho código influyó decisivamente en los códigos modernos a ambas márgenes del Atlántico, tanto europeos -como el italiano de 1882 y el español de 1885- como americanos (el brasileño de 1850, el argentino de 1862, el chileno de 1865 y el venezolano de 1873). Sistematizaba y ponía al día la materia jurídica comercial, tratando las quiebras fraudulentas y la objetividad de los actos de comercio, pero la cambiante realidad comercial obligó a cambiar muchas de sus disposiciones a fin de adaptarlo a la realidad de un tiempo muy revolucionario en materia comercial.
Es que el mundo estaba entrando de lleno, con Europa como proa, en la industrialización de las actividades económicas. La Primera Revolución Industrial desbordaba de Inglaterra al resto del globo y, al decir de Deidre McCloskey en su “Review of The Cambridge Economic History of Modern Britain”, en tal periodo se vivió el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la humanidad desde el Neolítico.
Es así que la Revolución Industrial impuso al código de Napoleón grandes reformas para dar cabida a nuevas instituciones (bancos, almacenes generales de depósito, cámaras de compensación, bolsas de valores, efectos al portador, cheques, compañías anónimas, entre otras).Fue por ello que el Code perdió sucesivamente en el tiempo envergadura hasta quedar reducido a sólo unos 150 artículos. Para entonces, el avance que había significado se diluyó en la historia frente a otro todavía de mayor envergadura, propio de esa sociedad industrial que había llegado para quedarse.